Del Sel

Entre la desazón y el desconcierto, aunque ya no la sorpresa, buena parte del progresismo, la izquierda y la militancia virtual descargó su bronca en las redes sociales tras el triunfo de Miguel del Sel. Algunos ya amagan con irse “a vivir a otro lado”, y exigen en Facebook –con la dificultad que plantea para eso el hecho de que “los amigos” suelen rumbear por umbrales ideológicos similares al de uno– que “den la cara y se hagan cargo los que lo votaron”. No faltaron los que en su afán de descalificar al ex Midachi, cayeron en la gorileada de negar el derecho de cualquier hijo del pueblo a ser candidato –sea cómico, rocker o tornero–, en una suerte de reedición del voto calificado trasladado en este caso al postulante. “Cuando un pronunciamiento colectivo nos desagrada, cuando contradice severamente nuestras propias posiciones, el camino no es suponer que ese voto con el que discrepamos es producto de la mera confusión o la necedad absoluta”, escribió en medio de la confusión, en su muro, el filósofo y docente de la UNR, Juan Giani, a quien convocamos para profundizar el debate, y ante la necesidad de pensar por qué el más fiel representante del neoliberalismo en estas internas santafesinas, el pollo provincial del empresario Mauricio Macri, se impuso en las urnas.

―¿Hay una suerte de indignación entre sectores del progresismo, la izquierda y la militancia con el triunfo de Miguel del Sel, qué opinión tenés al respecto?
―Esto no empezó ahora, sino en 2011. Lo que está claro es que el avance político de Del Sel no es un acontecimiento momentáneo, es la tercera elección en la que se presenta con números muy buenos. Y de hecho está objetivamente cerca de ser gobernador, aunque veremos qué pasa. Ante eso me parece que la primera actitud no puede ser despreciar a sus votantes. La primera actitud debe ser respetuosa, por un principio básico de la democracia que es el respeto a la voluntad de la mayoría, por lo menos una mayoría circunstancial. Del Sel es una figura que por cierto tiene facetas que a algunos nos irritan un poco, que tiene que ver con declaraciones que ha hecho o con el movimiento político que él representa. Porque De Sel será un hombre que viene de la no política, pero forma parte de un proyecto político con ideas muy claras, que tiene reivindicaciones de principios del neoliberalismo, sobre esto no hay que abundar mucho. Me parece que hay datos, sobre una elección que él hizo, que tienen que ser debidamente pensados.

―El ex Midachi aparece como un emergente de ese fenómeno que algunos definen como la antipolítica, ¿cómo explicás esa historia de hacer algo desde la negación de ese mismo hacer?
Se habla que Del Sel, que en parte es cierto, es antipolítico. Pero efectivamente nadie puede reivindicar la antipolítica, porque la política es lo que permite transformar, mejorar la vida de los pueblos. Los que tenemos militancia y un trabajo de años, reivindicamos esa práctica, la preparación, el esfuerzo continuado. La idea de la antipolítica es peligrosa, pero también es cierto que hay comportamientos de la clase así llamada política, digamos profesional, tradicional, o más instalada, que son prácticas cuestionables. Y hay veces que las sociedades eligen como mecanismos de castigo opciones que nos pueden incomodar, pero que son las opciones que tienen a mano en cada momento. Me parece que a eso también hay que considerarlo a nivel autocrítico. Yo también pienso que cuando una persona vota a un candidato no lo hace porque todo le parece bien. Alguien puede depositar un voto en una persona aún a sabiendas de sus defectos, sin embargo en ese momento prefiere votarlo por alguna de sus virtudes más importantes.
Todos, vos y yo, no hacemos eso. Votamos a una persona porque en un momento determinado sus virtudes nos interesan más que sus defectos. Eso hay que pensarlo bien, porque a veces pensamos entonces, que una persona que vota a Del Sel es una persona misógina. Hay que ser más finos, más cuidadosos en el análisis. Porque en definitiva son muchas personas, que son santafesinos que en todo caso hay que intentar convencer de tomar un camino mejor.

