carro_tren_fantasma

(Resumen del capítulo anterior: el señor Abramovi, autor de esta columna, se queda dormido mirando por canal 5 una película de las que presenta Virginia Lago y despierta una semana después mirando una película de las que presenta Virginia Lago por canal 5. Filoso Fofó, payaso y analista político de este circo, sufre un ataque de pánico antes de subir al escenario en el que debía debutar como estandapista y termina internado en un dispensario donde lleva varios días sentado en una camilla sin hablar y con la mirada perdida quién sabe en qué.
Mientras tanto, el doctor Güis Kelly cuida paternalmente de la pelota que pateó Higuaín en la definición por penales de la final de la Copa América, la cual ha ingresado groseramente por la ventana de su consultorio de cotidianología protoparalelepípeda luego de atravesar la cordillera de Los Andes e impactar involuntariamente a una familia de condoritos. Si bien todavía no se lo ha comunicado, Güis Kelly analiza proponerle al balón que se quede a vivir con él ya que le gustaría volver a despuntar el vicio del fulbito con los gomías.
Mientras tanto, El Desubicado vuelve con las manos vacías de la excursión de 65 cuadras hasta el supermercado chino donde venden sus empanadas de acelga favoritas. Es que, al parecer, a la gente del barrio no le gustó que llegara acompañado por el Fantasma del Pro y se mandaron todos a mudar, cerrando puertas y ventanas. El Desubicado siente una mezcla de hambre y desazón, realmente deseaba comerse tres o cuatro empanadas. Quería morfar. Por su parte, la triste y desteñida sabanita amarilla comienza a sentirse paulatinamente vigorizada).

–¡¡¡Buuuuuuuuu!!! ¡¡¡Buuuuuuuuu!!! –exclama el Fantasma del Pro. Y se arenga más cuando comprueba cómo la gente del barrio parece asustarse a su paso. No todos huyen, algunos lo miran con desdén. Como sea, a medida que pasan los minutos su presencia comienza a causar cierto malestar en las calles.

–Mirá vos, fantasmita, parece que estás volviendo a asustar a la ciudadanía de Dakar, qué buena onda –celebra El Desubicado –. Lástima que a raíz de tu aparición nos hayan cerrado la puerta del súper chino en la cara, realmente ahí tienen las mejores empanadas de acelga que he probado.
–¡¡¡Buuuuuuuuu !!! –le espeta amenazante el fantasma en la cara.
El Desubicado lo mira fijo con cara de nada.
–¡Buuuuu!! –intenta insistir el espectro –. ¡¡Bu!! Bu.
–Te dije que a mí no me asustás, Fantas-tic, no le tengo miedo a los fantasmas en mi columna –se ufana gentilmente El Desubicado. Y continúa convincente: –Me alegro realmente de que puedas volver a asustar. No faltará una oportunidad para que yo vuelva a ese comercio a comprar unas empanaditas. Son muy ricas, a veces les ponen queso…
–Mmmm… a mí también me está agarrando hambre, bouuuuu… Pero ahora no sé adónde podríamos ir a comer sin que nadie se asuste –admite el fantasma mientras se rasca la pancita vacía.
–Podríamos ir al carrito del Toti Flores y la Gorda Carrió, a esa señora no le debe asustar nada, parece nacida y criada en un tren fantasma –propone El Desubicado.
–Noooo… buuuu… no, gracias, la Gorda Carrió me da cosa, prefiero cagarme de hambre –se ataja el Fantasma del Pro.
–Sin embargo, desde hace un rato se te ve mejor, fantasmita…
–Sí, puede ser, me siento mejor, pero la Gorda Carrió no me la nombres, buuuu… puuuu… fiuuuuu… –el fantasma parece colapsar.
–¿Qué pasa fantasmita? –se preocupa El Desubicado.
–Buono nno lo bu u u sé –también suena preocupado el Fantasma del Pro, que se va desdibujando y, poco a poco, parece desaparecer.
–¡¡Ey!! ­–El Desubicado le grita –: ¡¡¡Fantasmitaaaaa!!!

