Los Copetudos El Eslabon 23-07-2015

Cuando los pueblos guaraníes se unen al proyecto artiguista, por ese ideal de autonomía con inclusión y respeto por las comunidades originarias, junto al comandante Andrés Guacurarí –o Guazurarí– llegan varios guerreros. Uno de ellos es Francisco Javier Sití. Supuestamente nacido en 1780, y al igual que Andrés en Santo Tomé, integraba la milicia Guaraní Misionera.

Como respetado oficial participó en el sitio a Montevideo, hasta que en 1811 el virrey Elío y el Triunvirato porteño firman un armisticio. Sití es parte de la “Redota”, éxodo del pueblo oriental que tras una asamblea decide no rendirse ante los portugueses.

Desde entonces, bajo la bandera del federalismo artiguista, participa en campañas contra los invasores portugueses y el centralismo porteño. También como uno de los jefes de Andresito, en 1816 toma la gobernación de las Misiones Guaraníes y de Corrientes en 1818.

Andresito es reconocido por los lugartenientes artiguistas, entre ellos Ramírez y López. Eran épocas en las que el santafesino es amenazado por tropas del Directorio que a fines de 1818 sitian a Santa Fe “con las fuerzas que se le negaban a San Martín”, dice el historiador misionero Pablo Camogli.

Y agrega: “El general Juan Ramón Balcarce con 3000 soldados del denominado Ejército de Observación avanza con instrucciones de Pueyrredón. Si se resisten los santafesinos, deben ser tratados militarmente como rebeldes, imponiéndoles sin dilación la última pena correspondiente”.

Guaraníes en Santa Fe

López solicita apoyo a Andresito y en noviembre proclama: “El valiente comandante general de las Fuerzas Occidentales Guaraníes, ciudadano Andrés Artigas, tiene en aptitud de pelea a 2.500 bravos”.

En tanto, se moviliza la escuadra de Campbell y una fuerza de tierra al mando de Sití. En diciembre, la flota guaraní rompe el bloqueo a Santa Fe mientras Sití y López combaten juntos, hasta que en marzo de 1919, los naturales vuelven a su tierra colorada.

Sití organiza a las tropas, mientras Andresito sigue en Corrientes. Luego es derrotado y aprisionado por los portugueses, el 24 de junio de 1819. Para restituir el mando, en Asunción del Cambay se designa a Pantaleón Sotelo como Comandante General de Misiones, el 21 de septiembre, mientras se aguarda que Andresito sea liberado o escape.

Sotelo, también guaraní nacido en Santo Tomé, era hombre de caballería formado bajo las órdenes de Artigas, y en 1816 es enviado a Misiones para secundar a Andresito”.

Aún sin Andresito, Artigas escribe en noviembre de 1819 que marchará sobre los portugueses con 1600 guaraníes y mil guaycurúes. “… les introducimos la guerra en su país y nos mantenemos de ellos mismos…”, dice un documento citado por el historiador Jorge Francisco Machón en Misiones después de Andresito.

Artigas comunica a Corrientes, Santa Fe y Entre Ríos que el 24 de noviembre parte a la frontera con las tropas misioneras al mando de Sotelo. Así llegan los primeros choques, a favor de los federales. Pero a comienzos del año 20, el poderoso ejército europeo lo derrota en la quebrada de Belarmino. “Perdiéronse más de 400 hombres esa tarde, entre ellos los mejores oficiales de Misiones, como Ticureí, Lorenzo Artigas y otros”, explica Machón.

Ya en enero, el 22, los lusitanos vencen en Tacuarembó. Ahí queda, entre los caídos, Pantaleón Sotelo; que tenía fuerza como para continuar a Andresito pero que con la derrota deja sin recursos, con tierras arrasadas, y sin jefes naturales al artiguismo, que parece caer.

Tratado de traición

En el otro frente, el 1 de febrero, Ramírez y López, también con parte de tropas guaraní, vencen en Caseros a los porteños de Rondeau, Directorio Supremo.

Pero a los pocos días, el 23 de febrero, en el Tratado del Pilar se traiciona la victoria del proyecto de la Patria Grande y confederada, impulsada desde 1813 por el interior federalista. Los hasta entonces lugartenientes artiguistas y gobernadores federales Francisco Ramírez (Entre Ríos) y Estanislao López (Santa Fe), presionan la renuncia de Rondeau, imponen al “cercano” Manuel de Sarratea como el primer gobernador autónomo de Buenos Aires. Se disuelve el Congreso de Tucumán, pero no afirman la lucha contra los portugueses que amenazaban a la Banda Oriental, Corrientes y Misiones.

Vicente Fidel López (1883, hijo de Vicente López y Planes, autor del Himno argentino,) indica que en cláusulas secretas del Tratado, se decía que el gobernador bonaerense Sarratea entrega a Ramírez “200.000 duros y 1.500 fusiles”, además de sables, municiones, lanzas, trabucos de bronce y correajes; y pondrá a su disposición la escuadrilla del Paraná. También oficiales, como Lucio Mansilla, pasaron a las fuerzas entrerrianas, entre las cuales no había buen ánimo para enfrentar a los artiguistas, con los que habían peleado juntos contra Buenos Aires.

