Foto: Javier García Alfaro
Foto: Javier García Alfaro

A la redacción de El Eslabón llegó el dato de que en la librería Ross ya no se venden libros de escritores rosarinos y enseguida fuimos hasta allá para corroborarlo. Efectivamente, nada. “Esta ya no es una librería rosarina”, nos informó amablemente un vendedor del local. Entonces salimos a consultar a los actores involucrados. Escritores, editores y libreros opinaron y abrieron un profundo debate acerca de la compleja situación del mercado del libro, o de la falta de uno en la ciudad.

De este modo, la pérdida de una boca de expendio tan emblemática de libros hechos en Rosario y por rosarinos resultó ser la punta de un inmenso bloque de hielo. Debajo del océano, están los pulpos que silenciosamente van por todo. El vendedor tenía razón: la casa fundada por Arnoldo Ross ya no es más una librería rosarina porque desde hace un año pasó a ser una de las 25 sucursales que tiene en todo el país la cadena Cúspide, cuyo capital fue adquirido hace tres años por el Grupo Clarín. Cúspide es, además, una de las tres distribuidoras más grandes de Argentina y se sumó a las editoriales, imprentas, emisoras de radio y televisión, productoras y empresas proveedoras de internet y telecomunicaciones que tiene el monopolio Clarín.

Con el desembarco de Cúspide en Rosario se impuso una política empresarial excluyente que censura e invisibiliza una parte de la producción cultural que hace a la identidad de una ciudad y, por si fuera poco, en un lugar comercialmente estratégico como la Peatonal Córdoba, poniendo en peligro a las librerías rosarinas del centro, que desde hace tiempo vienen resistiendo la aplastante ventaja que tienen sobre ellas los grandes comercios del rubro instalados en los shoppings, como Yenny y Ateneo.

“Cuando Ross era Ross, llegaban los editores y hasta los propios escritores con sus libros bajo el brazo, los dejaban a consignación y tenían una mesa exclusiva donde se exhibían”, contó uno de los vendedores que conservó su puesto de trabajo en el traspaso de firma. Sobre la mesa donde en algún tiempo se exhibieron libros rosarinos hoy hay libros de una colección de bolsillo de Planeta, la editorial de capital español. Para que los escritores de Rosario vuelvan a ocupar ese lugar, aunque sea chiquito, el editor debe dirigirse directamente a la casa central en Buenos Aires y ofrecer a consignación un volumen de por lo menos tres mil libros para que sean distribuidos en todas las sucursales de la firma. La política de la empresa impone un mismo catálogo para todas las sucursales.

“Entrar a Ross hoy es lo mismo que entrar a una librería en San Isidro o en Temperley”,comentó el escritor y docente Marcelo Scalona, al ser consultado por el tema.
Por otra parte, Scalona también consideró: “Si vas a Ross sabés que vas a encontrar lo mismo que en la góndola de un supermercado. Autores rosarinos, olvidate. Y si sos un lector aguzado, fino, tampoco vas a encontrar lo que buscás.Y ni hablar de la clara tendencia del multimedio, antipatriótica, bah”.

Para comprobarlo, basta con pararse unos minutos en la vidriera donde se exhiben las novedades que ofrece el Grupo: La Dueña, 10K: la década robada, de Jorge Lanata, seguido de ¿Década ganada?; Fue Cuba, de Yofre; Matar sin que se note (Nisman Gate); Mundo Pro, otro libro sobre nazis; Lo que no dije de Recuerdo de la muerte de Miguel Bonasso, y 50 sombras de Grey. Ah, y un nuevo libro de Haruki Murakami, un escritor japonés que vive en Hawai y publica dos o tres títulos por año.

“A Cúspide la compró Clarín, y en el medio de esta polarización discursiva en lo político, la literatura no es ajena a eso. Yo hoy pasé por la puerta, vi la vidriera y es tremendo: son todos libros opositores al gobierno. Vos podés estar de acuerdo o no, pero es cierto que terminan por condicionar al lector con la llegada de determinados libros”, consideró el escritor y docente Marcelo Britos sobre el tendencioso catálogo que reluce en el escaparate de la peatonal.

“Es una de las librerías que más libros vendió de Ciudad Gótica” reconoció Ulises Oliva, quien junto a Sergio Gioachini llevan adelante esa editorial local. “Más allá de algunas cuestiones, siempre fue uno de los lugares más emblemáticos para la venta de libros; siempre fue Ross la que más se destacó en la venta porque tenía una afluencia de personas distinta al resto, y en ese sentido se siente la falta, pero no porque le hayan dado un lugar específico o de privilegio a los escritores rosarinos, salvo con algunos autores específicos”, aclaró el joven editor.
En el mismo sentido se expresó Britos, para quien “Ross no era la panacea de la promoción de la cultura rosarina, pero para no entrar en esa polémica, lo que sí es preocupante es que haya cerrado una empresa familiar en el mercado editorial. Acá en Argentina el apogeo del mercado editorial fue en los años sesenta y los que llevaron adelante esa época de oro fueron las editoriales que eran manejadas por familias, por eso Ross es un símbolo”, aseguró.

