Lutman debuta en la cancha literario y sale con libro nuevo bajo el brazo.
Lutman debuta en la cancha literaria.

El combativo ex jugador de Newell’s, que supo enfrentarse a Eduardo López y festejó un gol pidiendo cárcel para Videla, sale a la cancha de la literatura con su primer libro bajo el brazo.

Este personaje, que no le debe su nombre al malogrado líder de Nirvana sino al protagonista de las novelas romanticonas de Corín Tellado que leía su madre, empezó a colaborar a principios de la década pasada como cronista deportivo en el eslabón, periódico que además repartía a bordo de su bicicleta.

“Antes no escribía nada –admite– pero sí muchas de las veces en que charlábamos de fútbol con amigos decíamos que a todo eso estaría bueno escribirlo”.

Después de estar “parado” un tiempo, Kurt Lutman decidió que era hora de plasmar en papel las historias futboleras que desfilaban por su cabeza, y volvió a elegir estas páginas.

“El gran cambio fue cuando arrancó 2014, porque sabía que había un espacio donde podía poner lo que se me cantara las pelotas, con la forma que quisiera”, dice sin pelos en la lengua el ex volante que se metió en el corazón del pueblo leproso cuando se hizo público su enfrentamiento con el ex dictador Eduardo Jota López, al que –aunque no se jacte de ello– llegó a devolverle un sueldo tras enterarse de que sus compañeros no habían cobrado. Y remarca: “Es mucho más fácil decidirse a escribir cuando hay alguien que está esperando ese material que cuando ni siquiera sabés dónde publicarlo”.

“Más adelante, mi compadre Mariano Soso, que está dirigiendo al Garzilazo de Perú, me dijo: «Fijate que con lo que tenés capaz que llegás a las 100 páginas y con eso hacés un libro». Ahí me di cuenta que había escrito bastante y que estaba en un momento en que me podía hacer cargo de ese proyecto”, cuenta Kurt, quien el próximo jueves 19 de marzo presentará en sociedad su primer libro: El agua y el pez.

En tu cabeza hay un gol

Este rosarino, que nació en el siniestro 1976 y militó en la regional local de la agrupación Hijos, declara ser un verdadero devorador de textos que giran en torno a la pelota y admirador de la pluma de tipos como Alejandro Dolina, Eduardo Galeano y Juan Sasturain. “Arranqué leyendo El penal más largo del mundo del Gordo Soriano, que me voló los pelos, pero el que me partió la cabeza fue Área 18, del Negro Fontanarrosa”, subraya este hincha rabioso de la lepra que tiró el centro que derivó en el tanto del agónico empate rojinegro en un clásico ante Central –y lo festejó trepando a lo más alto del alambrado del Gigante de Arroyito– y confiesa: “Para mí, el mejor de todos, el Diez, es el Negro… más allá de que se equivocó de barrio” (Risas).

En su ópera prima, Lutman juega con la realidad como hacía con la pelota y en sus escritos hay una mezcla rara de ficción y hechos que sí ocurrieron. “Me salen así, agrego cosas que me hubiese gustado que pasen y juego con esa ventaja de que, como jugué al fútbol, hay cosas que pudieron haber pasado”, admite Lutman, y agrega: “Mi viejo me tiró hace poco: «No sabía que te habías peleado con Olivetto». Y la verdad es que eso nunca pasó, pero sí fantaseé con la posibilidad de que un árbitro le proponga un mano a mano a un jugador en pleno partido”.

Hablando de su padre, el Chiche, legendario entrenador de las divisiones menores rojinegras, fue el encargado de escribir el prólogo de El agua y el pez.

“Este libro tiene mucho que ver con mi viejo. Él fue el que me acercó al fútbol, que para mí es el juego sagrado por excelencia. Se dice que uno aprende desde el juego, desde lo lúdico; y yo aprendí todo lo que sé desde el fútbol”, sentencia.

La alegría de mi corazón

Además del fútbol, la Lepra y las luchas sociales, Kurt tiene otras dos grandes pasiones: sus hijos Juan y Francisca, quienes aparecen en la ilustración de la contratapa de su flamante obra. “Cuando Esteban Langhi –el encargado de darle forma al libro a través de Remanso Editor– me avisó que ya tenía el libro impreso, yo estaba con Juan y Francisca, que ya sabían que estaba por salir pero que cuando lo vieron no la podían terminar de creer. Ver las caritas que pusieron mientras tironeaban de uno de los ejemplares fue re loco”.

El agua y el pez es un libro con una veintena de textos, muchos de ellos paridos a partir de su publicación en el eslabón, y será presentado el jueves 19 –a las 19– en el mismísimo Parque de la Independencia. “La gente del Área de Cultura del club se copó y lo vamos a hacer en una de las canchitas de fútbol infantil en las que, hace más de 30 años, empecé a correr detrás de una pelota porque mi viejo daba fútbol ahí y yo lo acompañaba desde chiquito”, cuenta el ex mediocampista zurdo que supo vestir, además de la rojinegra, las camisetas de Huracán de Corrientes, Godoy Cruz de Mendoza, Campaña de Carcarañá y Unión de Villa Eloísa; y que se dio el gusto de disputar un Mundial Sub 17 con la Selección que conducía técnicamente Mostaza Merlo.

