Foto: Télam
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Gremios que representan a los trabajadores que más ganan, en su mayoría del transporte, realizarán el próximo martes un paro nacional en reclamo de una modificación del tributo antes de negociar paritarias. Un tema recurrente que impacta en la reconfiguración del mapa sindical.

Antes de sentarse a discutir paritarias, gremios privados que representan a los trabajadores en relación de dependencia que más ganan, con adherencia del sindicalismo opositor, realizarán este martes 31 la primera protesta nacional del año con el principal y legítimo reclamo de una modificación del impuesto a las Ganancias. La paralización del transporte garantizará la contundencia de la medida que exige “respuestas” al gobierno y aparece como un llamado de atención para los candidatos presidenciales en plena campaña electoral. De todos modos, que la principal preocupación de un sector sindical crítico del gobierno sea el mínimo no imponible de la cuarta categoría muestra que el panorama laboral, después de un 2014 complejo, no es tan “catastrófico” como se lo pinta.

El ministro de Economía Axel Kicillof aseguró que en la Argentina “se armó una especie de fetiche con el impuesto a las Ganancias” y recordó que ese gravamen fue puesto por el ex presidente Juan Domingo Perón. El tema Ganancias se volvió recurrente en los últimos años y el kirchnerismo tiene responsabilidad en esto. Primero porque generó las condiciones económicas y sociales para generar empleo y que un sector de los trabajadores perciba vía paritarias salarios altos. Y segundo, como contrasentido, porque no promovió una reestructuración profunda del sistema tributario y, frente al pressing gremial, eligió el camino de los parches con retoques anuales para el piso salarial a partir del cual se paga Ganancias, en la actualidad fijado en 15 mil pesos.

Hay cierto “fetichismo” al presentar el reclamo de Ganancias como “el tema que más aqueja” a los trabajadores. El impuesto a las Ganancias no es un problema del conjunto de los trabajadores. El tributo afecta a poco más del 10 por ciento (950 mil) de los trabajadores registrados (8 millones), y al 8 por ciento si se cuentan además los tres millones de empleados en negro. Hay dirigentes sindicales que hablan de cifras con total liviandad y mezquindad, sin tener en cuenta que el promedio salarial en la Argentina ronda los 5.500 pesos. Llamarlo “impuesto al salario” o “impuesto al trabajo” significa que “todos” los salarios son alcanzados por Ganancias o que “todos” los trabajadores pagan el impuesto. Y no es así, aunque a la mayoría de los trabajadores le gustaría tener sueldos más altos.

Para el gobierno, Ganancias es un impuesto progresivo, uno de los pilares de la recaudación fiscal, que se aplica en todos los países del mundo, incluso desde salarios más bajos. En lugar de pedir que esté mejor distribuido y que haya una reestructuración de las escalas, que sea más equitativo para que el que gana 15 mil pesos no pague lo mismo que el ejecutivo que gana 100 mil, muchas veces el principal reclamo sindical es su eliminación lisa y llana. Si se elimina, la presión recaería sobre los impuestos más regresivos. El sindicalismo opositor más otros gremios de peso, con el apoyo de los medios masivos de desinformación, lograron instalar que el impuesto a las Ganancias es malo. Son los mismos sectores que luchan “por una sociedad más justa y una mejor distribución del ingreso”.

Una minoría de los trabajadores hace un paro contra Ganancias que afecta a la mayoría de los trabajadores que no están alcanzados por el tributo. Cada vez que los gremios lanzan una huelga por Ganancias enganchan otras demandas para tratar de amplificar la adhesión a la misma y que no quede como un reclamo exclusivo.

“Paramos por Ganancias pero también contra la inflación, el desempleo, la inseguridad”, argumentan los gremios que piden un aumento del salario mínimo alcanzado por Ganancias y a la vez un incremento de las jubilaciones. ¿No es una contradicción pedir al Estado que recaude menos e invierta más?

La mayoría de los gremios privados aún no abrió paritarias. En algunos casos, para no quedar como sindicato “testigo”, arreglarán acuerdos salariales transitorios para estirar las definiciones. Los gremios que representan a los trabajadores que están en la parte más alta de la pirámide salarial quieren primero actualizar Ganancias y después sellar un aumento de haberes. La estrategia, aunque parezca una contraposición, es acompañada por los empresarios, ya que de esta manera entienden que bajaría la conflictividad en torno a este tributo y quitaría presión a las negociaciones salariales por venir.

Con el estancamiento de la actividad, la calma cambiaria, la baja en la cotización de los granos y la efectividad de Precios Cuidados, el nivel inflacionario viene desacelerando y anticipa un escenario menos belicoso que el de 2014 para la negociación de aumentos de salarios en paritarias, que marcaría una recuperación del poder adquisitivo. Como adelantaron las negociaciones de docentes y estatales, los incrementos promediarán el 30 por ciento en 2015 mientras proyecciones inflacionarias públicas y privadas estiman una suba del índice de precios al consumidor entre 15 y 25 por ciento.

Un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) señaló que las paritarias de este año deberían ser del 46 por ciento para que el 30 por ciento de un eventual acuerdo se haga efectivo en los bolsillos de los trabajadores que más ganan, al señalar que el 16 por ciento restante estaría afectado por el impuesto a las Ganancias. Por eso, para los empresarios, Ganancias “distorsiona” las paritarias; y por eso, el sindicalismo opositor intenta establecer que los aumentos de este año deberían rondar el 40 por ciento.

Transporte al paro

Dirigentes de gremios del transporte ferroviario, automotores, aeronáuticos, camioneros y náuticos convocaron a un paro para el martes 31 en reclamo por el impuesto a las Ganancias y, a la vez, persiguen la aspiración de alcanzar la unidad del movimiento sindical, hoy dividido en cinco centrales obreras. Los trabajadores bancarios y de la industria aceitera –con epicentro en la zona portuaria de la ciudad y la región– se sumarán a la medida. En Rosario, los municipales adhieren. No habrá recolección de residuos, aunque sí habrá servicio de taxis y las estaciones de servicio despacharán combustible con normalidad.

Un vez que los colectiveros de la UTA confirmaron la huelga, las centrales obreras opositoras explicitaron su adhesión. La demora en hacerlo fue para evitar dar un paso en falso como ya les ocurrió en otra oportunidad.

La CGT de Moyano fue más allá y, sin micros ni trenes, se animó a lanzar un paro nacional y amenazó con nuevas medidas de fuerza.

El paro del 31 es por una demanda sectorial que toma fuerza en un año de elecciones presidenciales. La huelga mostrará una reconfiguración del mapa gremial que se viene formateando desde hace un tiempo. Parece desdibujarse lo de CGT oficialista y CGT opositora para darle lugar a dos grandes bloques sindicales por actividad, uno conformado por gremios del transporte y otro por los de la rama industrial, que triplicaron sus afiliados gracias a las políticas de la última década, como los metalúrgicos de la UOM, los mecánicos de Smata y los albañiles de la Uocra.

Para estos gremios, donde se apoya el gobierno, Ganancias es una cuestión a atender pero no aparece como prioridad. Este grupo sindical priorizó el diálogo por sobre la confrontación y obtuvo algunos resultados. Los gremios del transporte, en cambio, fueron al choque. La UTA y los maquinistas de La Fraternidad, incluso, están en la CGT-Caló. Aunque en su táctica y estrategia, priorizan coincidencias con opositores y amilanan las diferencias. Los que integran este bloque, no exclusivo del transporte, están identificados bajo el mismo reclamo contra el impuesto a las Ganancias.

Fuente: El Eslabón

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