del sel

El Desubicado es un experimento de humor que supo publicarse una vez por semana como columna en un diario que sale todos los días y ahora se publica como columna semanal en un periódico que sale una vez por semana. Plantea una tensión estético-artística-hisópica (de hisopo, palito para escarbar los oídos de origen griego) entre la realidad y la ficción. Una tensión en la que por estos días pareciera que la ficción poco puede hacer ante una realidad que se apresta a ungir como gobernador a un mediocre contador de chistes llamado Miguel.Eeehhh… ¿por qué piensan en Del Sel?

Bien, traspasado el filtro del primer párrafo, quienes sigan leyendo podrán saber que El Desubicado se desarrolla en un parauniverso parabólico y protoparalelepípedo como una historia multidireccional que discurre en varios niveles de un campo de juego que, como se dijo, oscila entre la realidad y la ficción tomadas como las dos caras de una misma moneda que el doctor Magneto, líder de los mutantes malos, pretende dominar por completo.

Ojo, esto no es joda. Como se recordará, en X-MEN 3 o alguna de esas, Magneto abandona a Mystique, la sensual mujer azul con virtudes para el crimen y el camuflaje, luego de que ésta fuera involuntariamente borocotizada por un antídoto que le quitó esas cualidades que la convertían en una de sus mutantes predilectas. ¿Por qué no haría lo mismo Magneto entonces, por ejemplo, con un fiscal, como ya lo hiciera su colega The Joker con Harvey Dent?

No es joda

Como toda novela o guerra consta de personajes principales y secundarios. En un plano de sus existencias éstos son protagonistas de la historia que escribe el señor Abramovi, autor de esta columna (que no es Andrés Abramowski, su firmante, aunque algunos dicen que es éste el autor. En fin, no tiene importancia…).

El Desubicado es la estrella y el hazmerreír a la vez, como el mismísimo Marley en  cualquiera de sus programas. Pero tiene otras atribuciones como la impunidad que ilumina y corroe a la vez su cálida sensatez. Y tiene –es un personaje de ficción– el poder El Desubicado es un experimento de humor que supo publicarse una vez por semana como columna en un diario que sale todos los días y ahora se publica como columna semanal en un periódico que sale una vez por semana. Plantea una tensión estético-artística-hisópica (de hisopo, palito para escarbar los oídos de origen griego) entre la realidad y la ficción. Una tensión en la que por estos días pareciera que la ficción poco puede hacer ante una realidad que se apresta a ungir como gobernador a un mediocre contador de chistes llamado Miguel. de volar, morir, resucitar y etc que a cualquiera le encantaría detentar.

O sea: El Desubicado es medio pelotudo pero si quiere vuela. Ja.

Otro personaje es el doctor en cotidianología protoparalelepípeda –en rigor licenciado, pero se deja llamar doctor como la mayoría de los abogados– Luis Güis Kelly. Algo así como el Dean Martin de Jerry Lewis pero con severos problemas con la bebida a los que podrían sumarse otros con la edad (ya tiene 8 años, mucho para un personaje de ficción que además tiene vuelo propio y viene pidiendo pista para más que un spin off). Por estos días anda medio rebelde con el señor Abramovi y se han ido a las manos con victoria para el doctor.

También está Filoso Fofó, que era payaso y analista político de este circo, pero el stand up lo mató y ahora es consultor político y dibujante de encuestas.

Esta nueva versión (¿?) de El Desubicado condimentada por las particulares especias de la huerta electoral también contará con la participación estelar de El Bigote de Mauricio, que éste afeitara de su labio superior. Apenas llegado de la ciudad autista de Buenos Aires, el Bigote supo orlar el bajonariz del señor Abramovi hasta que su señora lo conminó a afeitarse. No obstante, el autor le mantuvo su puesto al Bigote –dicen que ad honórem– dentro de esta columna sólo para demostrar que tiene más onda que, por ejemplo, Mauricio. El Bigote, empero, debe rebuscárselas como pueda y hace changas: en la campaña anterior estuvo trabajando en un afiche de Ricardo Alfonsín y hace poco empezó unos reemplazos en el labio superior de Aníbal Fernández, convocado por el Bigote de este último que necesita despegarse un poco los helados y choripanes con chimi que le impregna su goloso e hiperkinético patrón.