Ya no es lo que era

Más allá de los avatares y el desgaste que llevaron a la quiebra al emprendimiento familiar que data de 1937, la desaparición de Ross no pasó inadvertida ni para los escritores rosarinos, ni para los músicos y pintores, artistas e intelectuales que la habitaron, ni para los rosarinos que seguimos pasando por ahí y seguimos viendo libros en lugar de tomates.
“Ross es de las más emblemáticas librerías de Rosario y fue la primera que rompió con la estructura de librería para transformarse en un centro cultural. En los 60 y en los 70 a Ross iban todos los intelectuales argentinos que pasaban por Rosario, pero no sólo escritores, también músicos y pintores. Incluso también hubo movimiento ligado a la militancia, Arnoldo Ross era un intelectual y militante filo izquierdista y por aquel tiempo pasaron poetas de izquierda como Hamlet Lima Quintana, Armando Tejada Gómez y Jaime Dávalos, entre muchos otros”, enumeró Scalona, quien además dirigió una colección de narrativa, Adán sin costilla, de la Editorial Fundación Ross. “La quiebra de Ross termina con la tradición de que en Rosario las librerías importantes eran todas rosarinas. Ahora queda una sola, que es Homo Sapiens”, concluyó.
“Lo de Ross como editorial es un fenómeno. Para entenderlo hay que saber cuál era su política de edición. Silvina Ross viene del Frente Estudiantil Nacional (FEN) que tiene que ver con el giro que pegan los sectores medios en los 70 hacia el peronismo. Ross, por ejemplo, es el único sello editorial que hoy en la Argentina tiene las obras completas de Scalabrini Ortiz, y eso tiene que ver con la formación política de Silvina. No existe en Argentina ningún otro sello que tenga las obras completas de Rodolfo Kusch. También editó a Adolfo Colombres y a un montón de pensadores del campo nacional y popular y tuvo la capacidad de ponerlos incluso a riesgo de perder” rescató Esteban Langhi, politólogo y responsable de la editorial Remanso.

Clarín en Rosario

“Cúspide no es Cúspide, es Clarín, y hay que decirlo así, porque nadie lo sabe”, arrancó Perico Pérez, titular de la editorial Homo Sapiens, ante la consulta respecto del cambio en Ross. Y siguió: “La gente tiene que saber que cuando está comprando un libro ahí, ese dinero va a parar a Buenos Aires, al grupo Clarín; y que cuando compran un libro en una librería rosarina están apoyando a un emprendimiento local, que en general son los que le dan cabida a los escritores rosarinos. El tema es más profundo y no quiero caer en chauvinismos, pero siempre hay que defender la producción local”, señaló.

“El problema es mucho más profundo pero en Rosario han hecho un desembarco que llama la atención, porque tienen una política empresarial muy agresiva y sucede igual en muchas otras ciudades del país, es una ofensiva mayor. Y cómo termina esto, no lo sé. Estamos hablando de seis bocas de expendio de cadenas nacionales, porque de Yenny y Ateneo, como vinieron antes nadie dice nada, pero hacen todo muy dificultoso. Tienen mayor rentabilidad en relación a las librerías de la ciudad”, contó Perico, quien integra la Cámara Nacional del Libro.

Otro circuito

En algunas editoriales locales el desembarco de Cúspide no provoca gran preocupación. Se trata de emprendimientos que reivindican una apuesta a ediciones más cuidadas y a otros circuitos por donde viaja el libro de autor, de mano en mano, de librero a librero. También apareció la crítica ante la falta de un verdadero mercado editorial rosarino y un esquema adecuado de distribución en un escenario atomizado, en el que cada cual resiste los embates desde su lugar, pero en soledad.

“Nunca fue importante la cadena Cúspide ni otra cadena para nuestra editorial. No nos sirve, no nos conviene ni nunca nos acercamos. Preferimos organizarnos en un plan de distribución dirigida en sitios puntuales que puedan interesarse por nuestras ediciones, que quieran venderlas y mostrarlas”, reconocieron los jóvenes que dirigen Editorial Iván Rosado. “En Rosario estamos en nuestra librería y en tres más, es suficiente. En otras ciudades hacemos lo mismo, buscamos tener una comunicación un poco más específica con los libreros y no desparramar libros en vano”, afirmaron.