Lo que no había dispuesto la metrópoli porteña para frenar a los portugueses, ahora lo invertía para terminar con el proyecto federal de una Patria Grande. Ramírez, “el Supremo de la República de Entre Ríos”, era el tapón para que no avance Artigas y quien dividía sus fuerzas.

Asamblea y nombramiento

Tras la muerte de Sotelo, el 5 de marzo de 1820 en el campamento del Miriñay, los guaraníes nombran como máximo jefe a Francisco Javier Sití, “mestizo, oriundo de Santo Tomé… nacido alrededor de 1780… nombramiento realizado por Asamblea de oficiales y tropa, recibió confirmación del Cabildo y tuvo la anuencia del Protector de los Pueblos Libres. José Artigas… respetando las antiguas costumbres y formas institucionales de los misioneros, sino también cumpliendo con la concepción artiguista de ejército-pueblo, en la que el mando emergía de abajo hacia arriba y no la clásica posición autoritaria verticalista”, cuenta Machón.

Otra vez Artigas intenta rearmarse y en abril impulsa el Pacto de Avalos. Por Corrientes participa el gobernador Juan Bautista Méndez; por Misiones va Sití; y por la Banda Oriental, Don José. Allí forma una tropa de tres mil de a caballo y el 8 de marzo avanza hacia Entre Ríos y le declara la guerra a Ramírez.

Sití vence a los entrerrianos en Arroyo Grande y, el 13 de junio, Artigas y Ramírez chocan en Las Guachas, cerca del río Gualeguay, con un empate técnico. Luego, el 24 de junio en Paraná, los de Ramírez se imponen.

Tras varias derrotas, muchos guaraníes se refugian del otro lado del río Uruguay, donde el ex jefe artiguista, Domingo Manduré, es nombrado por los portugueses teniente coronel de un pueblo de emigrados guaraníes.

Entonces, el 25 de julio, Sití se pasa al lado de Ramírez. Pero el historiador misionero Pablo Camogli indica que “más allá de los lineamientos coyunturales que los líderes o referente tuvieran, entre la masa de la población el ideario federal había calado hondo”. También señala que “la alianza entre Ramírez y Sití duró lo que duran los acuerdos sin sustento ideológico”.

Ramírez se proclamó “Supremo Entrerriano” de la República de Entre Ríos que subsumía las autonomías de Corrientes y Misiones. Intenta monopolizar la yerba mate, lo que lleva a que Sití le escriba: “Los naturales son dueños legítimos de ese terreno y sus frutos”.

Artigas es vencido nuevamente por Ramírez en Avalos, el 29 de julio de ese 1820. En ese enfrentamiento participa del lado entrerriano el guaraní Sití. Pero hay que aclarar que, en tanto, muchos fueron los guaraníes que siguieron a Artigas en su retirada al norte.

Sití y el entrerriano supremo también firman un tratado que desliga a los misioneros del servicio militar por diez años. Pero a los pocos meses, el Supremo decidió pedir oficiales y soldados guaraníes para atacar a Santa Fe. Entonces Sití se niega a obedecer y cruza el río Uruguay

Se estipula que entonces pasa al histórico enemigo, por las ofertas de los portugueses para respetar su mando en Misiones y mantener a su pueblo en su territorio y sin hostilidades, que arrastraban a su gente a la ruina y hambre con la vieja estrategia de sobrevivir en su territorio y con su comunidad.

Del lado enemigo

Bajo la protección del Brasil se hizo oficial del ejército brasileño, segundo jefe de un regimiento de servicio en las Misiones Orientales con el grado de mayor. Así lograba seguir con parte de su comunidad, en su territorio, y al mando de las fuerzas.

Claro que cuando en 1828, el general Fructuoso Rivera invade las Misiones Orientales, nuevamente cambia de lugar y se pasa con sus tropas junto a los orientales para organizar la nueva provincia. Antes de terminar ese año, son Buenos Aires y Brasil quienes acuerdan que esos territorios de las misiones deben ser del Imperio.

Un último lugar lo esperaba: con su comunidad guaraní se instalan en Bella Unión, donde se transforma en jefe del regimiento del lugar. Se supone que fallece en 1835, cerca de esa zona, hoy del Uruguay.

En el complejo escultórico levantado en 2014, en la costanera de la capital correntina, Sití no aparece junto a los lugartenientes que acompañaron a Andresito en su gesta. Quizás, el general guaraní fue uno de los pocos que siguió la pelea aunque fuera hasta el exterminio de su pueblo, pero sin transar con la causa de sus ancestros contra el invasor y por la autonomía. Aunque Sití es considerado por muchos un traidor; para otros, su objetivo era preservar –a cualquier precio– lo que quedaba de su comunidad y territorio. Difíciles épocas.

Nota publicada en la edición 205 del periódico el eslabón

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