Foto: Carlos Saldi.
La esquina de Mitre y Mendoza durante el segundo Rosariazo, en 1969. | Foto: Carlos Saldi.

Yo no sé, no. El saco y corbata resultaba molesto llegado el mediodía. Era el año en que Pedro lo empezaba a usar diariamente para ir al colegio a la mañana. Para colmo, no se lo podía sacar hasta subido al bondi porque si no lo sancionaban. Esa mañana, llegó hasta la Bola de Nieve (Córdoba y Laprida) y tuvo que doblar apuradito hacia el 52 porque a pocas cuadras había un tole tole de aquellos.

En la radio, tanto Ñaró como Thompson & Williams tenían sus programas musicales por la noche. Eran los que casi monopolizaban la venta de todo aquello que se refería a saquerlis y corbatas. En el barrio, se usaba sólo en ocasiones muy particulares: si no era un velorio, era algún acontecimiento especial y cuando a uno lo veían le preguntaban “¿sos el padrino?” o “¿sos el novio?”.

Esos días de mayo del 69, un grupo de jóvenes –y no tan jóvenes– con corbata se enfrentaban a la caballería en pleno centro. Luego se anotaría en la revuelta algún que otro descamisado. Los jefes de los de la caballería también usaban saco y corbata como el comisario de la 22, que ya era temible por aquel entonces. Una noche, a Pedro y a su amigo Carlos los paran en la puerta del Superior exigiendoles que muestren la corbata. Carlos la pasó mal porque no había hecho tiempo –en el laburo se la había olvidado– y medio que lo verduguearon en la puerta y no lo dejaron entrar.

A la semana de ese hecho el colegio estaba tomado y la asamblea exigía la renuncia de los directivos trajeados de la dictadura y también proponía la no exigencia de saco y corbata como parte del uniforme, batalla que se ganó y duró hasta poco antes del 24 de marzo del ’76.

Vendría una noche que pasaría a la historia como La Noche de las Corbatas, donde, si la memoria no me falla, se chuparon a un montón de abogados defensores de los derechos humanos, entre otros.

El otro día, Pedro, mientras escuchaba el noticiero de la radio que decía: «Ahí, en las imágenes, aparece el responsable de la violencia y es el de gorrita», me mira y me dice: “La verdad que se olvidan de identificar a los otros, que con saco y corbata dirigen empresas, y muchos de ellos van, no a la popular, si no que te los podés encontrar en los palcos. Porque para mí –seguía diciendo Pedro– son de los que con saco y corbata nos PRO-ponen un país para pocos, y eso también es violencia, y una educación con uniforme de sacos y corbatas bien disciplinada. La verdad que añoro a los sacos y corbatas de las revueltas, la que empezó en Corrientes, siguió con el rosariazo y, en Córdoba, junto a los trabajadores, salieron a la calle pidiendo más democracia, menos violencia y más pan, patria para todos”.

Fuente: El Eslabón

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