El Fantasma del Pro se hace literalmente humo. El Desubicado se queda quieto mirando el vacío durante unos segundos. Luego reemprende la marcha hacia el consultorio del doctor Güis Kelly. –Hola doctor –entra al llegar sin golpear.
Güis Kelly se lo queda mirando mientras sostiene a la pelota que pateó Higuaín en la definición por penales de la final de la Copa América haciéndola girar sobre el dedo índice de su mano derecha. El doctor pregunta: –¿Y su amigo la sabanita? ¿Y al final no trajo nada de comer?
–Se esfumó. Pero antes asustó a todos. Incluso a la gente del súper chino adonde habíamos ido a comprar las empanadas de acelga… –resume El Desubicado el saldo de la excursión.
–¿Esas empanadas horribles? –se horripila Güis Kelly.
–Son riquísimas, doctor. Especialmente cuando les ponen queso.
–No, puajj –a Güis Kelly casi se le cae el balón que sigue haciendo girar en su índice derecho –. Son horribles.
–Basta, doctor, deje de hacerme girar, estoy muy mareada –implora la pelota desde la yema del ya mencionado dígito.
–Uy, perdóname pelotita –se disculpa Güis Kelly al tiempo que la bota suavemente un par de veces sobre el piso de parqué –. Son realmente muy feas esas empanadas, es preferible cagarse de hambre. Y bueh… –reflexiona el doctor, mientras pone un pie sobre la pelota, la levanta y comienza a hacer jueguitos con habilidad. Distendido, pero concentrado, sin sacar la vista de la pelota, pregunta: –¿Y qué pasó con el fantasma? ¿Se fue? Se voló?
–No sé, doctor, desapareció.
–¿Cómo? ¿Empezó a asustar a la gente y desapareció? ¿Así?
–No, empezó a asustar a la gente, después me dijo que tenía hambre pero sería difícil ir a comer sin que nadie se asustara y entonces yo le dije…
–No hace falta, no lo diga… –intenta interrumpir Güis Kelly.
–…que podíamos ir a comer al carrito de la Gorda Carrió, que hace muy buenos choripanes y además a ella nada la asusta.
–Ssseee… los choris de la Gorda Carrió son geniales. Y el Toti Pérez es un gran experto en chimi. Pero no hacía falta que la nombrara.
–Doctor, ¿puede dejar de patearme? Estoy con la panza vacía y me duelen los gajos parietales –se queja el esférico.
–Bueno está bien –Güis Kelly la arroja al sillón, la pelota aterriza en un almohadón y se acomoda dolorida.
–Y el Fantasma del Pro también me dijo que no le nombrara a la Gorda Carrió –retoma El Desubicado.
–Y claro, si esa mujer parece nacida y criada en un tren fantasma.
–Es lo que yo le dije, doctor. Y entonces comenzó a desdibujarse hasta que se desintegró. Así de rápido se fue.
–Qué extraño fantasma el del Pro –Güis Kelly se desliza hasta el mueblecito de las botellas –Por un lado está en un gran momento, haciendo estragos en Europa y de pronto viene a Dakar y apenas asusta a la mitad de la gente. Y ahora de golpe asusta pero desaparece.
–Capaz que necesitaba volver a asustar para poder irse de Dakar, doctor. A lo mejor no desapareció sino que se fue a trabajar a otro lado.
–¿Y adónde se fue? –pregunta Güis Kelly saboreando un whiskeling.
–¿Quién sabe, doc? –El Desubicado abre una alacena buscando algo para comer. El doctor le advierte: –Sólo tengo medio paquete de Criollitas y medio paquete de salchichas.
–Ajá, muy bueno –El Desubicado revisa –. ¿Y mayonesa tiene, doctor?
–No.
–Bueno, igual me puedo hacer una especie de panchos.
–Qué gurmet. Ojo que la ollita está medio cachuza. Y fíjese en la fecha de vencimiento de las salchichas –alerta Güis Kelly.
–No, gracias, mejor no me fijo doctor. Tengo hambre y no quisiera quedarme sin comer por el hecho de que las salchichas estén vencidas. Prefiero comer e indigestarme. De última me enfermo… ¿qué otra cosa me puede pasar a esta altura? A mí ya nada me asusta, quiero morfar.

Publicado en El Eslabón

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