Foto: Javier García Alfaro
Foto: Javier García Alfaro

Analía Guevara diseña indumentaria de forma autogestiva. Dibuja, corta, pega y cose prendas exclusivas y a medida. Vistió a Los Vándalos y a otros músicos de la ciudad.

“Pensé en vestirme bien y trazar un plan
pero es tan raro ver que ya no hay nada en el placard.
No tengo que ponerme, a esta altura fatal de mi propia soirée”
(Tengo tanto que hacer, Pablo Jubany)

El rock siempre anduvo buscando ( y exponiendo) su música, sus formas y su estética, como un estímulo más hacía sí mismo y de cara al público; tomando cosas de otras ramas del arte; del entretenimiento; de los movimientos sociales, como sucedió con los hippies; y la moda. Por décadas, músicos y bandas hicieron culto a su imagen; la tomaron como un juego o una provocación, o la incorporaron a su estilo de vida. Aún los indiferentes que no le dieron pelota a sus ropas definieron alguna forma de estética.

En el rock local, la irrupción de Los Gatos, en los años sesenta, no hubiera surtido efecto de igual manera sin los extraños pelos largos y las camisas de Nebbia, Fogliatta y compañía. Tampoco las boinas y los morrales de Baglietto en épocas de La Trova en Buenos Aires. Y menos en los ochenta; cuando grupos pop locales prestaron dedicada atención a la forma de vestir y a los raros peinados nuevos. “Te preparabas como una mujer”, alguna vez admitió Claudio Mottura, de Identikit. Y en los noventa, bandas como Shockenders, lucían sus cuerpos tatuados y jugaban con el brillo de la música disco. Otras como El Regreso del Coelacanto preferían las pelucas y la ironía en lugar de la pizza y el shampán.

Analía Guevara es “vestuarista de rock”, para etiquetarla. Diseña ropa e indumentaria. Hace prendas exclusivas y a medida, como contracara de la fabricación en serie. Viene aportando algunas modelos al género vernáculo, aunque admite que está volviendo a la actividad. Nació en zona sur. En Oroño y la Vía.  De chica, cuenta, por provenir de una familia humilde, se hacía sus propios vestidos con trapos. A los 18 años aprendió a coser en una fábrica de cortinas y ese suceso la impulsó en el rubro. Hace poco activó nuevamente su taller de Entre Ríos al 3700, donde también abrió su local (Hekana), que antes compartía con dos compañeras pero que de común acuerdo quedó al mando. Allí nos recibe.

—Les diseñaste ropa a Los Vándalos, para sorpresa de algunos
—Los chicos me convocaron cuando cumplieron 20 años y les hice el vestuario para el show de Willie Dixon. Yo los conozco de toda la vida, de cruzarnos en la calle. Flashée cuando me dijieron: “Negra, nos gustaría que nos hagas el vestuario”. Creo que con los viajes que hicieron (anduvieron por España y Cuba) se dieron cuenta que todo entra por los ojos, que tenés que venderte, que te tenés que producir…

—¿Qué les propusiste a Los Vándalos, qué pidieron ellos?
—Los Vándalos tenían ganas de ponerse un vestuario especial para ese show. Yo les propuse hacer algo muy loco: les quería hacer tapados de leopardo, bien llamativo. Y ellos me decían que no podían salir un día de jean y al otro día salir con un sombrero y con capas. Iba a ser demasiado. Entonces hicimos vestuario de camisas negras y bordes de brillos, con cadenas y pulseritas. Al Larva Bruscia, el guitarrista, le hice un cinto con tachas y conseguí una tela hermosa con arabescos, le hice una camisa y se animó a ponérsela. Pero el que más se animó, fue El Chino (Aguilar). A él le hice un pantalón elastizado brilloso.

—¿Pensaste sus ropas sobre el escenario?
—Claro, las luces tienen que ver también. Traté de combinar colores, el Chino tenía una musculosa verde, el mismo color que la camisa de El Larva; Pablo, el chico de la armónica, tenía unos tonos marroncitos; Popono llevaba un tapado negro con calaveras que pintó una amiga mía, estaba dentro de la misma gama, había también un azul eléctrico. Entonces, arriba del escenario, cuando las luces se prendían, se veía armónico; no era un cocoliche. Quedó buenísimo.

—¿Y ahora, vas a trabajar en el vestuario del nuevo disco de Los Vándalos?
—Vamos a ver si se da, ojalá. Vengo pensando algo pero sería para el show de presentación del disco. Está bueno, es gratificante ver el trabajo que uno hace arriba del escenario; además son muchos Los Vándalos, voy a tener que coser bastante (ríe).

 

Analía también realizó trabajos para teatro, para la obra Jettatore, en La Nave, y para el ciclo Historias Mínimas. También diseñó la ropa de la banda Municipal del Distrito Sur, de la Murga de los Trapos, de Ludueña; y para algunos integrantes de la murga Nacidos por Cesárea. Cuenta que trabaja con diseños y bocetos a mano y que a nivel digital apenas abre el facebook. El primer contacto para trabajar sus telas para el rock, fue cuando un amigo suyo le presentó a la violera y compositora Florencia Croci.
«Ella estaba comenzando con su proyecto Flor de Banda. Y me decía: «Yo voy a tocar en tal lugar, estos temas», entonces yo escuchaba sus canciones y veía que le podía hacer”, cuenta Analía, que también hizo prendas para el video de la Croci, Hablar en Inglés; y para su presentación en el 45 dB. Con el tiempo, la convenció para que usara nuevas ropas sobre el escenario. “Traté de imponerle los vestidos y las polleras, que no eran común en ella ya que siempre usó otras cosas, jeans, calzas y minifaldas; y además le gustan las capuchas”, reveló. Guevara, además, confeccionó la ropa de los músicos que fueron acompañando a la compositora, como el Negro Juan Flores y Brunito Ancánfora Greco, entre otros.