Otros personajes que han sabido aparecer y podrían volver –el regreso de Darío Lopérfido a la vida pública habilita hasta la vuelta de Corach, si es que estuviera vivo aún– son Ariel Rotweiller, el secretario general de la PPP (Perros Potencialmente Peligrosos); Yoli, la Fantasma del Palacio de Los Leones; el Pulpopol, una pelota; el apellido de Daniel Osvaldo, o sea, casi cualquier cosa puede ser un personaje de esta columna (se recuerda en la versión anterior que un tal Carlos Felice lo fue a pesar de que nadie sabe quién es y algunos especulan con que sólo existe en los afiches).

(¿O ya se descubrió quién es?)

En fin, también, en algún sentido al menos, El Desubicado es un experimento que intentará convertir cierta bronca imperante en algo más inteligen…

–Discúlpeme, señor Abramovi, pero esto último es muy pretencioso y casi kitsch por lo lanatoso. Parece una redacción de un quinceañero, novaresiano le diría.

–La puta que te parió, Güis Kelly, ¿quién te dijo que te despertaras? Loco, no me dejan escribir una puta columna en la que no aparezcan ustedes, mierdas…

–Haga lo que quiera señor Abramovi, pero si quiere hacer algo inteligente con la bronca no tiene que escribirlo, tiene que hacerlo. Just do it.

–Pero soy un autor de esta columna, forro. ¿Qué querés que haga?

–¿Vio? Me está agrediendo… falta que empiece a postear cosas contra mí en el face. ¿Es forma de tratarme, señor Abramovi? ¿Y la inteligencia que bla bla bla?

–Puede fallar, diría Tu-Sam, jajaja –intenta evadirse el autor.

El Desubicado es un experimento de humor que supo publicarse una vez por semana como columna en un diario que sale todos los días y ahora se publica como columna semanal en un periódico que sale una vez por semana. Plantea una tensión estético-artística-hisópica (de hisopo, palito para escarbar los oídos de origen griego) entre la realidad y la ficción. Una tensión en la que por estos días pareciera que la ficción poco puede hacer ante una realidad que se apresta a ungir como gobernador a un mediocre contador de chistes llamado Miguel.

–Jajaja la pindonga. Mire, yo no quiero cagarlo a puñetes como el otro día, pero usted como autor de esta columna se tiene que hacer respetar por lo que hace, no por lo que escribe.

–La verdad que no te entiendo, me parece que me estás boludeando, Luis –. El señor Abramovi respira, bufa y sentencia gimiendo sorda e indignadamente: –Pelotudo.

Güis Kelly sonríe sabiendo que ya ganó: –Bien, yo soy un pelotudo. Okey. Pero le digo algo más y me rajo de este culebrón berreta que me está haciendo interpretar. Si usted, señor Abramovi, quiere hacer algo inteligente con la bronca no tiene que escribir eso como si fuera una frase de autoayuda en el espejo. Hágalo y punto. Menos bla bla, frastraslafra y tajaí.

–Algo me dice que tenés razón…

–Debe ser la palabra tajaí, que es muy convincente. Seguro Masita pagó millones al publicista que le diseñó la campaña tajaí. Se viralizó por todos lados, todo un éxito, hasta He-Man aparece diciendo tajaí.

–Pasa que estoy muy inseguro últimamente…

–Pobecito el señor Abramovi… Mire, vaya y hágase un chequeo, fíjese cómo anda de nafta. Y después dedíquese a lo suyo que para los chistes estamos nosotros. Vaya.

–¿Te parece Luisito?

–Vaya jefe… –aconseja Güis Kelly mientras acompaña al autor de esta columna hasta el palier del trigésimo octavo piso del lúgubre edificio de oficinas donde se produce El Desubicado. Despide al jefe en el ascensor, vuelve a la oficina, agarra el teléfono, marca un número y apenas lo atienden dice: “Decile a Miguel que mande las putas ahora”.

(Eeehhh… ¿por qué piensan en Del Sel?).

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