“Van a participar como panelistas José Pepucho Miazga, un categoría 77 que pasó por ñuls; Cristian el Pitu Melgarejo, que fue el mejor jugador que existió para muchos de nosotros (más que Messi); y Sebastián Santamaría, el hijo del gran Cucurucho. Después van a estar el Pali Pagliaretti (que actualmente toca en La Chiruza y es recordado por ser el único arquero que pidió un pancho en medio de un partido y cuando el papá se lo trajo se dio vuelta y le hicieron el gol) y el Beto Lesce, que son dos compañeros que le van a meter música al asunto”.

Lucha contra las dictaduras

Corría el año 2000 y el 24 de marzo se acercaba. Una fecha significativa para Kurt, cuando aún ni siquiera era considerada feriado nacional y –lo que era peor– los genocidas aún caminaban libremente por las calles, sin ningún tipo de justicia que los detenga.

Esa tarde en el Coloso, en un partido de reserva contra Belgrano de Córdoba, Lutman convirtió dos goles que no sólo sirvieron para el festejo de compañeros e hinchada, también fue un grito militante: el jugador exhibió la remera -que llevaba debajo de la rojinegra- con la frase que reclamaba “Cárcel a Videla y a todos los milicos asesinos”.

“Este libro sale parido en el marco del 24 de marzo que es donde se deben parir ciertos sueños”, dice.

Y si hablamos de autoritarismos, como olvidar el de los 14 años en el parque del temido Eduardo López. “Muchos me recuerdan por ser el loco que se peleó con López, y si bien yo no soy eso, hay un montón de gente que me pone en ese lugar”, comenta sobre el abanico de anécdotas que lo vinculan a enfrentamientos cara a cara con aquel mandamás de los años 90.

En primera plana

“La tapa la definí yo y refleja lo que es el libro”, explica Kurt. La imagen muestra en su parte superior una “invasión de la gente hacia adentro de una cancha”. “El contexto actual también refleja eso, que la gente ha saltado el alambrado y más de uno está nervioso”, añade.

En la parte inferior, casi como imitando el gesto de Kurt ante Belgrano, aparece Mauro Javier Amato con los brazos abiertos y una casaca, debajo de la de Atlético Tucumán, que reza “Aguanten las Madres”.

El delantero, que hoy se desempeña como entrenador en las inferiores de Estudiantes de La Plata, fue uno de los grandes compinches que le dio este “juego sagrado”, como denomina Kurt al fútbol. “Nos encontramos por primera vez en tierras correntinas”, dice en el cuento que le da el nombre al libro. Desde aquella oportunidad en que vistieron la camiseta de Huracán de Corrientes, no se separaron. “Con Mauro venimos hablando. Le fui mostrando las cosas que hacía, el cuento (El agua y el pez), y después le mandé el final de tapa apenas lo tuve, y al loco le gustó, pero le parecía muy fuerte”, cuenta Lutman.“Le expliqué que ya no somos eso, esto es parte de una fantasía y que estoy jugando con eso”.

Así, el ex delantero del Pincha le dio el visto bueno para ser el protagonista del relato. “Es un agradecimiento a él, porque aprendí una banda del loco”, destaca.

Desde Corrientes a Buenos Aires

El punto de encuentro entre Kurt y Amato en el Huracán correntino no estuvo aislado de conflictos y de hechos violentos. “Se dieron momentos muy fuertes, por un lado teníamos un equipazo pero a la vez teníamos mucho quilombo con los dirigentes”, recuerda el ex volante de la Lepra, y como para que quede claro, añade: “Hicimos un paro, que fue noticia en todo el país porque decidimos no subir al avión que nos llevaba a Buenos Aires para jugar contra Almirante Brown. Lo hicimos para que cobren los pibes y fue una verdadera revolución porque era algo que no se había hecho nunca. Fue como meterle un dedo en el orto a los directivos, que eran bastante feudos”, rememora. La experiencia en tierras chamameceras terminó de la peor manera. “Una vez me tiró un puntazo el preparador físico”, rememora aún extrañado Lutman, y concluye: “Ese mismo día armé el bolsito, me fui a la mierda y no volví más”.

 

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3 Lectores

  1. Eduardo

    17/03/2015 en 1:54

    Genio, ahí vamos a estar.

    Responder

  2. Miguel, de Venado Tuerto

    17/03/2015 en 8:27

    Kurt, felictaciones por el emprendimiento Tu historia vale la pena, y te queda mucho por contar, éxitos¡¡¡¡

    Responder

  3. Miguel, de Venado Tuerto

    17/03/2015 en 8:28

    Kurt, felicitaciones por el emprendimiento,pero seguro que te queda mucho por contar. Un abrazo,por mas historias futboleras como la tuya¡¡¡

    Responder

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