Foto: Manuel Costa
Foto: Manuel Costa

Después de 60 años como docente universitario, el también escritor Rubén Vasconi, dejó los claustros con la reedición de Una introducción a la Antropología Filosófica a la que agregó dos capítulos. La obra es una referencia obligada para estudiantes y una buena excusa para que El Eslabón pregunte sobre cuál es el rol hoy de esta disciplina del pensamiento.

El año pasado, el Doctor en Filosofía, Rubén Vasconi, renunció a su cargo como docente al frente de las cátedras de Antropología Filosófica, en la Facultad de Humanidades y Artes, e Introducción a la Filosofía y las Ciencias Sociales, en la Facultad de Derecho, luego de sesenta años ininterrumpidos. Poco antes de que eso suceda, una de sus alumnas, la poetisa Julia Enríquez, coordinó junto a él la edición de Perspectivas. Una introducción a la Antropología Filosófica por Danke, joven sello editorial de la misma Enríquez. La publicación es una re edición, que tuvo su primera publicación en 1993, a la que Vasconi le sumó dos capítulos que exceden el carácter pedagógico de los tres primeros y suma lecturas del hombre como objeto de estudio de la filosofía, a cargo de pensadores contemporáneos como Gianni Vattimo y Richard Rorty,y clásicos como Tomás de Aquino, Descartes, Rousseau, Kant, Heidegger, Sartre y Freud, entre otros.

—¿Cómo fue el proceso que llevó a la edición del libro?
—La idea original era publicarlo por la editorial de la Universidad Nacional de Rosario, al igual que el anterior. Pero el problema con la editorial de la universidad es que no tiene distribución, entonces los libros se editan y quedan ahí, te lo entregan en una serie de cajas que luego uno no sabe qué hacer. Para los que no estamos en el oficio de vender y cobrar se nos hace muy difícil. Julia fue alumna mía el año pasado y le comenté que estaba trabajando en un libro con vistas a editarlo. Y a partir de algunas charlas que tuvimos salió la idea, ella es muy dedicada, las correcciones las hicimos juntos.

—¿Para quién está pensado Perspectivas?
— Hice todo lo posible para que sea accesible. Hay algunos puntos que no pude evitar y que pueden representar alguna dificultad como Husserl, porque a la hora de abordar el subjetivismo de Kant tenía que llegar a Heidegger y sin Husserl en el medio quedaba un salto incomprensible. Para mis alumnos hice una ficha de Husserl de 14 páginas, pero en el libro no podía dedicarle más de tres páginas, entonces su pensamiento, retorcido sobre todo, fue muy difícil de sintetizar.

—¿Qué es la antropología filosófica?
—Es un tema clásico de la filosofía, el problema del hombre, su naturaleza, su destino, si es o no libre, el lugar del cuerpo, la relación del cuerpo con lo psíquico. La problemática que gira entorno a eso y que en el pensamiento del siglo XX en adelante se convirtió en un tema central. Por ejemplo, toda la filosofía existencial es fundamentalmente una reflexión en torno al hombre. Un autor como Sartre no se ocupa de la ciencia, ni de la naturaleza. Los temas que abarca, tanto en su obra literaria como en sus ensayos, son las situaciones humanas, el hombre y su destino.

—¿Por qué no hay referencia en el libro a algunos pensadores, entre ellos: Marx, Nietzsche y Foucault?
—Había dos ejemplos para tomar del hombre como pertenencia al mundo social, Hegel y Marx. Y elegí a Hegel solamente porque antecedía a Marx, quien toma de Hegel el modo de pensar al hombre, la diferencia reside en que el primero lo piensa como parte de un mundo histórico, el ser del hombre lo constituye el pueblo al cual pertenece, mientras que para el otro la pertenencia al mundo histórico es de clase. El libro está armado con una idea y un ejemplo, y me pareció que con el eje de Hegel ya se entendía el planteo. Con respecto a Foucault, me parece que lo más fuerte de su obra es su visión epistemológica, pero la constitución histórica de los sujetos del conocimiento no era directamente el tema de mi libro, aunque él hable de temas como la muerte del hombre, es siempre como cierto objeto en base a determinado discurso y eso me llevaba a otras problemáticas. A Nietzsche no había forma de hacerlo entrar en el esquema, es un autor que es un misterio, es para leerlo, no para exponerlo. Cuando era adjunto de Carpio en la cátedra de Introducción a la filosofía de la UNR no lo dábamos, pero una vez que se estableció nuevamente en Buenos Aires tomé el programa que daba en la UBA y vi que figuraba y le pregunté cómo hacía, y me dijo que leía fragmentos de algunos de sus libros, los comentaba y nunca lo tomaba en los exámenes. Nietzsche no es un autor que se pueda saber para luego interrogar al alumno. Carpio lo conocía bien y por eso lo daba bien. Y yo hago lo mismo. Resumir a Nietzsche en tres páginas sería alterarlo completamente.

