Chiche Massa. Las Madres dieron el presente en los tribunales provinciales. Foto: Franco Trovato.
Chiche Massa. Las Madres dieron el presente en los tribunales provinciales. Foto: Franco Trovato.

Las Madres se calzaron la remera de la causa por el Triple crimen y los familiares, vecinos y compañeros de militancia de Jere, Patom y Mono se pusieron la camiseta del Juicio y Castigo. Es que la sentencia ejemplar de este jueves por la masacre contra los pibes de Villa Moreno fue una muestra de cómo la experiencia acumulada, tras treinta años de lucha por la condena a los genocidas de la dictadura, está instalada en el imaginario popular y sus organizaciones.

Los actos por la aparición con vida en plena dictadura, las marchas contra la Obediencia Debida, el Punto Final y los Indultos, las movilizaciones masivas de los 24 de marzo, los escraches a los domicilios de los represores y las enormes concentraciones en los tribunales federales –al inicio y cierre de cada juicio oral y público por los delitos cometidos durante el terrorismo de Estado–, constituyen un backup registrado en la memoria del pueblo argentino. Ese bagaje da cuenta del profundo sentido pedagógico que tiene el proceso de juzgamiento a los criminales de lesa humanidad no sólo hacia las generaciones futuras, sino para las presentes.

La sentencia conquistada en los tribunales provinciales pone de manifiesto lo que se puede lograr con la organización social, con la capacidad de articular fuerza con otros, con la voluntad colectiva de poner todo lo que se tenga para que un hecho como el Triple crimen no sea escondido bajo la figura del “ajuste de cuentas” –como se lo pretendió ocultar al inicio de esta historia–, con la investigación y producción de pruebas, y con la creatividad militante de generar todo el “ruido” necesario para amplificar el reclamo e instalarlo en la agenda de la ciudad.

Para los pobres, para los excluidos, para los vecinos de Villa Moreno y el Movimiento 26 de Junio, para las Madres y el movimiento de derechos humanos; para las víctimas del sistema, ya sean estos Jere Patom y Mono, Franco Casco, Luciano Arruga, o los desaparecidos del terrorismo de Estado, la Justicia provincial o federal no es una institución de puertas abiertas, sino todo lo contrario, la justicia es una construcción social.

Opinión que acompaña la edición 172 del semanario El Eslabón.

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