Foto: Agenciafe

El dueño de La Rosa y del hotel lindero al local nocturno ubicado en Callao 125 bis, Juan Cabrera –conocido como el Indio Blanco–, negó ante la jueza de Instrucción, Alejandra Rodenas que los locales estén conectados internamente y que lucrara con el trabajo sexual de las «alternadoras» del cabaret de Pichincha. Sin embargo, un grupo de empleadas dijo que Cabrera tenía injerencia en la tratativa entre ellas y los clientes y que éste se quedaba  hasta con un 50%. El acusado de proxenetismo, continuará detenido. Se advierte connivencia entre la Municipalidad y el funcionamiento de prostíbulos.

El Indio Blanco, imputado de facilitar la prostitución con ánimo de lucro luego de que el sábado pasado clausuraran La Rosa, continúa detenido luego de prestar declaración ante la Justicia. Allí reconoció que tanto el hotel como el cabaret son de su propiedad. Sin embargo, negó que alguna vez mediara en las tratativas entre las empleadas y clientes, y sostuvo que lo excede si en algún caso las coperas se trasladaban de la whiskería al hotel para ejercer la prostitución.

Fuentes judiciales adelantaron a Redacción Rosario que la causa cuenta con los testimonios que un grupo de mujeres dio ante la Dirección de Apoyo y Coordinación para la Prevención y Lucha contra la Trata de Personas, quienes aseguraron que el Indio Blanco no sólo establecía el vínculo comercial de la whiskería al hotel, sino que se quedaba hasta con un cincuenta por ciento de la recaudación de las trabajadoras sexuales.

Por otra parte, fuentes allegadas al caso desestimaron que los testimonios de aquellas mujeres que fueron a defenderlo a Tribunales puedan tener peso en el marco de la causa. “Antes, las mujeres que ejercían la prostitución regenteadas por otra persona, podían alegar que lo hacían con consentimiento si eran mayores de edad y de este modo se atenuaba la carga sobre el proxeneta, pero desde la reforma de la Ley de Trata que se realizó a fines del 2012, ya no se requiere en ningún caso probar que la víctima no consintió ser explotada sexualmente, o trabajar en condiciones de servidumbre, porque se contempla que la mujer en todos los casos está en una situación de vulnerabilidad”, afirmaron.

En el marco de una investigación que se inició en agosto del año pasado ligada a la existencia de privados y explotación sexual en whiskerías, se supo que las alternadoras de La Rosa iban desde el local al hotel con sus clientes por un pasaje clandestino que une a ambas instalaciones.

Esto llevó a la jueza Rodenas a realizar el operativo del sábado a la madrugada en el que se clausuró la whiskería y se detuvo a Cabrera. Eso dio crédito a la sospecha de que había facilitamiento de la prostitución. Además, los investigadores detectaron una conexión por arriba entre ambos lugares, que tienen una misma entrada de luz y cable y una misma cuenta de Aguas.

Una fuente reservada indicó que con el material probatorio se podría dar inicio a un proceso. “Mientras tanto Cabrera seguirá detenido y difícilmente se vuelva a habilitar el local”, dijo.

A pesar de que la titular del Instituto Municipal de la Mujer, Andrea Travaini, asegurara que en el lugar no hubo trata de personas, no descartan seguir investigando sobre este aspecto.

La muni mira para otro lado

En diez años que lleva en funcionamiento el afamado local,  la Municipalidad parece no haber detectado la existencia de conexiones internas entre un cabaret que está al lado de un hotel, ambos explotados por una misma persona.

La normativa que regula los espectáculos públicos y los requisitos para la habilitación de locales del rubro cabarets  y whiskerías, establece claramente que está prohibido para estos locales «las conexiones con instalaciones y/o inmuebles contiguos, no pudiendo plantearse como excepción salidas de emergencia», algo que la Dirección de Inspección municipal no tuvo en cuenta.

Incluso, al momento del allanamiento que se llevó a cabo en la madrugada del sábado, los inspectores municipales ya estaban en el lugar antes de que la jueza Rodenas y el fiscal iniciaran el operativo, y no habían intervenido el lugar ya que argumentaron no encontrar irregularidades. Más tarde, cuando finalizó el procedimiento se negaron a colocar las fajas de clausura.

«Dijeron que por orden de un superior no podían clausurar el lugar. A esa altura, se había descorrido un gran velo y ya se veían muchas de las conexiones internas que unían al cabaret con el hotel lindero», dijo Rodenas, a cargo de la causa en la que el Indio Blanco es acusado de proxenetismo.

En tanto, el titular de la dirección de inspección, Gregorio Ramírez, dijo haber estado en el lugar unas “siete u ocho veces,y en todas esas ocasiones las alternadoras salían de la puerta de adelante hacia el hotel”. Asimismo el funcionario reconoció que por “trascendidos” sabía de la existencia de las conexiones internas que se hicieron sellar, pero que él nunca las vio.

Fuente: Rosario 3

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