Foto: Manuel Costa
Foto: Manuel Costa

El vocalista de Sumergido y miembro fundador del colectivo contracultural Planeta X contó a este medio sobre el proceso de grabación de su segundo disco “En las afirmaciones (y sus efectos)”.

Un relato japonés ambientado en el siglo XV cuenta que el entonces emperador del ‪país asiático solicitó los servicios de un maestro de la ceremonia del té, ‪para que aus‪p‬iciara un evento en su ‪palacio.

Cuando el maestro se ‪presentó ‪para realizar la práctica tuvo que vestir como samurai y portar shinken (sable real), a ‪pesar de que en su vida había empuñado un arma. Mientras esperaba para la celebración, salió a ‪pasear ‪p‬or la ciudad con su ocasional atuendo y tuvo la desgracia de toparse con el ronin (samurai sin amo) más ‪pedante del ‪poblado, quien lo desafió a duelo. El maestro intentó explicar en vano que no sabía cómo blandir la espada. Sin embargo, logró convencer a su adversario que le dejase llevar a cabo su ‪presentación en el ‪palacio antes del ‪pleito. Una vez finalizada la ceremonia, el maestro se acercó a un monje que había sido invitado ‪p‬or el emperador y le ‪pidió que lo aconsejara ‪entorno a su conflicto; este le dijo que se limitara a hacer lo que sabía.

Bajo esa ‪premisa, el maestro se ‪presentó un rato antes al lugar indicado por su contrincante y esperó de rodillas, los ojos cerrados y el sable envainado en sus manos. Cuando ‪presintió a su oponente, comenzó a realizar con suma gracia la celebración del té, ‪pero con el sable en lugar de vasijas y tetera. Una vez que finalizó, abrió lo ojos y el ronin ya no estaba, había huido despavorido.

En Oscar Favre habita un espíritu análogo al del maestro del té, ya que el músico rosarino es alguien que nunca se formó para ejecutar con destreza un instrumento, pero su encuentro con el saber y no tanto su búsqueda, su sensibilidad e intuición, lo convirtieron en uno de los compositores más interesantes de la ciudad. Lo que quedó demostrado con Utopía mínima, su primer disco publicado en 2012, y hoy reafirma con su flamante segunda producción, En las afirmaciones (y sus efectos), la cual continúa en la senda del pop psicodélico, pero se nutre de géneros como el afrobeat y el dub.

—Cómo fue el proceso que te llevó a tomar la decisión de dejar de tocar en bandas y abocarte casi exclusivamente a tu trabajo como solista?
—Se trata de un proceso en curso, siempre formé parte de grupos y aún siento estarlo. Trabajar en un proyecto solista no implica que se deje de accionar colectivamente, pero se diferencia en que uno asume una responsabilidad distinta, en el sentido de que hay un vuelco hacia algo más personal, algo similar a lo que le sucede a un escritor. Al menos así se hizo este disco, un trabajo en soledad, pero no una soledad real, porque trabajé con cosas preexistentes y participaron otras personas, pero el desarrollo y la dirección de eso pasó por un lugar más personal de lo que suele suceder en una dinámica grupal, donde son muchos los que deciden.

—¿Que diferencias notás entre tus dos discos?
—Pertenecen a momentos distintos, no traté de establecer una continuidad entre ambos, aunque existen coincidencias estéticas. Una diferencia deliberada es que en este disco traté de no repetir los errores técnicos que cometí en el anterior, desde un principio intenté hacer mejores grabaciones, de trabajar mejor el sonido. Todas las bases de batería las grabé en el estudio que tiene montado mi hermano Juani en su casa, y si bien el resto de los instrumentos los grabé de manera casera, siempre bajo la premisa de tratar de obtener una buena calidad.

