Foto: José Granata/Télam
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El doble asesinato de Luis Medina, empresario sospechado de tener nexos con el narcotráfico, y de la modelo de 23 años que lo acompañaba, ocurrido la mañana del domingo, reavivó las críticas a las políticas de seguridad provinciales. Los primeros dardos provinieron del diputado Héctor Acuña, para quien este nuevo episodio de una larga y enrevesada trama de crímenes mafiosos es “ consecuencia de un gobierno que nunca tomó a la narcocriminalidad como debió haberla tomado”.

El legislador justicialista dijo este lunes, en declaraciones a LT8, que «todo el mundo sabe quién era Luis Medina, lo que hacía y las relaciones que tenía. El gobierno, lo que no puede hacer, es decir que estas son las consecuencias de su lucha contra el narcotráfico. Es a la inversa, es la consecuencia de un gobierno que nunca tomó a la narcocriminalidad como debió haberla tomado”.

Acuña, quien preside además la comisión de Seguridad de la Cámara baja, afirmó que en la cartera que conduce Raúl Lamberto nadie desconocía la situación de Medina, “y menos el gobierno, porque este tema lo planteé en la visita de Ana Viglione a la Legislatura”.

El legislador afirmó que en esa ocasión se les preguntó a los funcionarios “si ellos habían conversado sobre la preocupación de muchos legisladores sobre las supuestas vinculaciones determinadas personas”, entre éstas, las del oficial de la policía rosarina detenido por sus presuntos vínculos con Los Monos, Juan José Raffo.

“Cuando vino Delitos Económicos a la legislatura y le preguntamos cuantas causas había, dijeron cero. Entiendo que es difícil pero la realidad supera al debate, demuestra que los crímenes violentos y relacionados con la narco criminalidad se siguen sucediendo en la provincia», sostuvo Acuña.

«Cuando Lamberto vino a ser interpelado, entre otras cosas, se le advirtió sobre Raffo”, recordó el diputado. “(Lamberto) contestó que (el caso) estaba judicializado. Ante la pregunta de la relación de Raffo con el narcotráfico, dijo que estaba en manos de la Justicia y (Raffo) terminó detenido por eso. No hay voluntad política de avanzar sobre esta cuestión. El voluntarismo político se trasunta con resultados concretos», remarcó Acuña.

Para el diputado, la escalada de violencia, incluido el atentado a Bonfatti, “tiene que ver con varias cosas. Entre ellas el no control del orden público, tenemos un ministro de Seguridad que es un comunicador de lo que la policía le dice y el último conflicto policial es una muestra”.

“Se están pagando las consecuencias del relajamiento político del estado con la policía de Santa Fe y de la falta de política efectiva en Seguridad», señaló por último Acuña.

Veinte tiros

Medina estaba bajo la lupa de la justicia desde hace unos meses, cuando su nombre sonó como el posible ideólogo del atentado a la casa de Bonfatti.

Legalmente era dueño de una concesionaria de autos en la zona oeste de la ciudad y un lavadero de autos. En voz baja era señalado como uno de los capos del negocio del narcotráfico en Rosario y localidades del sur de la provincia.

El domingo a las seis de la mañana Medina fue asesinado a junto a la modelo Justina María Castelli, de 23 años. Cuando llegó la policía encontró el cuerpo del empresario narco tendido frente al volante de un Citroën DS 3 rojo con 20 orificios de bala en el cuerpo. La mujer estaba tirada en el asfalto, a unos metros del auto.

Según consigna el portal Infojus Noticias en su edición de este lunes, el empresario fue detenido por primera vez el 9 de diciembre de 1999, a sus 28 años, en una causa por tráfico de drogas. Desde aquel día se mantuvo al margen, alejado de los expedientes judiciales pero no de los negocios ilícitos.

El cambio comenzó hace unos años, cuando intentó convertirse el “dueño de la noche” de Rosario. A partir de ese momento su nombre comenzó a sonar en los medios de comunicación.

