El Eslabon 20 de noviembre 2014

“Favorecer a la familia y a los más desposeídos, poblar y ordenar la campaña, aumentar la producción”, eran algunos de los objetivos principales de la política agraria que fijó José Gervasio Artigas, desde su campamento de Purificación del Hervidero, a unos cien kilómetros al norte de Paysandú.

Desde este año, “el 10 de septiembre debe ser recordado como el Día del Reglamento de Tierras de 1815, en conmemoración del reglamento provisorio de la Provincia Oriental para el Fomento de la Campaña y Seguridad de sus Hacendados, decretado por Artigas”,  indica Alberto Umpiérrez, coordinador del Programa de Actividades Culturales de Integración Transfronteriza del Ministerio de Relaciones Exteriores del Uruguay.

El gran latifundio que dominaba la región, desde el 1800, se basaba en un irregular reparto y apropiación de tierras impuesta por su más graciosa corona hispánica, en beneficio de los más ricos, no de quienes ya habitaban esos territorios. Claro que, autoridades coloniales, como las criollas que los reemplazarían en el orden impuesto, eran caprichosas a la hora de repartir tierras, así regalaban leguas y leguas a sus más cercanos, protegidos o socios en la explotación de los ganados cimarrones.

Y Umpiérrez agrega: “El 4 de julio, además de declarar el Día del Reglamento de Tierras, se dio entrada a otro proyecto de Ley designando al Instituto Nacional de Colonización con el nombre de «Francisco Encarnación Benítez».

“Ese instituto estatal está encargado de comprar tierras y distribuirlas a colonos, con el objetivo de poblar la campaña y asegurar una explotación racional de la tierra. Fue creado por ley de 1948”, explica. Esa ley define que «por colonización se entiende el conjunto de medidas a adoptarse de acuerdo con ella para promover una racional subdivisión de la tierra y su adecuada explotación, procurando el aumento y mejora de la producción agropecuaria y la radicación y bienestar del trabajador rural».

Pero advierte, “la aprobación de la ley sobre el Día del Reglamento de Tierras no fue fácil, fue un proceso largo que comenzó en 2012. En ese año el gobierno de Entre Ríos lanzaba su programa de celebración del Bicentenario del Congreso de los Pueblos Libres, que desde entonces se celebra en Concepción del Uruguay. Como contrapartida, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay, que apoya la iniciativa entrerriana, decide complementarla de nuestro lado del río Uruguay, mediante la conmemoración del Reglamento de Tierras en la ciudad de Paysandú”.

“El primer evento del año 2012 lo hicimos el 7 de septiembre, lo llamamos Encuentro de los Pueblos Libres, Vigencia del Artiguismo, y en ese marco fue que el Ministro Luis Almagro lanzó la nueva política de integración transfronteriza que tiene al Artiguismo como «eje articulador», programa que se denominó «Artigas y la integración americana», remarca desde la otra orilla a el eslabón el charrúa graduado en la Maestría en Historia en la Universidad de Montevideo.

También resalta que “meses después, ya en 2013, después de muchas conversaciones, se presenta el proyecto de Ley para la designación del 10 de septiembre como «Día del País Productivo» y celebrarlo todos los años. Así se aprueba en la Cámara de Diputados, pero se le cambia el nombre en la Cámara de Senadores, donde queda finalmente como «Día del Reglamento de Tierras de 1815″.

Sobre lo de designar al Instituto Nacional de Colonización con el nombre de Francisco Encarnación Benítez, Umpiérrez nos cuenta que » tiene que ver con un personaje, un caudillejo artiguista, que fue muy entusiasta demandando la aplicación del Reglamento en su momento. Esto habla del apoyo que tuvo a nivel popular, pero también de la resistencia, porque si bien la demanda se hacía sentir con fuerza desde los más pobres, los hacendados se resistían a que se procediera a las expropiaciones. Es un elemental choque de intereses, eso fue lo que ocurrió. Aun así se hicieron muchos repartos de tierras, que luego del período artiguista tuvieron más o menos suerte. En algunos casos se hicieron valer los títulos otorgados por Artigas, en otros, no”.

