Las trabajadoras sexuales agremiadas, a raíz del escándalo Supergatitas.com, salieron en defensa de la promoción de sus servicios en internet y adelantaron que planean incluir en páginas web institucionales un espacio en donde puedan publicar sus servicios sin sentirse acorraladas por el sistema punitivo. Además, insistieron en la necesidad de regular la actividad con nuevas legislaciones que reconozcan el derecho laboral y donde se tome distancia de los conceptos como proxenetismo y trata.
La organización sindical que defiende los derechos de las trabajadoras sexuales, la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (Ammar), que en Rosario tuvo a una dirigente de fuste como Sandra Cabrera, asesinada en 2004 un hecho que quedó entre sombras, se posicionó ante el escándalo que desató el caso judicial de Supergatitas.com.
En un comunicado firmado por la titular a nivel nacional, Georgina Orellano, la organización se quejó de la inoperancia de los funcionarios a la hora de aplicar la Ley de Trata 26.842 reformada en 2012 y señalaron por otra parte la “criminalización” de su trabajo, ya que sostienen que las paginas web son una alternativa de promoción ante la veda en los grandes medios gráficos.
La declaración se enmarca en una tarea que Ammar impulsa en varias ciudades del país para avanzar en lo que consideran una necesaria regulación de la actividad.
El martes pasado presentaron a la Legislatura porteña un proyecto que apunta a legislar el trabajo sexual autónomo en dos sentidos: por un lado, para abrir la posibilidad de que varias trabajadoras sexuales que quieran ofrecer sus servicios en locales o casas conformen una cooperativa y puedan inscribirse como un comercio más. Por el otro, para las que ofrecen sexo en la vía pública propusieron que se derogue el artículo del código de planeamiento urbano que criminaliza la oferta de sexo.
“Las que hemos elegido este trabajo, tenemos que estar amparadas bajo un marco regulatorio, y las que no quieren seguir ejerciendo, creo que el Estado debe estar realmente presente”, definió Orellano, quien recordó desde el año pasado hay un proyecto que está «cajoneado» y nunca fue tratado, en el Congreso de la Nación
A la vez, en Mendoza, hace 15 días, Ammar hizo lo propio con un proyecto de ley que entre otros conceptos, dispone como obligaciones ser mayor de edad, obtener una habilitación para el ejercicio de la actividad y asistir a los cursos de capacitación que determine una Secretaria Provincial de la Protección al Trabajo Sexual, creada por esta iniciativa.
Las trabajadoras tendrían que someterse a controles médicos y psicológicos determinados por ese organismo, que incluirían, sin excepción, un examen semestral de HIV/SIDA y colocarse las vacunas contra HPV y hepatitis B. También portarían y exhibirían durante la jornada de trabajo el carnet profesional que acredita la habilitación para trabajar y la libreta sanitaria. Además, plantean que se deberán tomar las medidas tendientes a fin de culminar con el ciclo educativo obligatorio y realizar las actividades tendientes a la inscripción al régimen de monotributistas y Rentas de la Provincia.
Otras iniciativas en este sentido, promovidas desde Ammar, se han presentado también en las provincias patagónicas.
Mientras tanto, en Rosario, por el contrario, se han impulsado normas que restringen la actividad, con proyectos de ley para prohibir cabarets y whiskerías, uno de ellos aprobado hace un año.
En ese contexto tuvo lugar otro sonado caso: el del cierre del local La Rosa del barrio Pichincha, regenteado por el empresario Juan Cabrera, conocido como el Indio Blanco, en donde se denunció la facilitación y promoción de la prostitución.
Desde Ammar, rechazaron desde un principio estas iniciativas abolicionistas locales porque sostenían fomentaría la apertura de lugares clandestinos que serán difíciles de controlar, algo que al final se cumplió si se tiene en cuenta la aparición de los llamados “privados”.
Desde la organización sindical vienen proponiendo una ley de “trabajo sexual autónomo” para que se formen cooperativas sexuales sin proxenetas.
