Adolfo Corts, quien desde hace más de una década registra sonidos de la ciudad, ahora se dedica a grabar goles relatados anónimamente y por cualquiera que se anime. Y los cuelga en la red.
El Corcho –que así es como todo el mundo conoce a este personaje que no sale sin (al menos) un grabador en el bolsillo– es el creador del proyecto Sonidos de Rosario, un sitio que “almacena registros acústicos de la ciudad, clasificados y catalogados según su temática, lugar de grabación y fecha; que se vienen compilando desde el año 2002 con el objeto de documentar la riqueza sonoro-cultural de la urbe y de preservarla para las generaciones futuras”, según se puede leer en el propio portal. Esa obsesión por inmortalizar los ruidos todos, sumado a su pasión por el deporte de la redonda (es fanático de River, llegó a jugar en la reserva de Belgrano de Santa Isabel y laburó durante años como sonidista en transmisiones televisivas de fútbol) desembocaron de alguna manera en esta nueva iniciativa: salir a cazar goles.
Relatos salvajes
“Un día estaba haciendo registro sonoro en el bar Lido, de San Martín al tres mil y chirolas, mientras se jugaba Central – Tigre. Y como ese es uno de los pocos bares en los que se pueden ver los partidos pero no se los puede escuchar, cuando hay un cambio uno de una punta pregunta: «¿quién entra?», y alguno de los que está más cerca del tele le responde: «entró Fulano». Otro pasa la data del jugador y hasta participa de la charla el mozo. Y lo mismo ocurre cuando hay un gol y los del fondo preguntan: «¿quién lo hizo?». Entonces me puse a pensar: ¿y si alguien se pone a relatar un gol? Y así empezó de alguna manera esto”, narra Corts, al ser consultado por el eslabón sobre el origen de este flamante proyecto que ya cuenta con 18 goles que cada uno de los narradores eligió rescatar de su memoria, y agrega: “La idea del registro es que cualquiera puede cantar un gol, de la manera que le salga, y que sea un momento que te haya quedado de un partido en especial. Es un recuerdo que traes y lo cantas como podés. No importa si satura, ni la calidad del audio; no hay exquisitez acá”.
Todas las voces
Ni Víctor Hugo Morales, ni el Pollo Vignolo, ni Mariano Closs. Las distintas voces que relatan sus jugadas memorables no son figuras de la radio ni la televisión, y no necesitaron de una cabina de transmisión para gritar los goles de los equipos de sus amores. El Corcho cuenta que “algunos fueron narrados por conocidos, otros por presidiarios, periodistas, músicos”, ya que el objetivo es que “haya de todo y que se vaya agrandando” el proyecto. “También queremos ir a las escuelas a grabar a pibes y pibas”, adelanta el entrevistado e invita a sumarse a los interesados a “enviar su relato vía web desde cualquier lugar del mundo, que los manden por mail (sonidosderosario@gmail.com) o Facebook (/sonidosderosario) y en cualquier formato”.
Haciendo caso omiso a los estilos y a ciertos formalismos y exigencias del profesionalismo, explica que “la idea del registro sonoro es que cualquiera pueda cantar un gol de la manera que le salga y que sea un momento que te haya quedado de un partido en especial. Es un recuerdo que lo traes y lo cantás como podes, no importa si satura, ni la calidad del audio, no hay exquisitez y que te salga como pueda”.
Corts advierte que “no es fácil de entrada encarar a alguien y decirle «cantate un gol», porque aparece la vergüenza, o piensan «y eso dónde saldrá», entonces les aclaro que es anónimo”. Y agrega: “Está pensado como se piensa el proyecto Sonidos Rosario y no se sale de ese eje. En realidad todos los registros sonoros que se hacen, salvo que vayas a una charla o algo organizado y pedís permiso para grabar de consola, por lo general no se le avisa que se lo está grabando, y se hace de manera muy anónima: te parás en una esquina, o a la orilla de un río o una montaña y grabás. Cualquiera se lleva un grabador a algún lugar de Latinoamérica, aprieta rec y chau”.
