Foto: Manuel Costa
Foto: Manuel Costa

Por Ernesto Ávila. El proyecto de vivienda social iniciado por la Asociación Madres de Plaza de Mayo, que por el escándalo Shoklender parecía destinado al fracaso, resurgió de las cenizas y se ven sus primeras concreciones. Optimismo en una comunidad aborigen muy castigada.

En el barrio toba de la Travesía hay un aire renovado, un destello de orgullo en las miradas de los habitantes de las primeras viviendas terminadas. Allí, donde se encontraba un histórico asentamiento precario colapsado, ahora se abren anchas calles y se erigen módulos marrones, la mayoría con tres dormitorios, que van cambiando lentamente la fisonomía de la zona. Aún queda mucho por hacer para que culmine el proyecto que comenzó como el programa Misión Sueños Compartidos, diseñado y propuesto por la Fundación Madres de Plaza de Mayo y que tuvo muchas idas y vueltas, escándalo Shoklender incluido (Sergio y su hermano Pablo, apoderados, están acusados de malversación de fondos). Pero la obra se continuó con fondos de la Nación y con la Municipalidad de Rosario como ejecutora a través del Servicio Público de la Vivienda (SPV). Esta vez, la comunidad Qom, la más populosa fuera del Chaco, tiene algo para contar, distinto de las crónicas de pobreza y miseria.

Un lugar en el mundo

Tener una dirección, un lugar, no es poco. Juan Carlos Medina muestra con orgullo el cartel de la numeración de su flamante vivienda. “Antes, ni una correspondencia podíamos recibir”, cuenta. También comenzaron a llegar las boletas de los primeros servicios a pagar: luz, agua y muy pronto se agregará el resto. Los vecinos lo cuentan con orgullo. “El gas ya está; falta un paso para que podamos instalarlo. Lo mismo que las cloacas. Antes vivíamos todos colgados porque no teníamos otra opción”, agrega Medina.

“Esto, era todo hacinamiento, basurales; no se podía más”, relata Ofelia Morales, una de las referentes barriales y habitante del lugar desde hace más de 25 años.

“Las casas tienen tres habitaciones, por lo que dividimos una para varones y otra para nenas, cosa que quizá antes no se podía hacer en el asentamiento precario, aunque muchos se las rebuscaban”, cuenta Medina.

“Nuestras familias siguen siendo numerosas; tenemos familias de hasta 11 hijos –dice Ofelia–. De promedio, estamos entre cuatro a cinco hijos por familia”.

Juan Rafael todavía no recibió su vivienda pero se muestra esperanzado. “A mí, como a tantos, que llegamos de pibes aquí, en los años 80, con tantos años en el olvido, este cambio nos parece increíble”, comenta.

Esta vez no fue espejismo

La Travesía entró en ebullición cuando llegó la Asociación Madres de Plaza de Mayo, allá por 2009, con Hebe de Bonafini a la cabeza, con su proyecto de vivienda para la comunidad qom. Con todo lo que significaba a nivel social y laboral: capacitaciones para la autoconstrucción por parte de los mismos beneficiarios, la necesaria organización comunitaria y los debates para diseñar espacios necesarios en el barrio.  “Cuando de repente se cortó todo y apareció el tema de Shoklender y los comentarios de que esto se caía, me acordé de esos espejismos en los que de pronto desaparece todo”, desliza Rafael.

Después del acuerdo entre Nación y Municipio, otra empresa, Pecam, con fondos nacionales, retomó las obras y el proyecto volvió a reverdecer con aportes de la Secretaría de Obras Públicas de la Nación e inspeccionada por el Servicio Público de la Vvivienda (SPV) dependiente del municipio.

Después de cuatro años, de las más de 400 familias de la Travesía, unas 80 ya están viviendo en las nuevas casas desde. El resto, aunque los tiempos se alarguen, confían en que las obras no se detengan y les llegue su turno durante 2014. Hay otro terreno en donde también se construye una relocalización, ya que en la zona de la Travesía no entraban todos. Se trata de un predio ubicado en Sorrento y Sabín, (detrás de canchas de entrenamiento de Argentino de Rosario). Aunque va más lento que las obras de la Travesía, ya se ven allí también las primeras viviendas terminadas.

En tren a Rosario

La zona de Juan José Paso y Travesía fue uno de los primeros núcleos indígenas tobas desde finales de los años 60 de Rosario, ya que en esa zona se bajaban de los trenes familias enteras que venían desde el Chaco. Hacia fines de la década del 80 la mayor parte fueron mudados al barrio Municipal de Roullión al 4000. Pero ese mismo pedazo de tierra se volvió a ocupar con nuevas oleadas migratorias chaqueñas de los años 80 y 90. Hay otro núcleo de indígenas asentados a pocas cuadras de la Travesía, en Cabal al fondo, llamados Los Pumitas, con unas 300 familias. Entre todos los asentamientos, la población aborigen supera las 20 mil personas, según señalan los referentes tobas, que conforman la mayor comunidad qom fuera del Chaco.

