Foto: Franco Trovato Fuoco
Foto: Franco Trovato Fuoco

Entrevistado por El Eslabón, el trompetista y compositor Eduardo Vignoli habló sobre el oficio de grabar y mezclar en estudio; y de su rol como productor artístico, actividad que considera “una yapa” en su labor como ingeniero de sonido.Referente de la fanfarria Una Cimarrona y de la banda En Orsai, el músico Eduardo Vignoli se desempeña además como ingeniero de sonido en el proceso de grabación y mezcla; e incluso en la etapa final de masterización. Hace más de veinte años comenzó grabando materiales en casete y, a pesar de incorporar con el tiempo a su trabajo cotidiano la técnica digital, considera esencial la manipulación de artefactos analógicos. “Es un lado más artesanal y más cálido”, afirma.

—¿Cuándo hiciste tus primeras grabaciones?, ¿surgió exclusivamente para producir tu propio material?
—En noviembre de 1992 me fui en tren a Buenos Aires y me compré un portaestudio, un aparato que grababa cuatro pistas, dos pistas simultáneas con casete de cinta de cromo. Era una herramienta que también servía para componer, para armar temas. Hoy hacés todo eso con la computadora. En ese momento lo hacía por gusto propio y porque me atraía. Lo había experimentado antes con dos caseteras con la técnica de sobregrabación, en forma casera: grabar algo en un casete –guitarra, máquina de ritmos o teclados– y al mismo casete grabarle encima otras cosas. La base analógica es re importante. Tener esa base, tener el aparato en la mano, una consola. Un potenciómetro es otra cosa, otro mundo. Hoy el tipo se tiene que imaginar que eso existe en la computadora; es virtual. Entonces, la consola que yo tengo en la pantalla la tengo acá (señala el aparato); se toca, se sube y se baja el volumen; esa es una base importante, un lado más artesanal y más cálido. Es más amigable, se percibe de otra manera. Yo le muestro esto a mis alumnos, a los que le doy clases de grabación y producción. La computadora cambió la concepción y se hace música mirando la música; uno se mal acostumbró a mirar el monitor. Estás mirando la onda de la música en el monitor y decís, eso está fuerte. Pero si lo escuchás, no necesariamente está fuerte. Cuando se usaba el portaestudio no mirabas nada, salvo el casete que giraba.

—La abstracción es otra cosa, ¿la imagen te condiciona, no?
—Sí, lo veo en la época de la computadora. Hay gente que viene a grabar conmigo y se cuelga a ver la pantalla “¿qué estás mirando?”, le digo; “¡escuchá!”. Y muchas veces se la apago. (risas)

—¿Hay una frontera entre tu trabajo como ingeniero de sonido y la producción artística?
—No me gusta ponerme título de productor. Por ahí algunos músicos que graban conmigo me ponen ahí, y no reniego de eso, pero produzco casi sin querer. A veces me lo piden. Yo diferenciaría la parte de sonido, la parte técnica: la microfonía, la técnica de mezcla, que tiene que ver con la física, la acústica y con la matemática, una materia con la que siempre me lleve muy bien. Además soy electricista, así que está todo relacionado, me parece. En cambio, la producción artística es cuando uno ya decide qué elementos deja en una canción; sugiere partes de canciones, su orquestación. Me ha pasado de decir: “pongamos un estribillo que esto está corto“; o “este solo de guitarra pongámoslo más acá”. Y también los efectos, esa es una de las ventajas de la computadora: podés mezclar todas las veces que quieras, podés hacer control z (volver atrás en una acción), podés abrir al día siguiente el proyecto y retocarlo. En cambio antes era como una fotografía, la mezcla de una canción se hacía a mano. Me acuerdo con Los Buenos Modales, que mezclabamos cuatro personas; estábamos arriba de consola y uno decía: “ahora viene esta parte“; “bajale el volumen ahí” –decía otro– “y hacele el paneo”. Era a todo a mano, no había vuelta atrás.

—¿Cómo trasmitís la idea que te acerca un grupo, al trabajo en el estudio?
—Primero trato de respetar la banda, mantener el cómo ellos venían tocando. Y cuando los tengo registrados, meto mano: mezclo, saco cosas, corto y pego. A veces hago cosas más sutiles, lo voy midiendo; por eso no me pongo el título de productor.