Influenciado por el pueblo

Referida a las influencias ideológicas que se ejercieron sobre Artigas en su vida, Umpiérrez advierte: “Hay una larga discusión en ese tema. En la línea del historiador Alberto Methol Ferré, la principal influencia vendría de la tradición misionera jesuítica de los guaraníes, que eran el núcleo más numeroso y poderoso del Artiguismo. En la línea, más reciente, de Mario Cayota, se pone énfasis en la influencia del carisma franciscano, ejercido fundamentalmente por su secretario, el fraile José Benito Monterroso”.

También señala que “hay interpretaciones que le imputan una tendencia jacobina o morenista, que son más tirados de los pelos, porque son ideas y procesos que tienen bastantes diferencias con el artiguismo en la cuestión de la tierra. Recientemente, Leonardo Rodríguez Maglio (ver eslabones anteriores) hace una interpretación bastante original, diciendo que Artigas tenía sus propias ideas bastante originales, y lo fundamenta con mucha solidez. Esta novedad que plantea Rodríguez Maglio (licenciado en Filosofía uruguayo) me hace pensar en cómo nos cuesta a veces entender que una persona puede pensar con su propia cabeza, en vez de estar necesariamente siguiendo los dictados de las modas ideológicas que venían de Europa”.

Umpiérrez resalta: “Se sabe que Artigas fue Juez de Tierras, con funciones distributivas al norte del río Negro, pero también se formó como Blandengue en esa tarea de poblar y fomentar la campaña. Su primer maestro fue el ingeniero español Rafael Pérez del Puerto, en Maldonado. Luego, alrededor de 1801, acompañó a Félix de Azara en la demarcación de las fronteras del Tratado de San Ildefonso y en la fundación de San Gabriel de Batoví, tareas que implicaron también un reparto”.

“Este vínculo con Félix de Azara –agrega el uruguayo- se consideró desde siempre como la influencia más determinante en Artigas. Pero siempre aparece algún revisionista con su balde de agua fría, y en este caso fue una investigadora española, quien hace unos pocos años escribió un libro estudiando en profundidad el pensamiento de don Félix de Azara, donde llegaba a la conclusión de que el pensamiento de Azara cambia después de su viaje al Río de la Plata. Parecería ser entonces, que es más lo que Artigas influyó en Azara, que a la inversa. Basta señalar que Azara era partidario de la concentración de tierras, para consolidar el Estado a partir de una aristocracia, esa era la mentalidad de la Ilustración de aquella época y de Azara como uno de sus principales exponentes. Pero en San Gabriel de Batoví y sus alrededores, el criterio es diferente”.

Y remarca: “De todas estas teorías que he presentado, es que quizá todas tengan algo de razón. No hay ninguna necesidad de encorsetar a Artigas metiéndolo en alguna categoría que lo reduce ideológicamente. Seguramente el Artiguismo pueda ser calificado como una de las primeras formas del anarquismo del siglo XIX, un anarquismo rural, muy original y típico de nuestras llanuras interminables y de nuestros gauchos libertarios”·

En ese sentido, marca que era contemporáneo de François-Noël Babeuf, conocido como Gracchus Babeuf (París 1760-1797, periodista, político, teórico y revolucionario francés. Guillotinado tras la «Conspiración de los Iguales»), se lo considera como precursor del comunismo, impulsor de una “distribución justa de propiedades y riquezas”. Resalta que “Artigas era radicalmente opuesto a cualquier forma de tiranía y centralismo, promoviendo la igualdad bajo el lema de que «los más infelices sean los más privilegiados».

Y sostiene Umpiérrez: “En eso le doy la razón a los enemigos de Artigas, sí, era un anarquista.  Un tipo de anarquismo muy original y de los primeros, no había otros. No fue conspirativo como el de Babeuf, fue un movimiento popular masivo”.

Nota publicada en la edición 170 del periódico el eslabón

 

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