Bandera de la República Española
Bandera de la República Española
La iglesia casi beatifica a un republicano por error y no por haber recapacitado.

La iglesia católica, debido a un error, pretendía beatificar un republicano español que había sido encarcelado por el franquismo. Sus hijos presentaron documentación y evitaron la equivocación del Vaticano que buscaba un sacerdote con idéntico nombre.

Los hijos de un trabajador de Tarragona debieron demostrar presentando al cura del pueblo, que ejerció de intermediario entre la familia y la Santa Sede que su padre no era quien pretendían transformar en beato sino un republicano con el mismo nombre que nada tenía que ver con la iglesia y que había estado preso hasta que culminó la guerra civil española.

«Me llamaron por teléfono hace tres meses y pensé que era una broma. La primera vez les colgué casi de malas maneras. Pero, a partir de entonces, empezó a llamar el cura del pueblo», contó Pepita Pla, hija del republicano que recibió una llamada de la Santa Sede.

Pepita vive en la localidad de Santa Bárbara y se sorprendió por la comunicación telefónica debido a que su padre era republicano y llegó a ser encarcelado por los franquistas en Zaragoza y Madrid.

En realidad a quien realmente buscaban para beatificar los representantes del señor en la tierra era un sacerdote que se llamaba igual que el trabajador, pero que fue conocido como «mosén Flores».

Los hermanos Pla le presentaron las partidas de nacimiento y defunción al cura del pueblo que firmó la veracidad de la documentación, y de esta manera culminaron, después de tres meses, los intentos de la iglesia por beatificar a su padre.

Pepita sostuvo con sorna que «por suerte lo hemos podido solucionar, pero hemos tenido que demostrar que mi padre tuvo familia, que no tenía nada que ver con la Iglesia y que nosotros nacimos pasada la guerra».

Y prosiguió la señora Pla: «Mi padre era republicano, pero no era de los fanáticos. Era muy buen hombre. Lo tuvieron encarcelado hasta que acabó la guerra. Primero se lo llevaron a Alcanar (Tarragona), después a Zaragoza y también a Madrid, y tras la guerra volvió a casa. Tenía fama de muy trabajador. Nunca hizo daño a nadie».

Finalmente recordó «que cuando era pequeña, delante de la iglesia del pueblo, había un cartel con un listado de los nacionales que mataron en la guerra y había uno que se llamaba igual que mi padre. Él siempre decía: ¡No! ¡No soy yo!».

Fuente: El País

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