En mi cabeza hay un gol
Su amor por la redonda y el mundo que la rodea comenzó desde pequeño cuando desde pibito defendía los colores de Juventud Unida de Santa Isabel y más tarde los de Belgrano de la misma localidad. A su vez, “cuando tenía 11 o 12 años, ya grababa en cassette las transmisiones radiales de los partidos de fútbol y los clasificaba. Tenía una colección. Y después, en la adolescencia nos juntábamos con un amigo en Villa Cañás y escuchábamos, qué se yo, un partido de River del 83 con Francescoli”. Incluso, recuerda que “cuando arranca el proyecto Sonidos de Rosario, en el primer CD –que está próximo a cumplir diez años de su lanzamiento– aparecen dos trabajos sobre fútbol: uno es la hinchada de Newell’s cuando sale campeón”, en el año 2004 “y otro es el Pirulazo”, cuando el tanto de Germán Rivarola permitió que Central sacara a la Lepra de la Copa Sudamericana.
En esta iniciativa que continúa buscando relatores, el Corcho comenta que los goles elegidos son “la mayoría de Central y Newell’s”, aunque aclara que “también hay de Boca, de San Martín de San Juan”. Y destaca algunas curiosidades: “Hay uno que se llevó el grabador a la popular de Newell’s y lo relata desde ahí. Esperó la jugada, lo iba cantando, y quedó muy bueno; y también hay dos pibas que cantan blues e hicieron un relato de un gol bluseado”.
El sonidista, que tantos años recorrió estadios participando en transmisiones del fútbol profesional (ver recuadro), busca dejar atrás esa etapa resaltando en sus trabajos “no el fútbol como espectáculo, sino algo más del barrio, de bares, de la vida cotidiana”.
“En marzo subimos (al sitio web) la lectura de Kurt (Lutman) en un potrero del barrio La Sexta”, señala Adolfo.
Sonidos del estadio
Adolfo Corts trabajó durante 11 años para la empresa Torneos y Competencias, lo que le permitió recorrer latinoamérica, conocer varios estadios y presenciar grandes espectáculos. “Laburé desde el 97 al 2008 en Torneos con la empresa de acá de Rosario”, confirma quien participó en transmisiones de fútbol “desde la B Nacional, la Metropolitana, partidos de la A, hasta Copa Libertadores y Eliminatorias sudamericanas”. Además se dio el gusto de codearse con reconocidos relatores y comentaristas “como Bilardo, Niembro, el Bambino Pons”, entre otros. “Hasta hice las transmisiones de las tribunas”, cuenta el Corcho repasando momentos en los que la televisación de nuestro querido fútbol aún no llegaba a todos los hogares.
En referencia a la tarea en la que se desempeñaba –y que aún sigue realizando en algunas ocasiones–, confiesa que si bien el trabajo de sonidista “está bueno”, también “es muy estresante”, porque “tiene muchas cosas para resolver en poco tiempo y muchas veces equipos que no son buenos”, agrega.
Sobre los requisitos necesarios para montar una transmisión, detalla que “la empresa para la que laburás te pide, más allá de las cámaras, tres micrófonos en la cabina y tres en el campo de juego para los periodistas, cada uno de ellos con su retorno; y después tenés que armar un set de ambientes: uno para la cámara, con uno en los bancos y otros atrás de los arcos y todo eso lo manejás desde el camión que está en la calle, afuera de la cancha”.
“Los vestuaristas se manejan con micrófonos con corte. Cuando le preguntan por ejemplo «quién entra», prende su micrófono y da la información. A su vez, el director del móvil tiene la comunicación con cada uno de los periodistas, individual o colectiva”, continúa explicando, y confiesa que “el sonido ambiente de las tribunas también se maneja desde el camión”. De todas maneras, aclara que desde el momento en que el árbitro da el pitido inicial y empieza a rodar la pelota “es todo más light”.
Nota publicada en la edición 198 del periódico el eslabón
