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Foto: Maximiliano Conforti

La agrupación local acaba de publicar dos maxis con adelantos de lo que será su primer disco.

En «El trabajo alienado» (Manuscritos económicos y filosóficos, 1844), Karl Marx plantea que el trabajador asalariado concibe a su actividad como extraña y al producto de su trabajo como ajeno. La relación de éste con los hombres también se ve afectada como consecuencia de su relación consigo mismo, y paradójicamente, éste hombre sólo es hombre en sus funciones animales. Probablemente, Marx jamás haya escuchado alguna de las canciones que los esclavos africanos cantaban en masa en las plantaciones de tabaco y algodón en el sur de los Estados Unidos, las cuales darían lugar al blues, padre del género musical más importante del siglo XX: el rock and roll.

A su vez, probablemente Marx jamás imaginó que Londres, ciudad en la que produjo gran parte de su obra, sería el epicentro de diversas tribus urbanas forjadas a partir de su sentido de pertenencia a la clase obrera. Tal es el caso del mod, jóvenes que en la década del sesenta no sólo sentían inclinación por el buen vestir, las peleas a puño limpio y la cerveza, sino también por la música negra producida en Estados Unidos. Estos jóvenes, que habitaban en los barrios bajos juntos a inmigrantes jamaiquinos conocidos como rude boys (chicos rudos), radicalizarían su postura para diferenciarse de los hippies, también surgidos en los sesenta, pero de origen burgués. Y darían lugar al genuino movimiento skinhead, que estaba constituido tanto por negros, judíos y jóvenes de diversas etnias y credos, siempre que éstos pertenecieran a la clase obrera y se ufanaran de ello (no confundir con boneheads, skinheads racistas). Estos jóvenes, más tarde se verían seducidos por la contracultura punk y crearían su propia versión con una singular cosmovisión: el street punk (punk callejero). En esta tradición podría ubicarse a Club Social y Destructivo (CSD), banda local que con sólo dos años de actividad no cesa de acumular presentaciones en vivo y ha publicado de manera independiente dos maxis: #1 y #2.

Cuando consultamos a Roky Bigiolli –maestro de grado, vocalista y guitarrista de CSD– por este auge productivo, explica que tanto él como Gustavo Quintana, técnico audiovisual y bajista de la banda, estuvieron mucho tiempo distanciados de los escenarios. Y la necesidad de hacer música “se volvió cada vez más imperiosa”. Roky formó parte de Ideales No Perdidos (INP) , legendaria banda hardcore punk disuelta en 1994; en tanto que Gustavo tocaba en los también desaparecidos Payasos Tristes, uno de los grupos pioneros del street punk, también conocido como oi!, de Rosario. La banda se completa con Paco Petrocelli, diseñador gráfico, tatuador y primera guitarra, y Facundo Sánchez, electricista y batero. Aunque Roky aclaró que las baterías que se escuchan en las grabaciones estuvieron a cargo de Cristian Papalardo, ex The Broken Toys, que decidió dejar su impronta antes de abandonar el proyecto.

El equipo de grabación estuvo compuesto por Eloy Quintana, hermano de Gustavo y actual Trova Maldita y ex miembro de Zona 84, Coki & The Killer Burritos y Fito Páez, quien ejerció de productor artístico; e Ignacio Molinos, coordinador del sello Soy Mutante, que auspició de ingeniero de sonido. Uno de los pocos, sino el único, productor e ingeniero de grabación casi abocado exclusivamente al universo del punk en la ciudad, y que Roky se refirió a su convocatoria como “la mejor decisión que podíamos tomar”, y con quien planean grabar un tercer maxi en el transcurso de este año. Entorno a la modalidad de edición, maxis virtuales con descarga libre y gratuita, compuestos por dos canciones cada uno (#1: Asunción y Retrochute, y El pescador y Fuego en #2) Roky dijo que “por un lado tiene un trasfondo estético, ya que emula a los maxis de siete pulgadas que tuvieron su auge en los cincuenta y los sesenta”, pero que por otro lado “también tiene que ver con una urgencia, conseguimos el dinero, grabamos y publicamos; la idea es que eso después tome forma de disco”.

Con respecto al sonido de la banda, Roky se encargó de enfatizar que ninguno de los miembros se piensa a sí mismo como músico. “Cuando Gustavo me convocó para que tocara la guitarra me sorprendió muchísimo porque yo siempre había tocado el bajo. No sé si hay otro género, que no sea el punk, que te permita eso”. “De todos modos, nuestra búsqueda pasa por diferentes lugares, no nos quedamos en el punk, nos gusta el rock en muchas de sus diferentes vertientes, escuchamos desde T-Rex a los Redondos, estamos grandes y no nos sentimos cómodos anclándonos en un género”, enfatizó el vocalista, quien a su vez remarcó que otro síntoma de madurez tiene que ver con las letras, “no apelamos a la bajada de línea directa, sino que preferimos contar historias y que en ellas aparezcan los mensajes”.

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