“Nosotros no tenemos problemas en dejar los libros en esas cadenas, pero buscamos proyectarnos de otra manera. Nos agradan aquellas librerías que ofrecen nuestros libros de una manera más personal. Se puede pensar como que nos interesa estar en un circuito diferente», sostuvo Liliana Ruiz, al frente de Baltasara Editora, que con mucho esfuerzo y el reconocimiento de sus pares, fortalecieron esos circuitos de comercialización por los que llegan a varias ciudades del país. No por ello deja de ser un caso excepcional. Por ahí viene también la queja del escritor Marcelo Britos, cuando planteó que “en Rosario nunca nos hemos preocupado por crear un escenario o un mercado interno, como la experiencia de Córdoba, por ejemplo, y ese es el gran problema de los escritores rosarinos, porque en definitiva el que se jode acá es el autor. Mis libros no están en ninguna librería rosarina”.

Por último, Nicolás Manzi, uno de los editores que dirige el proyecto artesanal Ombú Bonsai, sintetizó un poco la situación, desde una mirada más integradora y convocante. “Esto es un negocio que no se sostiene si no es en gran escala. Y como podés ver perfectamente, para que se vendan los libros no basta con que estén en las librerías. También se requiere un aparato de prensa al que tampoco tienen acceso las editoriales locales, porque la prensa también está monopolizada desde el centro. La gente compra la revista Ñ o el Radar y después lee los libros que estas publicaciones recomiendan. La industria del libro se basa en eso, pero esto no es el pecado mortal, sólo es el pecado venial. Lo repito siempre: el pecado mortal es no proponer para Rosario el localismo, o sea, la eterna mirada del rosarino hacia la metrópolis. Estamos fascinados con el centro, el rosarino es buenosairesdependiente. Rosario es el único barrio porteño al que se llega en avión, dijo Britos. O sea, que no estén nuestros libros en Cúspide es solo un dato más, no aporta nada”.

Nota publicada en la edición 184 de el eslabón

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12 Lectores

  1. Claudia Cartasso

    03/03/2015 en 11:08

    Este artículo parece ser más político que sobre un acontecimiento social, cultural sin duda lamentable. Que una librería tradicional rosarína fue comprada por un grupo poderoso no es novedad, pasa con los supermercados que sustituyen a las almacenes todos los días aunque no a todos. El asunto que no se relata es que nadie viene y te pone un revólver en la cabeza para que vendas, en general cuando un negocio se liquida es después de años y años de pésima gestión y ahí, cuando el cuerpo está agonizando, efectivamente caen los buitres. Pero recuerden que para que haya buitres antes tiene que haber muerto y ese muerto lo tiene que haber dejado morir antes alguien y alguienes que después se quejan de lo mal que los trata la vida. Si eso no se entiende seguiremos dividiendo el mundo entre los pobrecitos buenos y los poderosos malos y no es así: Para vivir en el sistema hay que saber integrarse al sistema como bien han sabido hacer otros. Bienvenidos al capitalismo, en esto estamos en esto nos tenemos que hacer duchos en sobrevivir. No sólo en mostrar lo malvado y desalmado que es Clarín.

    Responder

    • Lucio Buzzano

      04/03/2015 en 0:56

      Estoy absolutamente de acuerdo con vos, Claudia. Es lamentable que Rosario haya perdido una de sus librerías más emblemáticas, pero no se puede culpar a la empresa que la compró (sea Clarín, sea otra) por no querer mantener la antigua política. Cúspide no es Ross y jamás lo fue.
      Lamento que los escritores rosarinos hayan perdido uno de sus sitios de muestra y difusión, pero si Ross quebró, será talvez porque no ofrecía lo que la sociedad demandaba y el mercado (es decir, los rosarinos, que elijen qué y dónde comprar sus libros) decidió.
      Espero que esto contribuya al perfeccionamiento de las editoriales de la ciudad, para crecer con modelos económicos más viables, que den más trabajo a los rosarinos. No nos queda más que aprender de esto y usarlo a nuestro favor.

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  2. Juan Arce

    03/03/2015 en 13:03

    Hola Claudia. Sería interesante conocer el rubro en el cual tenés tu exitosa empresa. También sería muy bueno que promociones tus clases de gestión empresarial para no morir en el intento. O simplemente blanquees porque te olvidas, si tanto sabes del capitalismo, que el exito no depende sólo de la gestión sino de la competencia, y en este rubro en particular está muy concentrado la edición y venta. Esta es la explicación a lo que vos ves como una nota política. Saludos, y no defiendas los losmonopolios que te pueden llegar a dejar sin trabajo.