—¿A qué otros músicos te gustaría vestir?
—A mi gusta mucho como se visten los chicos de Rosario Smowing. Me encantaría hacerle los trajes a todos, más brillosos, más glamorosos. Y me gustaría hacerles sombreros. También me gusta la onda de Cuatrillizos Descartables, ellos también se animan y usan mucho la imagen y también se mueven en lugares donde la gente se produce más: no es lo mismo ir a bailar a García que a una fiesta de Planeta X. Otro que me gusta como se viste es Mendel Geller (uno que supo tocar teclados en Vudú), con sus pantalones oxford y sus camisas. Pero también me gusta hacerle ropa a mis amigos del barrio y a la gente que voy haciendo onda. Porque selecciono con quien trabajar.

—¿Y tus influencias en las vestimentas dentro del rock?
—Y… David Bowie, todas sus épocas estuvieron buenas. Últimamente está una finura el tipo, muy elegante. Los Rolling Stones, me gustan muchísimo. Usan unos vestuarios bárbaros, unos spolverinos de seda negros, una locura; me encantaría que Los Vándalos se vistan así, con esos brillos.

—¿Cuál es la clave para encontrar el estilo al vestir? ¿Y la moda?
—Eso se logra cuando conseguís que esa persona esté cómoda; por ejemplo, con una bermuda rayada como ésta, si es un hombre (e indica un modelo que tiene al alcance de la mano); puede combinarlo con zapatillas, sandalias u ojotas; y con esto pueda entrar a un bar lindo del centro o quedarse tomando un porrón en el tronco del árbol de su barrio.

¿Y por casa de los rockeros?
Según datos recabados por este cronista sobre el origen de las vestimentas en la escena del rock local, que hizo eje en la entrevista a la diseñadora Analia Guevara y su trabajo con Los Vándalos y Florencia Croci, nos propusimos consultar a otros músicos de la ciudad.

Con un estilo dark, y sobria elegancia, el músico Pablo Jubany, en diálogo con el eslabón, asegura que nadie le fabrica ropa a medida, ni que va seguido de compras. Y sorprende: “Me las rebusco con lo que me compré hasta 2008” (risas). Y vuelve con la idea. “No, en serio, es así posta. “De todas maneras –prosigue Jubany–, no conozco vestuaristas del rock propiamente dicho, no sé, la verdad. Está la gente de Domingo que suele vestir a rockeros locales”, señala. La marca, Domingo Yacht Club, es pretenciosa y extravagante y principalmente colorida, tal vez jugando con la psicodelia; por lo menos, es lo que puede percibirse por internet. Domingo viste a músicos como Popono, a Shocklenders, en su vuelta y a Coki Debernadi. El ex Punto G, alejado del look casual;  y de las pieles que solía usar en algunas presentaciones televisivas del pasado o de los “calzones” de su disco, Mi Parrillada; resulta más afinado y concreto en las estética del vivo;  que suele capturar el fotógrafo Maximiliano Conforti en cada show del músico oriundo de Cañada de Gómez. “A mí me da ropa la gente de Domingo”, dice Coki, consultado a través de facebook”, y agrega: “Pero también tengo muchas cosas mías, viejas” . El bajista Nahuel Antuña, se ríe cuando se le pregunta por la remera que lucía hace años en el video de Vudú, Alguien más, con una chalita de marihuana, “Ja, sí, qué loca esa remera”. Y cuenta sobre el carácter artesanal de aquella pieza y otras, que lució en los escenarios. “A mi siempre mi vieja me hizo a medida la ropa ya que es diseñadora. Desde chico uso pantalones de cuero y otros disfraces que me caen bien, jua”, cuenta Nahuel.  Pabliko, de Purple House, que estrenó video recientemente, le contó a este semanario cómo pegó en su placard el rap y el hip hop. “Cuando éramos más jóvenes, además de escuchar rap, patinábamos en rollers y nos mandábamos a armar pantalones con tiras, bien amplios. Con el pasar del tiempo, el uso de ropa ancha en la cultura se fue como achicando pero sin perder de vista el perfil deportivo o reluciente que caracteriza este vestuario. En Rosario, nos supieron vestir marcas como Fame y West Gang. Y Sismo, de Buenos Aires. Ahora usamos Baller, que es un vestuario más apuntado al basketball pero que patrocina parte del rap argentino. Preferimos usar pilchas copadas, a veces personalizadas, pero que tengan una pizca de glamour. Hoy en día quizás pegamos una buenas camisas o un buen pantalón, como si fuéramos a una fiesta y no tanto un look deportivo”.

Nota publicada en la última edición del Periódico El Eslabón.

 

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