FB_IMG_1437017312558
Cristina inauguró junto a Evo Morales el monumento a Juana Azurduy y destacó que Argentina y Bolivia deben reconocerse «como socios», ya que esa es «la clave» de la «verdadera integración» entre las naciones.

En el marco de la firma de convenios bilaterales en el Salón de las Mujeres del Bicentenario de la Casa Rosada, los presidentes hicieron declaraciones antes de la inauguración, en donde también asistieron representantes de ambos gobiernos para las respectivas rúbricas.

«Con Evo tenemos que lograr comerciar» entre Bolivia y Argentina «para que los recursos queden en la región y vayan retroalimentando el crecimiento de los países», porque «muchas veces terminamos comprando en Europa en donde siempre nos compran módicamente materia prima», sostuvo la presidenta.

«Es por eso que tenemos que ver cómo podemos agregar valores y transferir tecnología también, para no solamente vernos como clientes sino también como socios: debemos ser socios y esa es la clave de nuestro acercamiento y nuestra verdadera integración», aseguró.

La presidenta destacó las políticas de inclusión social de ambos países, y mencionó que «cuando hay un verdadero proceso de inclusión se produce en todos los estamentos», y no «solamente a los sectores más vulnerables, que son el eje, pero se incorporan a consumir a millones de personas que antes no lo hacían», con el objetivo de conseguir «un sólido mercado interno que mantiene la actividad económica».

Cristina recordó que, durante la presidencia de Néstor Kirchner, el mandatario «aceptó pagarle más por el gas a Bolivia», y afirmó: «es difícil encontrar un presidente que pague más y sea tan solidario con un país hermano»; tras lo que comenzaron a «intercambiar productos y hoy tenemos acuerdos», como por ejemplo, la adquisición de «ambulancias, maquinaria agrícola, equipamiento médico hospitalario y cosechadoras», entre otros.

Durante su discurso, Cristina recordó el «intento de golpe de Estado» a Evo Morales en 2008, del que fue advertida por el entonces presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, episodio que fue el antecedente inmediato de la Declaración de la Moneda de UNASUR.

«Fue una declaración unánime de quienes éramos presidentes de distintas orientaciones, pero la verdad es que pudimos sofocar -si se me permite el término- lo que era un intento de golpe de Estado contra el presidente Evo», recordó.

«Acá ha habido algunos intentos pero afortunadamente hemos salido solitos a afrontar momentos difíciles», sostuvo la presidenta y destacó que «siempre existen estos intentos frente a gobiernos que han logrado grandes mejorías para grandes segmentos de la población».

Y afirmó que «si se miran los grandes países -económicamente hablando-, es que han tenido una gran estabilidad institucional y nunca un golpe de Estado, por lo que no es casualidad que hayan crecido económicamente».

La presidenta agradeció al Estado Plurinacional de Bolivia por el monumento de Juana Azurduy y también al alcalde de Sucre, quien hizo entrega de una una réplica del sable de la heroína sudamericana y se colocará en el Museo del Bicentenario.

Por su parte Morales, quien arribó ayer a Argentina en una visita oficial de dos días, remarcó que «antes los presidentes no duraban» en su país, que tuvo cinco mandatarios diferentes de 2001 a 2005, pero resaltó: «ahora gracias a mi pueblo y a los movimientos sociales hace nueve años que estamos en el gobierno».

Al hablar en Casa de Gobierno Evo reivindicó la fortaleza de los organismos supra nacionales en la región, y a modo de ejemplo también afirmó que la Unasur «salvó de un golpe de Estado» a su nación, al igual que la Presidenta.

La ceremonia se realizó tras la Casa Rosada, en donde fue emplazada la obra del artista Andrés Zerneri -que mide 16 metros de alto y 25 toneladas de peso; fue realizada en bronce y donada por el gobierno de Bolivia- y asistieron integrantes del gabinete nacional, legisladores nacionales; el embajador de Bolivia, Liborio Flores Enríquez, e invitados especiales.

Durante el acto, que fue presenciado por una gran cantidad de público, además de los mandatarios de los dos países y distintas autoridades, se realizó un emotivo espectáculo del Ballet Folclórico Nacional de Bolivia.

Al inaugurar el monumento, Evo Morales remarcó su «alegría por estar en Argentina y ver a una hermana, a una guerrillera de la independencia como Juana Azurduy» y destacó «esta es una forma de descolonizarnos».

Cristina Fernández de Kirchner descubrió junto a Evo Morales la escultura de Juana Azurduy que se instaló detrás de Casa Rosada, en reemplazo de la figura de Cristóbal Colón que daba a nombre a la plaza.

El acto comenzó con un número del Ballet Nacional Folklórico de Bolivia, alusivo a la figura de Azurduy, en la flamante plaza de la heroína boliviana que luchó por la emancipación.