―Otro componente que puede haber pesado es el alto nivel de conocimiento, la popularidad de Del Sel, con un cien por ciento de conocimiento entre los santafesinos. ¿Creés que pudo ser así?
―Yo iría un poco más adelante. No sólo diría que es una persona conocida, sino que lo es por humorista, que no es una cosa menor. El humor genera afectividad. Las personas que conocemos por una determinada actividad, como el deporte, son actividades que despiertan simpatía. Uno dice, ojo, atención, no se puede votar a una persona solamente porque le despierta simpatía. Ahora, es un muy buen mecanismo de entrada. Es una muy buena carta de presentación. La persona tiene, de entrada, un contacto con las otras personas mucho más intenso que cualquiera, que le viene de una actividad, en este caso como humorista, que por otro lado no tiene nada de malo. Claro que cuando esa persona decide pasar a la política, y eso es lo que en todo caso yo en lo personal le cuestiono a Del Sel, tiene que munirse de mayores elementos programáticos, tiene que transmitir ideas más claras. Cuando uno escucha sus declaraciones políticas y son precarias, insuficientes; por lo menos a mí me molestan, no las comparto para nada. La tarea de sus rivales debería ser exigirle definiciones, puntos de vista. Lo hacemos a partir de una potencia electoral que él tiene, que es así, ya es historia vieja. No hay que verlo desde una visión de que el elector que lo acompaña está confundido. Es una forma de ingresar a un vínculo político, se llama carisma a veces. Cierta forma de generar acompañamiento a través del afecto. Eso no es cuestionable en sí mismo. Se debe pedir más, esto no alcanza, es insuficiente, discutamos de política.

―¿Cuánto pensás que pesa el hecho no sólo de que sea conocido sino que venga del universo de los medios de comunicación? Cuestión que comparte con Anita Martínez, surgida también de la TV, y que entiendo se ve potenciado con el sistema de Boleta Única que da mayor preeminencia a la imagen por sobre otros atributos de los candidatos
―El acceso a los medios es una gran ventaja. En lo personal siempre he sido muy crítico del sistema de Boleta Única, entre otras cosas por esto, porque invita a buscar conocidos y no dirigentes. En sí mismo no está mal, ahora si es una tendencia generalizada estamos en un problema, como pasó en esta última elección donde todos los partidos buscaban periodistas, actores, deportistas. Ahí sí me parece que hay una responsabilidad del sistema electoral, porque promueve eso. No es un hecho aislado, el sistema promueve esos comportamientos.
En el caso de Anita Martínez, ahí también hay una cuestión política. Para mí está claro que Anita Martínez logró concitar la simpatía de un sector social que estaba enojado con Mónica Fein y con el Socialismo y no venía encontrando otra opción. En lo personal preferiría que la opción no sea Anita Martínez. Pero las históricas oposiciones al Socialismo en Rosario nunca lograban construir una opción, bueno ahora apareció Anita Martínez, entonces me parece que hay una responsabilidad del resto de las oposiciones para decir bueno en qué estamos fallando para generar un espacio vacante, que lo ocupa una persona, que al igual que Del Sel, es alguien que genera cierta simpatía pero de una gran precariedad argumental. Qué haría con la ciudad Anita Martínez, la verdad que nadie sabe, y lo que sabemos nos preocupa. Ese cuestionamiento es una posición ideológica que yo reivindico, es decir, cuestionemos eso, pero también pensemos en qué nos hemos equivocado para que ese hueco lo ocupe Anita Martínez. La actitud del dirigente no tiene que ser decir: cómo me enoja el que votó al que no soy yo. No. Debe ser: ¿en qué fallé yo para no haber sido el canal para ese voto?. Esa es la discusión que corresponde, al menos en primera instancia.

Fuente: El Eslabón.

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