04_EzeizaLiturgiaPeronista
Yo no sé, no. “Los días se alargaron”, decían los mayores, pero lo que pasaba en realidad es que se acortaban las noches, en plena primavera. Aún así, con Manuel, con Carlos, apenas oscurecía y aparecían las estrellas, nos colgábamos mirando hacia arriba, esperanzados en que pase alguna fugaz con algún mensaje para pedir los deseos que teníamos por aquel tiempo. El cielo del barrio también estaba ganado por las imponentes chimeneas, que eran lo más alto que había de lo que en ese momento era Acindar.

Uno terminaba la primaria y como otros tantos terminaba ese año agarradito por primera vez de la mano de la chica que le gustaba prometiéndose que, quizás, sería la novia para siempre. Habían pasado un par de años largos desde que se había alunizado y uno se enteraba, yendo ya a la secundaria, que los mayores comentaban que había ciertos mensajes que venían desde Madrid –medio de canuto– y que gran parte del pueblo estaba esperanzada de que en cualquier momento aparecería un avión que traería a su líder de vuelta a la patria. En tanto, para que eso fuera posible, gran parte de la juventud escribía en las paredes dejando un mensaje claro: “Luche y vuelve”.

Eran años en los que Newell’s y Central ganarían por primera vez campeonatos de Primera división. Caminaba por el bulevar cuando lo ví al Bocón de Ciencias Económicas apurado en decirle a un par de compañeros: “Ustedes están conectados”. La cuestión se había puesto jodida y el mensaje era claro: había que resguardarse porque la gran noche había comenzado. Habían pasado un par de primaveras y algunos, políticamente, pensaron que eran fugaces. Central y Newell’s, como acompañando la tristeza con el resultado, comenzaban una serie de eternos empates 0 a 0.

Hoy, cuando paso por el bulevar y veo que, en un tribunal federal, a los responsables de la gran noche –poco a poco– les llega la justicia, me alegro no solamente porque la justicia llega, sino también porque el acompañamiento de la histórica lucha de muchos compañeros que emprendieron la tarea de llevar a juicio a los genocidas se empieza a hacer realidad.

Y cuando miro la chimenea de Acindar, a horas del lanzamiento histórico de un satélite que nos hará ganar el cielo por otros medios, pienso: “Ojalá que vengan con un mensaje, o mejor dicho con varios mensajes, para que vuelvan las chimeneas, de otras industrias pero que vuelvan; para que las próximas primaveras no sean fugaces; y para que la lucha por la Justicia no termine hasta que se llegue al final, con el último genocida preso. Y otro mensaje: que estaría bueno que nos tomemos de la mano de la patria y con el primer amor. Pero esta vez, para que dure, no habrá que soltarse nunca las manos”.

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