“En el año 2000 hicimos un censo que ya nos daba arriba de un 60 por ciento de nuestra comunidad que ya nació en Rosario”, dice Ofelia. “Esto marca que hay una generación nueva de tobas que han nacido en Rosario”, subraya la dirigente. “Los que vinimos en tren desde el Chaco somos los menos ahora”, se ríe Medina.

El racismo va a la escuela

A pesar de los más de 40 años de presencia indígena en la ciudad, y de constituirse en Rosario como una de las poblaciones más numerosas fuera de los asentamientos en Chaco y en Formosa, la comunidad sufre aún racismo y discriminación. “Son nuestros jóvenes los que más afrontan estas situaciones y nos preocupa porque causan mucho dolor. En el terreno educativo tenemos escuelas aquí como la San Juan Diego y el complejo Rosita Ziperovich, esta última en donde funciona la escuela bilingüe Qom-español Cacique Taigoyé, que reciben a nuestros chicos; porque en las escuelas de los alrededores desde un principio nos cerraron las puertas a los aborígenes”, cuenta Ofelia.

El colmo se da en la actualidad –cabe decir que esas dos escuelas son instituciones privadas–, porque los cupos se completan por la gran cantidad de chicos y hay casos, como en la escuela secundaria, en donde no tienen lugar ni siquiera los pibes de la comunidad que hicieron la primara en la misma escuela.

“Hay vecinos que los han mandado a sus hijos a otras escuelas de la zona y no duraron nada. Les pegan, los tratan de negros, indios, que el olor, que la ropa; y los pibes no quieren ir mas”, cuenta Abel, uno de los padres preocupados por el futuro de sus hijos.

“A veces directamente te dicen que ni los anotes. Entonces no nos queda otra cosa que exigir como padres que nos inscriban los pibes en estas escuelas de mayoría toba, que tenga prioridad el aborigen. No nos queda otra que quedarnos acá, no queremos que abandonen el estudio por estas cosas, es triste pero es la realidad”.

Diversidad, pragmatismo y evangelismo

Una foto del cacique qom de la comunidad formoseña La Primavera, Félix Díaz, en la que aparecía junto al líder opositor del Frente Renovador, Sergio Massa, fue noticia. El texto decía: “Líder qom dio apoyo a Massa y señaló que la esperanza de los pueblos indígenas está puesta en su figura”. Al día siguiente, Díaz salió a negarlo y explicó:“La esperanza que depositamos en Massa para que él ponga en agenda los reclamos del pueblo indígena no significa una alineación política en su figura o partido”. La primera versión sirvió para agitar cierta politiquería barata en la que los tobas son tratados como objeto de adorno de las campañas, algo a lo que la comunidad aborigen está acostumbrada desde hace largo tiempo y en la que, hay que destacarlo, se mueve en varias direcciones.

Los que intentan generalizar sobre la identidad política de la comunidad qom pifian de cabo a rabo. En Rosario como en el Chaco o en Formosa, la comunidad toba exhibe un abanico de posturas políticas partidarias que casi nunca son fijas. Acostumbrados a las promesas incumplidas de los rokshek (blancos), suelen sostener como mecanismo de defensa una práctica política más bien pragmática: en general van recorriendo el espinel de una punta a la otra sin ningún reparo, sin asumir compromisos muy profundos ni lealtades duraderas.

Históricamente en el Chaco y Formosa, que son sus territorios natales, fueron en su mayoría simpatizantes del peronismo. Pero tal identidad se fue diluyendo al son de la fragmentación social y política general.

Vale también repasar que los qom y las otras etnias que poblaban esos territorios al oeste de los ríos Paraná y Paraguay fueron de las últimas del territorio nacional en ser sometidas. Los intentos de la época de la colonia por poblar esos lares fracasaron frente a la hostilidad de tobas y compañía. Resistencia, la capital del Chaco, sólo pudo ser fundada recién en 1878. Y debe su nombre a lo que los friulanes que llegaron hasta allí tuvieron que resistir los embates de los aborígenes, que siguieron sufriendo la represión en el siglo XX, con la masacre de Napalpí como episodio emblemático.

En el ámbito local, hoy, los hay de todos los partidos (PJ, PS, UCR y hasta el PRO) y de distintos movimientos sociales, desde la Federación Tierra y Vivienda (FTV) hasta la Corriente Clasista Combativa (CCC); y los debates y las diferencias internas, como sucede en toda comunidad, son álgidos y constantes.

Pero hay una militancia que atraviesa en forma paralela las participaciones comunitarias de buena parte de los referentes qom y que tiene que ver con la religión: el evangelismo cristiano, también en distintas vertientes, exhibe un amplio despliegue en las bases de los tobas.

La consigna cristiana de que “todos los hombres sin distinción de raza o etnia son hijos del mismo dios”, como destaca una dirigente qom, se les presenta como una poderosa herramienta para sentirse incluidos en una realidad histórica y social que los ha negado desde hace siglos.

(Artículo publicado en el eslabón nº 136)

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