Luego, Cristina junto a Morales -ambos vistiendo sombreros rituales del altiplano- y con el marco de los bailarines y músicos bolivianos, descorrió el velo que rodeaba la obra y descubrió así el monumento de 16 metros del artista argentino Andrés Zerneri, construido en bronce, y donado por el gobierno de Bolivia para su emplazamiento en Buenos Aires.

Evo Morales agradeció, luego de descubrir la estatua y las placas conmemorativas, el gesto del gobierno argentino de rendir homenaje a Juana Azurduy de Padilla y recreó en palabras el espíritu de “Patria Grande” que cruza la región desde hace ya años.

Ambos mandatarios saludaron luego a los militantes de La Cámpora y la Juventud Peronista (entre otras agrupaciones políticas y organizaciones sociales) reunidos en la plaza mientras sonaba la canción “Juana Azurduy”, interpretada por Mercedes Sosa, y que reza “Flor del alto Perú / No hay otro capitán / Mas valiente que tú”.

En tanto, un ballet aéreo circulaba formando figuras en derredor de la estatua, con el telón de fondo de la Casa Rosada iluminada y con la gran bandera argentina que se iza en ocasiones especiales.

Estuvieron en el acto el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández; el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, los ministros de Economía, Axel Kicillof; de Interior y Transporte, Florencio Randazzo; de Defensa, Agustín Rossi; además de los gobernadores de Buenos Aires, Daniel Scioli y de Neuquén, Jorge Sapag, entre otros funcionarios y mandatarios.

Flor del Alto Perú

Azurduy nació en la región de Chuquisaca, el 12 de julio de 1780, y era hija de una indígena y un criollo. Se crió entre campesinos, aprendió a cabalgar con su padre y a hablar en quechua con su madre, a quien perdió siendo niña; años después murió su padre y su familia la envió a un convento de monjas, de donde fue expulsada a los 17 años, porque no soportó el encierro ni la sumisión.

A sus 22 años se casó con Padilla y en 1809, cuando se produjeron los levantamientos independentistas de Chuquisaca, La Paz y Cochabamba, se sumaron los dos a la lucha revolucionaria.

Organizó junto con su marido el escuadrón “Los leales” y se incorporó al Ejército del Norte, liderado en ese momento por Manuel Belgrano, quien frente al valor y la garra de Juana en el campo de batalla, le entregó su sable como símbolo de reconocimiento y admiración.

En 1816 obtuvo el rango de teniente coronel de las milicias criollas que peleaban en el Alto Perú, la región defendida con más decisión por los realistas que habían levantado con sus fuerzas una barrera infranqueable para los independentistas.

Juana Azurduy organizó guerrillas, preparó defensas, incursionó zonas ocupadas por el enemigo y arremetió sin miedo contra los realistas, a la par de sus compañeros de combate.

La larga y permanente lucha en esa zona y el cambio de estrategia que le imprimió San Martín al proyecto independentista, quien decidió llegar al punto neurálgico del dominio español, que era Perú, pasando por Chile, dejó a la región altoperuana muy debilitada.

Tras haber perdido a sus cuatro hijos, enfermos y con hambre en medio del trajín de las luchas revolucionarias, continuó combatiendo con el dolor más inmenso, ese dolor que se iba a agudizar poco después, cuando los realistas decapitaron a su marido, momento en el que ella estaba embarazada de su quinto hijo, una niña, que nació en medio de los combates y a la que logró poner a salvo.

Vinieron luego los años en que Juana peleó junto a la guerrilla de Güemes, el hombre que defendió la región de Salta y Jujuy y enfrentó con escasos recursos a los españoles, impidiendo su avance, hasta que lo mataron en 1821 y sus fuerzas quedaron dispersas y vencidas.

Es en ese momento cuando esta revolucionaria, que supo poner a la mujer en la primera fila del combate, se quedó sin rumbo, sin recursos y sin reconocimiento, aunque Simón Bolivar habría dicho en 1825, durante su visita a Bolivia, que ese país debería llamarse “Padilla o Azurduy, porque son ellos los que lo hicieron libre”.

Revolucionaria de las Provincias Unidas del Río de la Plata, de Bolivia, de América Latina, Juana Azurduy fue ascendida a generala 147 años después de su muerte, cuando el 14 de julio de 2009 la presidenta e la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, le confirió el grado de “Generala” del Ejército Argentino, durante una sesión de la Asamblea Legislativa Plurinacional, realizada en la ciudad boliviana de Sucre, donde reposan sus restos mortales junto a su sable, con la presencia de los mandatarios de los dos países hermanos.

Fuente: Télam.

Más notas relacionadas
Más por Redacción Rosario
Más en País

Dejá un comentario

Sugerencia

Cholo bandoneón

Rodolfo Montironi, leyenda viva del tango, repasa sus más de 80 años con el fuelle y asegu