    Responder

    • ale

      04/03/2015 en 11:49

      Por favor muchachos hay que interiorizarse de lo que pasa antes de hablar. Doña rosa ya no existe más y los que quedan no han querido hacerse cargo de la libteria X diversos motivos tal vez y vendieron. Por que Juzgan?
      Los escritores rosarinos se acercaron a la gerencia de acúspide para llegar a un acuerdo?…. Creo que mi baño se tapó y la culpa la tiene Clarín….

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  3. Ana

    03/03/2015 en 21:31

    La culpa de que le haya ido mal a una librería y de que nadie lea escritores rosarinos es de Clarin? A eso se resume todo? Porque la culpa no es tambien de Yenny? No se, periodismo del barato y que retrasa.

    Responder

  4. Marta Berón

    03/03/2015 en 21:48

    Los vendedores de la librería Ross siempre se caracterizaron por ser reantipáticos (léase REFORROS, PQ NO HAY PALABRA QUE LOS CALIFIQUE MEJOR) con la gente…uNA LIBRERÍA TAN BELLA PERO NO ME DABA GANAS DE IR PQ NO TE ATENDÍAN COMO CORRESPONDE A UN VERDADERO VENDEDOR…VAMOS A VER SI AHORA APRENDEN Y CUIDAN SU TRABAJO..LAMENTO IGUAL QUE NO ESTÉ EN MANOS ROSARINAS

    Responder

  5. Maximiliano

    03/03/2015 en 23:20

    Muy buena nota. No muchos conocen el entorno de las librerias, sus dueños con sus negocios e intereses, sus estrategias de venta y lo que implica para autores locales que intentan dar a conocer sus proyectos. Con respecto a tu comentario Claudia, me parece simplista. Venderle el alma al diablo porque no te queda otra? Nooo. Integrarse al sistema no implica que uno deba hacer lo que hace el resto. Existen ideales, existen convicciones que permiten que se pueda ser distinto.

    Responder

  6. Jose

    04/03/2015 en 9:55

    Porque se pierde el tiempo criticando a los demas y no vemos un poco para uno mismo, las empresas llamense como se llamen o sean de quien sean, son empresas y tienen todo el derecho del mundo de comprar,adquirir y/o absorver otras empresas, que en este caso puntual de Ross estaba fundida, entonces lo que hay que preguntarse en vez de hacer politica o hacer comentarios muy livianos, es porque Ross estaba fundida, porque se llego a esto, si todos lo que opinaron supieran realmente como es el mercado del Libro entenderian muchas cosas.

    Responder

  7. hugo milito

    05/03/2015 en 1:08

    Lamentable y trágico para Rosario este tema que repite en lo cultural lo que en otras ramas de cartelización se produce (oligopsodios y supermercados, concentración financiera, etc incluso en la colonización cultural dependiente, ya en la versión «contra esto no se puede»)
    Mi homenaje a Arnoldo y Chiche, que ayudaron a cambiar el pñerfil cultural rosarino y a abrir nuevos cauces a la expresión cultural en un sentido amplio y popular , continuado en Silvina con la publicación de scalabrini y Kusch.

    Sólo un «enojo»: Meter en el artículo a un militante inclaudicable, honesto y consecuente (en todo caso con sus ideales originales montoneros y camporistas y peronistas -que aclaro, no son exactamente los míos -, me parece CARNE PODRIDA que no suma y confunde

    Responder

  8. Rubén

    05/03/2015 en 2:49

    Basta de echarle la culpa a Clarín por todas las cosas que pasan, parece que no pueden pensar por uds. mismos.

    Responder

  9. Sebastián

    05/03/2015 en 16:35

    Aparentemente el capitalismo le quitó a la izquierda un espacio de expresión. O eso dice este artículo.
    Yo me quedo con la idea de que la izquierda lo pierde porque sus militantes no supieron bancar la parada. Si es un símbolo, por qué quiebra? será porque mucha de la gente que no es directamente de izquierda prefiere comprar en cúspide? están perdiendo popularidad y esa es una miseria que no se le puede achacar a nadie. Clarín no obliga a nadie a comprar en cúspide. Sólo seduce, y la masa desinformada y poco crítica se deja seducir. El «problema» es ese. La masa de izquierda es cada día más ignorante. Esto es un simple reflejo de ello. Dejen de hablar de «censura»

    Responder

  10. Juan Gerlo

    05/03/2015 en 16:48

    Me llevo una grata sorpresa al ver que este diario digital es leído por sectores que solo me encontraba comentando notas de La Nación, Clarín, La Capital o la revista Cabildo. Celebro que amplíe su público y también aplaudo que los amigos de la mano invisible del mercado se banquen leerlo. Una verdadera alegría virtual. Bien por todos. Viva Perón!!!!

    Responder

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