—¿Hay filósofos en Latinoamérica o sólo profesores de filosofía?
—Los hay. Por ejemplo, Rodolfo Kusch es un pensador que ha hecho un gran esfuerzo por configurar una filosofía latinoamericana. Dejó su cargo en la Universidad de Buenos Aires y produjo desde la Quebrada de Humahuaca, y en base a su experiencia y sus lecturas elaboró una visión interesante. La concepción del ser que él desarrolla está en estrecha conexión con Latinoamérica. De todos modos creo que es erróneo el uso de la palabra filósofo para designar a aquellos a quienes se suele consultar en los medios sobre diversos temas. Las facultades de ingeniería producen ingenieros; las de abogacía, abogados; las de medicina, médicos, pero las facultades de filosofía no producen filósofos, como tampoco la carrera de Bellas Artes produce artistas, un filósofo tanto como un artista puede que nunca haya pisado una academia. Filósofo es aquel que mediante la singularidad de su genio inventa un nuevo modo de pensar, un nuevo modo de concebir las cosas. Filósofos hay muy pocos. Los profesores de filosofía somos simplemente gente que conoce una tradición espiritual, cultural, etcétera, y la podemos repetir, aclarar.

—¿Cuál es el rol del filósofo hoy?
—Las nociones de filosofía y filósofo son tan amplias que es imposible responder a esa pregunta. Los filósofos se ocupan de cosas diferentes, entienden por filosofía a cosas diferentes. Muchos filósofos se dedican a la lógica, y la lógica no tiene nada que ver con el ser nacional y la lucha de clases. Como los epistemólogos tienen su problemática aparte ¿Qué le queda al filósofo? No sé, para cada uno cosas distintas. El problema filosófico que aborda Heidegger es la diferencia entre el ser y el ente, y reflexionar sobre eso para qué sirve, sirve para diferenciar el ser del ente. ¿Qué utilidad puede prestar la filosofía?, la de Marx para que el proletariado tome conciencia de su situación histórica y encuentre una estrategia para liberarse de su sufrimiento; la de Hegel para que el Estado comprenda cuál es su relación con respecto a la sociedad y el mundo en la historia; la de Hume para satisfacer una inocente curiosidad.

—¿Por qué prevalece todavía ese fuerte sesgo europeo en las carreras de filosofía en Argentina?
—Primero, porque nosotros nos hemos formado en esa tradición. Este es un país que fue habitado por europeos, es habitado en su mayoría por descendientes de europeos y hablamos una lengua que es europea y, en principio, estudiamos con libros europeos. La filosofía nació en Europa del sur, luego se extendió al resto del continente. Yo me siento mucho más cercano al modo de pensar de un francés que al de un coya que vive en la Quebrada, su concepción del tiempo, del hombre, me resultan fascinantes porque se me presentan como extrañas. Estuve en la biblioteca de Kusch y los libros que había son los mismos que están en la mía, estaba Kant, Hegel… Él trató de comprender el pensamiento de los indígenas, pero sobre todo con los recursos que les proporcionó el idealismo alemán. Sus categorías de pensamiento son europeas.

Una tesis filosófica sólo se sostiene en diálogo con las otras posturas filosóficas, si yo quiero indicar que Aristóteles está equivocado, primero tengo que estudiarlo, pero la paradoja es que quizás estudiando a Aristóteles me esté alienando. En el arte la cuestión de la identidad se ha resuelto de otra manera, hay un arte latinoamericano reconocible, tanto en la literatura como en la pintura. Pero el hecho de no tener una fuerte tradición local en filosofía no es necesariamente una desventaja, porque para los franceses la filosofía empieza con Descartes, para los alemanes con Kant, para los ingleses con Locke, a nosotros nos da lo mismo estudiar a un francés, un inglés, un ruso, un chino o un hindú. Eso no quita que en la universidad tengamos cátedras de pensamiento nacional y latinoamericano.

Publicado en El Eslabón 205.

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3 Lectores

  1. Ana Tosi

    27/07/2015 en 20:38

    Fue mi profesor en Antropología Filosófica de la carrera de Psicología, cuando se daba en la ex Facultad de Filosofía y Letras… año 1972/73…, no recuerdo si en 3°… al igual que Carpio en Filosofía, primer año de psicología. En esos años estudiabamos a Marx con fervor… pero Vasconi no lo daba…Respetuosamente, no era un docente que me resultara agradable…

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  2. Lidia Elisa Figueroa

    28/07/2015 en 16:50

    El doctor Rubén Vasconi fue profesor en mi carrera de Licenciatura en Filosofía y director de mi tesina. Realmente durante todos los años que lo conozco siempre ha demostrado vivir de acuerdo a lo que enseñaba, me enseñó a admirar por ejemplo a Sartre, a internarme en reflexiones sobre lo profano y lo sagrado, en fin de alguna manera de enseñó a vivir de una manera más plena con todo lo que me rodeaba. Por todo ello gracias profesor!!!

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  3. Cris

    08/05/2019 en 20:40

    Rendí con él hace mas de 15 años un trabajo sobre Socrates en la Grecia Clásica, estaba tan estresado porque el tribunal lo conformaban, lo que para mi en ese entonces eran dos «eminencias», Vasconi y Poratti… Ocurrió todo lo contrario, fue una delicia escuharnos y dialogar… jamás olvidaré ese día. Gracias profesor por ese día y por sus clases tan didácticas. Que en paz descanse en el mas allá.

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