“La compañía inglesa de tierras, madera y ferrocarriles llegó al norte de Santa Fe a comienzos de siglo XX. En seguida, no pocos advirtieron que se había instalado en el país «un trozo del imperio británico» y muchos más comenzaron a denunciar las penosas condiciones sociales y laborales que sufrían sus trabajadores”, afirma Alejandro Jasinski en su libro Revuelta obrera y masacre en La Forestal: Sindicalización y violencia empresaria en tiempos de Yrigoyen, que será presentado este jueves 29 de agosto, a las 19, en el CEFMA-La Toma (Tucumán 1349) y que tendrá como invitada especial a Mónica Marangoni (la hija de Gastón Gori), y contará con la actuación de Facundo Palavecino.

Hacia fines del siglo XIX, se inició la industria forestal en el norte santafesino que buscó aprovechar el tupido bosque quebrachal. Al poco tiempo y desplazando a las demás, fue haciendo pie en nuestro territorio la firma La Forestal (The Forestal Land, Timber and Railways Company Limited, según su verdadero nombre en inglés) de capitales extranjeros, logró ser la primera productora de tanino (extracto del quebracho útil para curtir cueros) a nivel mundial, y llegó a fundar cerca de 40 pueblos, con puertos, 400 kilómetros de vías férreas propias y alrededor de 30 fábricas. El negocio se cerró vilmente pagando monedas por amplios territorios, a cambio de deudas que había contraído la provincia de Santa Fe tiempo antes.

Sin embargo, ese no fue el único pecado de la empresa inglesa. Como describió y denunció Gastón Gori, La Forestal explotó a los habitantes de nuestro suelo y devastó el inmenso bosque de árboles centenarios que jamás se recuperaron. A esos, se debe sumar otro crimen que sucedió en 1921. “Nunca sabremos cuántos fueron los trabajadores del chaco santafesino masacrados por La Forestal en 1921.

Sólo los socialistas del diario La Vanguardia se animaron a calcular, por entonces, nada menos que entre 500 y 600 los muertos. En las crónicas de aquellos días se leía: «Se cazan obreros como cazar aves», «Se los acorrala en los montes, se los hiere y mutila»”, sostiene Alejandro Jasinski en su libro, fruto de una profunda investigación en la que descubre paso a paso cómo se desenvolvieron los hechos que condujeron a una feroz represión por parte de la empresa.

En particular, Jasinski propone un marco de referencia donde describe a la empresa, su producción y su infraestructura. También analiza el modo de vida de los trabajadores del Chaco santafesino. La Forestal era dueña de todo, de las fábricas, el campo, el monte, pero también de los pueblos, sus instituciones y sus empleados. La firma pagaba con sus propias monedas a sus obreros, quienes debían comprar en sus almacenes a precios irrisorios y no dejaba introducir mercaderías al territorio.

Sin embargo y principalmente, el autor desmenuza los pasos que dieron los trabajadores para su sindicalización, el desarrollo de sus luchas reivindicativas. Jasinski subraya que lo trabajadores pretendían aumentos salariales, mejores condiciones de trabajo, comprar libremente, entre otras cosas. Lo más destacable, para el autor, fue el reclamo obrero de “mayor respeto” por parte de los gerentes y capataces.

Jasinski relata con fluidez cómo se iniciaron las huelgas de 1918 y cómo fue la “gran huelga” ganada por el sector proletario en diciembre de 1919. Con esa misma claridad, el periodista e historiador también narra cómo hizo la empresa para desestructurar al movimiento obrero.

Las acciones patronales fueron in crescendo desde el reclamo de intervención de fuerzas de seguridad, hasta la creación de una fuerza de seguridad armada por el gobierno provincial de Enrique Mosca (radical que luego integró la fórmula de la Unión Democrática en 1946), fue pagada por la empresa, obviamente a su servicio.

La Gendarmería volante, que fue llamada por los obreros “Los Cardenales” inició una tarea de provocación a los obreros. Luego, ante la cautela de los trabajadores, la empresa comenzó a cerrar fábricas. El desbande llevó a la desesperación, a la insubordinación de los trabajadores que intentaron ocupar centros de producción.

El cuerpo armado, sin embargo, respondió ferozmente. Se dieron enfrentamientos armados y posteriormente, Los Cardenales pasaron a la ofensiva, a cazar obreros que se habían internado en el bosque. Esa es la historia que ya muchos conocen y que se transformó en un símbolo de la explotación humana.

Jasinski, se mete en los pormenores, en el día a día, en el pensamiento de los trabajadores y en las internas de sus organizaciones. En ese punto, el autor consigue dar a conocer el pasado a la vez que hace reflexionar sobre el sindicalismo, las luchas obreras, las estrategias empresarias. Todo un conjunto de cuestiones que hacen al mundo del trabajo.

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