—¿Porqué el título En las afirmaciones (y sus efectos)?
—En parte, porque la forma compositiva del disco tiene la particularidad de que las canciones se fueron afirmando a partir de bocetos melódicos que armé sobre los ritmos, que fue lo primero que grabé, sin saber cómo iban a ser los temas. A su vez, las letras hablan mucho de procesos por los que me vi atravesado en estos meses de elaboración. Creo que cuando uno atraviesa un proceso lo empieza a ver con mayor firmeza a medida que lo va dejando atrás, cuando está cerca de concluir el trabajo. En cierta manera, siento que en este proceso me afirmé como compositor. Creo que hay un juego fuerte con lo identitario, con descubrirme y afirmarme en ese lugar. En un contexto culturalmente adverso, que marcan fuertemente los paradigmas culturales actuales, su analogía con lo líquido, es difícil ser consecuente con algo. Siento que hoy es una vía de resistencia a esos paradigmas aquello que tenga que ver con afirmar ideas, comprometerse con ellas, atravesar procesos, poder decidir y ver sus efectos, asumirlos.

—¿Cómo componés las canciones?
—Lo hago de una manera bastante extraña. Por ejemplo, la guitarra es un instrumento con el cual nunca me llevé bien. De algún modo trato de emular la situación de composición que se daba cuando cantaba en Sumergido, donde había una especie de improvisación entre el teclado, la guitarra y la batería y yo jugaba con las melodías que se me iban ocurriendo a partir de lo que surgía. En este caso hice uso de la sensibilidad que tengo con la rítmica, por ahí algo que no suele inspirar demasiado, como puede serlo escuchar un ritmo sólo. A mí me despierta un montón de ideas. Sobre esos ritmos grabé unos bajos y unos teclados y en base a eso se me fueron ocurriendo formas, melodías, sonidos, estos elementos fueron los que le dieron forma a las canciones. Incluso le di mucha importancia a los errores, algo que me hiciera ir por la tangente, que propusiera nuevas direcciones hacia donde ir como lo fueron sonidos que entraron por casualidad y se prestaron para afirmar los temas. En el proceso también intervinieron amigos músicos, entre ellos Martín Arias en guitarra eléctrica; Nata Rangone, que se hizo cargo de muchos de los teclados; Juani, que grabó bajos y coros; Emiliana Arias, que metió arreglos de percusión, y Martín Greco, que grabó los bajos definitivos y mezcló el disco.

— ¿Y las letras en qué momento aparecen?
— Con las letras me sucede algo extraño, porque cuando se me ocurre una melodía aparecen palabras que en la mayoría de los casos termino usando, aparecen enunciados que son disparadores. Siempre trato de enfocarme en eso que se hace presente en una primera instancia, porque de algún modo está conectado con la melodía; las veces que traté de eludir esos primeros enunciados no me dio buenos resultados, porque las letras quedan un poco forzadas, no terminan de encajar.

—Hace tiempo que se habla del fin de las vanguardias musicales, que la música nueva sólo se trata de repeticiones vacías. ¿Compartís esa idea?, ¿qué importancia le das a la innovación en tu producción?
—Creo ser muy exigente conmigo mismo en ese aspecto, a esa cuestión del “todo ya ha sido hecho”; no creo estar parado en un lugar retromaníaco, en una primera instancia, porque como productor sería incapaz de reproducir sonidos viejos como lo hacen muchos grupos actuales y, segundo, porque aceptar al error como factor compositivo, apelar a la simpleza melódica, como también el hecho de darle importancia a las letras y que estas expresen mis pensamientos, son factores que me dan la pauta de no estar repitiendo. Sin embargo, no creo estar haciendo algo sumamente nuevo. A su vez, no pienso que esté acabado el arte, porque eso implicaría el fin del pensamiento, siempre surgirán formas nuevas. En otros momentos de la historia hubo vórtices creativos mucho más grandes que los actuales, movidas que conectaron con generaciones, como sucedió en la década del sesenta, del setenta y, en menor medida, en los ochenta. Pero hay que verlo en su contexto, fueron épocas muy explosivas en muchos sentidos y como parte de las generaciones que sucedieron a esos períodos me siento muy atravesado por esas vorágines expresivas, pero también me siento muy conectado con las problemáticas y paradigmas de pensamiento actuales.

En vivo

La presentación del disco tendrá lugar el 13 de noviembre en la sala Lavardén y contará con la participación de Martín Greco en bajo, Lalo Giandoménico en batería, Emiliana Arias en percusión, Natalio Rangone en teclados, Martín Arias y Juani Favre en guitarras y Oscar Favre en voz. El disco puede descargarse de manera libre y gratuita de la página oscarfavre.bandcamp.com

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