“Llega a Rosario la franquicia porteña Esperanto”, decían los titulares de los diarios. Esa fue la escena de su vida, el antes y el después: el boliche de las botineras abrió las puertas a la investigación.

La última pareja conocida del “Gringo” Medina fue Daniela Ungaro, hermana del Lelio “Chapita” Ungaro, preso por el homicidio del ex jefe de la barra brava de Newell’s Roberto “Pimpi” Caminos.

Cuando el boliche Esperanto ya había abierto sus puertas, previo a la ruptura de la pareja, ella subió una foto a las redes sociales en la que estaba arriba de una pasarela que cruzaba la pista del boliche. La imagen tenía un título: “Soy la dueña”.

Esos fueron los primeros indicios que permitieron sospechar que Hernán Capucci, supuesto titular, sería un testaferro de Medina.

Luego de unos meses, Leo Travaglio –creador de la franquicia- dio a entender que Luis Medina podría ser parte del grupo inversor. El presunto narco se apartó de las sombras: en varias oportunidades en la cuenta oficial del boliche -hoy cerrada- aparecían fotos de él con los famosos que visitaban el boliche.

Fuentes de Esperanto informaron que solo en la decoración se habían invertido 800 mil dólares. Otros 250 mil dólares se habrían pagado al testaferro. El champagne Dom Pérignon era el protagonista de la sala del primer piso del boliche, con lujosos sillones y un plasma que transmitía todo lo que estaba pasando abajo. En las noches, Esperanto se convertía en lugar de reunión y brindis de muchos personajes importantes del mundo del delito en la ciudad.

Junto a Ungaro, su compañera por más de 11 años, tenía registradas las sociedades Lumed y Yazmin, un juego de palabras que hace referencia a las hijas de Ungaro. Ella es integrante de una reconocida familia ligada al delito. Estuvo detenida varias veces.

Medina estaba siendo investigado por la Secretaría de Delitos Complejos, dependiente del Ministerio de Seguridad de la provincia. Los funcionarios tenían en la mira al empresario por la diversificación de sus activos, algo que era relacionado con actividades con la narcocriminalidad.

“Para muchos era el CEO de una empresa narco criminal con presencia predominante en parte del Oeste y el Norte de Rosario y de ahí, cuanto menos, a Cañada de Gómez”, explicó el criminólogo Enrique Font.

Lasones específicas de su ultimación tardarán en llegar, o no llegarán nunca. Las versiones hablan de disputa de zonas: la muerte de Ariel el “Pájaro” Cantero, jefe de la banda Los Monos, habría hecho temblar el tablero y se movieron algunas fichas.

Otros rumores apuntan a la policía: cansados de la fama que comenzaba a adquirir el empresario narco, habrían decidido “blanquearlo”. En la jerga policial, se refiere a cuando la policía decide sacar del ruedo a un jefe narco que ya está “quemado”, que ya no sirve como distribuidor o porque hay necesidad de mostrar ante la opinión pública que se combate al delito.Otras sospechas apuntan a su ex mujer, Ungaro.

El crimen ocurrió alrededor de las 6 de la mañana en Avenida Belgrano, en la mano que va hacía el sur, entre Ayolas y Uriburu, a unos 300 metros de la comisaría 16ª.

La víctima se desplazaba en un Citroën DS3 rojo junto a Justina María Castelli Pérez, que recibió tres balazos y murió en el acto. La joven, conocida en el ambiente artístico nocturno con el nombre de Justina Fuster, había sido vinculada en la revista Paparazzi con el reconocido futbolista Christian “Ogro” Fabianni.

Según fuentes policiales, Medina fue interceptado por dos automóviles. Uno de ellos se cruzó delante de su vehículo mientras desde el otro abrieron fuego. En el lugar del hecho se hallaron más de una veintena de vainas calibre 9 milímetros.

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