Por Jerónimo Principiano. El Eslabón conversó con Gabriel Amiel y Ezequiel Luka, realizadores de la película El otro Maradona que se estrenará el próximo jueves 17 en el Cine Teatro Arteón. El film trata sobre la vida de Goyo Carrizo, un amigo de la infancia de Diego en Villa Fiorito. Juntos descocieron balones en los potreros del barrio, después en las divisiones infantiles y juveniles del Bicho de la Paternal hasta que a Maradona lo pasaron a la primera.

Quienes los vieron jugar sostienen que Goyo, que era centro delantero, era mejor jugador que su inseparable amigo. Pero Diego fue quien construyó una carrera de éxitos, mientras que para Goyo el camino fue otro y hoy vive en la pobreza. El film cuenta la vida de una persona sujeta a la pregunta: “¿Qué hubiese pasado si mi destino era otro?”

Amiel es de Rosario, estudió comunicación Social en la UNR. Tocó el saxofón en Scraps y El Regreso del Coelacanto, entre otros, hasta que decidió emigrar a Buenos Aires para estudiar cine.Luka nació en Buenos Aires estudió cine en el CIEVYC, como su compañero de dirección, y ambos son músicos.

Sobre cómo conocieron a Goyo y su historia, Amiel contó: “Lo conocimos durante el rodaje de la película italiana La mano de Dios, una biopic sobre Maradona donde él participaba armando las escenas de fútbol de los Cebollitas. Cuando entramos en contacto con Goyo nos fascinó la idea de que existiera un lado B de la vida de Maradona. Un personaje que, con las mismas o tal vez mejores condiciones que Diego, se hubiera quedado en el camino. Esa paradoja del destino nos impulsó a intentar contar esta historia”.

“En ese momento Goyo –se explaya el director rosarino– estaba en un momento de profunda depresión. Era un tipo que realmente la había pasado mal y hacía lo que podía para sobrellevar esa carga. Estas características estaban ligadas al hecho de que el fútbol profesional dicta sentencias muy contundentes: llegás o no llegás. En el medio quedan miles de matices, miles de historias. Goyo representa todas esas historias, el mejor exponente ya que su punto de comparación, su medida del éxito es su amiguito de la infancia”, razonó Amiel.

En ese sentido, Ezequiel Luka agregó que “su punto de comparación es Maradona, una figura gigante que de alguna manera se convirtió para él en un espejo invertido. Ese destino particular transformó su psicología, personalmente eso es lo que siempre me resultó más fascinante de esta historia. Eso cuenta mucho sobre la sociedad en la que vivimos, en la que nos apreciamos o juzgamos en términos de «éxitos» y «fracasos»”.

El otro Maradona narra la vida de un ex futbolista que intenta sobrevivir como buscador de talentos en el interior del país, junto a un compañero. El reconocimiento a Goyo se debe a su amigo y vecino, un tal Pelusa. Este delantero de mucho talento todavía vive en la pobreza de Villa Fiorito.

Carrizo firma autógrafos y a la vez llora frente a la cámara por la vida de sus hijos en comparación con la que hubieran tenido si su destino habría sido el de Diego.

Como si fuera un guía turístico, Goyo, desde el techo de su casa les muestra a dos jóvenes promesas que trajo del interior del país a probarse a River, el sitio donde estaba el potrero, hoy repleto de ranchos y casillas y les dice: “Yo aquí jugaba con Maradona”. La imagen es una sinopsis perfecta de la vida de este astro que no pudo ser.

“Filmamos en varios soportes”, cuenta Amiel, y explica que “la mayor parte es en HD. La imagen quedó impecable. Más allá del éxito o no, que tenga con el público, sabemos que hicimos una película muy prolija y estéticamente muy cuidada. Los planos, todos y cada uno, están pensados para la pantalla grande”.

¿Y Diego?

“Siempre nos preguntan si Diego está en la película. Yo respondo que sí, Diego está en el lugar que tiene que estar, en el pasado de Goyo, como una figura omnipresente, pero que no se materializa físicamente”, afirmó Amiel sobre el padre de Dalma y Giannina.

Fútbol, la dinámica de los impensado

Sobre la pasión de multitudes de los argentinos ambos coinciden en sus apreciaciones: No son fanáticos, son críticos de la organización que tiene el deporte y los partidos mal jugados (la mayoría) los aburre.

“Me quedo con un pensamiento de Bill Sahnckli: «Algunos creen que el fútbol es sólo una cuestión de vida o muerte, pero es algo mucho más importante que eso»”, dijo al respecto el rosarino que de joven se paraba como centro delantero en los picados. Mientras que el director nacido en Buenos Aires aprecia el fútbol “como un hecho artístico”.

Los realizadores, además de guionarlo y dirigirlo, musicalizaron el film. En esto, también coinciden: “Fue un sueño poder realizar la música de tu película”.

Luka habla sobre una de las partes más duras de todo proyecto, el financiamiento: “Tuvimos ayudas para el desarrollo del proyecto de parte de The IDFA Fund (Holanda), Fundación Carolina y Casamérica (España). Mientras que el film lo financiamos con el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa)”.

“Yo espero que la gente la disfrute y no salga pensando que le robamos 78 minutos de su vida. Es una historia que vale la pena conocer” dijo el realizador rosarino y agregó: “Llegar al estreno en Rosario el 17 de abril es cumplir un sueño que me ha dejado agotado pero feliz al mismo tiempo”.

Por su parte, Luka espera de la obra “que al menos algunos de los que la vean se sientan atraídos por la historia de Goyo, que les genere alguna reflexión o emoción, que les provoque algo, como me pasó a mí al empezar este proyecto”.

Política audiovisual

“El Incaa ha tenido en estos últimos años aciertos y desaciertos”, opinó Amiel. Y explicó que “en líneas generales no se ha logrado superar el mayor problema del cine argentino que es la exhibición. Es muy difícil estrenar películas y permanecen pocas semanas. Hay buena cantidad de producción y eso siempre está bien desde mi punto de vista, pero si las películas quedan en un archivo, algo está fallando. Los espacios Incaa son una buena idea y espero que se puedan sostener y seguir creciendo”

La opinión de Luka va en el mismo sentido: “Coincido con Gabriel en que el problema principal es, desde hace décadas, la distribución y exhibición de las películas nacionales, algo muy difícil siendo el nuestro un mercado pequeño con precios de entradas elevados, y como siempre y en cualquier parte del mundo, compitiendo contra Hollywood. A partir de la ley de cine de 1995, se abrieron los caminos para la producción de cine nacional, pero creo que nunca se llegó a una verdadera política. Entre lo positivo cuento la profunda transformación del Festival de Mar del Plata y la idea de los espacios Incaa”.

Nota publicada en el eslabón Nº 138

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