—¿Hay un sonido establecido en la música actual?
—Vos podés tener una computadora, una placa de sonido y “conocimiento” y podes hacer un disco decente, no sé si estándar pero sí de una calidad aceptable. Antes se buscaba, por ejemplo, un sonido americano que sonara así, ¡qué bueno!, y lo querías hacer en tu casa y no salía. Hoy en día se agrandó el abanico, me parece también que el oyente se permite más el low fi (la grabación en baja fidelidad) se permite otras calidades, otros colores; es más abarcativo. Antes se decía: “esto suena mal“; y hoy, capaz, que esto mismo suena bien.

—¿Tiene que ver con la democratización de los medios técnicos?
—Claro, medios técnicos accesibles a todos quiere decir que más gente puede hacerlo; y que hay más producción, más diferencia de colores y matices, y de calidades.
—En ese universo de sonidos, ¿vos te sentís dentro de la música mestiza?
—Eso es lo que me gusta: la mezcla de la música africana, árabe, zíngara. Aunque más allá de lo que me gusta, disfruto del sonido. Me ha pasado pocas veces que no me guste una banda, pero en definitiva disfruto del sonido.

—¿Reconocés una marca en los discos que pasan por tus manos?
—No sé. No me siento dentro de un color, capaz que alguien de afuera escucha un material y dice: “esto lo grabó Vignoli” porque reconoce cierto sonido. Pero la verdad es que estoy en constante aprendizaje; más ahora con internet, que es otra diferencia. En la época del portaestudio no googleábamos un tutorial en youtube. Antes eran las revistas, salir a buscar, meterte en un estudio, chorear por acá y por allá. Ahora es más accesible. Entonces yo estoy en constante aprendizaje y siempre estoy mutando; y no sé si mantengo mi calidad y sonido, o si tengo un sonido único. Capaz que el mes pasado grabé una batería de tal forma y vi un tutorial y me di cuenta de algo que no voy a volver a hacer; entonces pruebo otra cosa.

—¿Siempre fuiste autodidacta?
—Sí, en mi casa había un piano y yo me ponía a tocar. Tenía 13 años, empecé de grande. Después le compré una guitarra Eco, usada, a un farmacéutico. Y más tarde agarré la trompeta. Lo de la trompeta es porque quería meter vientos en una banda punk, que era Los Buenos Modales, en una época en que nadie quería meter trompeta en una banda así. Teníamos una lista de veintidós trompetistas y al final me puse a tocar yo. Tiempo después apareció Mano Negra y se mestizó todo…

—¿Cómo vés la movida de bandas y las producciones locales?
—Hay mucha oferta, mucha variedad y muchas cosas buenas. Cuando viajé a Europa, hace como 15 años, recuerdo la comparación que yo hacía de Barcelona y Valencia con respecto a Rosario: acá es mejor, hay otra calidad, se recibe de todos lados; quiero decir: se escucha, se mama la cultura estadounidense y europea y cuando no se tiene algo se intenta hacer igual con los medios disponibles. ¿No tenés un amplificador?, bueno, lo armás o lo mandás a hacer. Esa cuestión, entre comillas del subdesarrollo, del tercer mundo; se suple con ingenio argentino: se inventa. Acá hay mucha variedad en la producción. Una Cimarrona es la única banda de fanfarria o de música gitana de la Argentina. Esa variedad está. Hay todo tipo de músicas, de estilos, de maneras de hacer las cosas. Y con respecto a la ciudad, la variedad que hay la vengo percibiendo desde siempre. Eso sí, por ahí está trabada y difícil la cosa para tocar en Rosario.

—Teniendo en cuenta el contacto que tenés con los músicos, ¿qué te interesa trasmitir a las nuevas generaciones?
—Me parece que hay que hacer hincapié en el conocimiento, y más ahora que está accesible a través de internet. Yo porque soy autodidacta, pero veo que hay gente que le cuesta más. Hay que ponerse las pilas y hacer uso de la oferta de conocimiento disponible. Eso me parece importante. Porque hay como una distracción.

Más notas relacionadas
Más por Juan Pablo de la Vega
  • Cholo bandoneón

    Rodolfo Montironi, leyenda viva del tango, repasa sus más de 80 años con el fuelle y asegu
  • Electropop resonante

    Lalalas publicó un puñado de canciones bajo el título de Ecos. Una nueva etapa en la banda
  • El sur ardiendo

    Hoy y el próximo sábado a las 20:30 se presentará en el Cine Público El Cairo (Santa Fe 11
Más en Cultura

Dejá un comentario

Sugerencia

Alerta: el genocida Amelong pide la libertad condicional

Desde HIJOS Rosario advirtieron que este viernes la justicia dará lugar a una audiencia pe