Concejo color

Tras un extenso y acalorado debate, el cuerpo de ediles resolvió extender la concesión del Transporte Urbano de Pasajeros y el incremento en la tarifa.
Por increíble que parezca, los temas que pintaban más complejos y difíciles de consensuar en el Concejo, terminaron con viento a favor y voto positivo. Esto incluye el aumento del boleto, su bi-actualización anual automática y la flamante prórroga por tres años o hasta que se concrete una nueva concesión, del Transporte Urbano de Pasajeros (TUP). En todos los casos hubo debates encendidos, densos y extensos, además de poco útiles; la suerte estaba echada allende de la sesiones de los jueves. ¿Cómo? Incógnita; aunque no pocos se preguntan cuál sería la moneda de cambio para sumar las voluntades necesarias. Por lo pronto hay dos estrategias visibles: alianza y abstenciones.

Así, echando mano a este par de maniobras, el jueves pasado vio la luz la prórroga del actual sistema de transporte, tal como lo había solicitado a viva voz el Ejecutivo local en los últimos días a través de los medios. Más aún, había planteado un corsé de hierro forjado: la prórroga o la precariedad. Desde ese dilema partió la discusión de los ediles que se prolongó varias horas y que hasta incluyó un pedido para que se retire la petición de la intendencia y otro para “municipalizar en forma total” el servicio. En la actualidad, la Municipalidad –con Semtur y Mixta– maneja 25 líneas; y el privado, Rosario Bus, 16. “No es alocado lo que proponemos, con otra idea de empresa pública”, dijeron los ediles del FpV, Roberto Sukerman y Norma López, autores de esta iniciativa.

De nada sirvieron los argumentos. El lunes, la comisión de Servicios Públicos había dado proveído favorable al tema. Nada raro, contando con los votos oficialistas necesarios, pero sí funcional ya que a partir de ese momento comenzaron a tejerse las alianzas que se hicieron explícitas en la sesión del jueves cuando el FPCyS sumó al PRO y al concejal justicialista Osvaldo Miatello (Compromiso con Rosario).

Agregando a este escenario la abstención de Diego Giuliano (Rosario Federal), quedó allanado el camino para los 12 votos con los que se logró extender por tres años o “hasta que se apruebe una nueva licitación, ya que a fin de agosto vence la concesión vigente y ya está para la discusión el pliego para un nuevo sistema”, se ocupó de aclarar Sukerman. El edil, junto a su par de bancada, Norma López propusieron sin éxito municipalizar el servicio bajo la órbita de la Semtur.

Un proyecto similar, pero pivoteando en la Mixta de Transporte Rosario SA, propuso la edila María Fernanda Gigliani (Iniciativa Popular, quien planteó la creación de una sociedad mixta en la que el Estado se reserva el 51 por ciento de las acciones y una mayoría en el directorio. La idea no pasó de esa categoría. Por su parte el edil Héctor Cavallero (Partido del Progreso Social) llegó a pedir que se retirara el pedido que había enviado el Ejecutivo, a través del Ente de Transporte, emplazando a los ediles a decidir a cara o cruz, entre prórroga o precariedad.

Ni siquiera obtuvo una respuesta “por educación”, tal como consideró el Tigre Cavallero sobre el final de la tarde, después de repasar lo que considera las falencias inaceptables de la estructura actual del sistema.

Para el radical Jorge Boasso, ahora en bloque unipersonal, la prórroga es insostenible por donde se la mire ya que no hace más que favorecer los incumplimientos del servicio. “Voto en contra y convoco a tratar lo antes posible el nuevo pliego de licitación, garantizando la igualdad entre los oferentes”, dijo el edil, mientras preparaba munición gruesa.

“El único operador privado que se encuentra en la ciudad (Rosario Bus) es el que verdaderamente domina en el sistema, fija las reglas y las condiciones, el que hace muchos años manda en el transporte público de pasajeros es Agustín Bermúdez”, enfatizó. Y, haciendo historia, evocó distintos momentos en los que el empresario se hizo sentir “amagando con dejar la concesión y contando para ello con la connivencia desde el Ejecutivo”, dijo Boasso.

“En la actualidad son socios por conveniencia, la intendenta Mónica Fein lo necesita para que Bermúdez haga el trabajo sucio ante cada pedido de aumento del boleto”, tronó el radical de verba filosa. A esa altura, el debate era una suerte de cátedras de Derecho, ya que varios de los ediles tienen ese título académico y no escatimaron en versar sus exposiciones desde el rigor de las normativas.

En este marco, además de Sukerman y Boasso, expusieron Giuliano y Rodrigo López Molina (PRO). Entre las objeciones se escuchó que el pliego actual, en su artículo 8°, hace posible extender el servicio por un año “brindando el servicio en las mismas condiciones, por lo tanto hasta 360 días no se caería en ninguna precariedad”. En ese lapso se podría discutir el nuevo pliego ya que el actual vence a fin de agosto.

Para Gigliani la prórroga no podía hacerse efectiva, ya que la condición es que no haya deuda por multas, cuestión que no se pudo comprobar porque su pedido al Ejecutivo, efectuado días atrás sobre el tema, no tuvo respuesta. Por su parte, Giuliano, calificó al “laberinto que planteó la Municipalidad”, entre prórroga y precariedad como una “tormenta perfecta sobre el sistema”. Dijo que no tenía solución y que por su carácter de inédito en el Concejo, iba a abstenerse a la hora de votar ya que no correspondía prorrogar porque el privado no había cumplido con el deber ser del servicio. “El dilema es falso”, sintetizó.

A su turno, López Molina dijo que la prórroga por tres años era la “menos peor” entre el grupo de limitadas opciones a las que se podía echar mano ya que no habría certeza de otras inversiones. “Hace tiempo que no vienen inversiones privadas a Rosario, que parece refractario a las mismas. Por eso, por ejemplo, quedaron desiertas las cocheras subterráneas”, explicó al final de un extenso marco teórico desde el que Carlos Cossia (Peronismo Solidario), hizo un clavado a la realidad al pedir “bajar de las normas a lo que piensa y siente la gente”.

Cossia, además, especuló con lo perentorio del pedido del Ejecutivo para prorrogar so pena de que el TUP cayera en la precariedad. “En tres meses habrá un nuevo Concejo, ¿tanto miedo le tienen a estas corrientes de pensamiento que se van a incorporar que hay que sacar esto urgente?”, interrogó, y anunció su voto negativo.

Pero hubo otra voz que llamó a la realidad. Fue la de Ismael, del Movimiento por la Vida Autónoma de las Personas con Discapacidad (MoVidA,) que junto a portavoces de Sin Barreras asistió a la sesión para dar cuenta de lo que significa el actual sistema de transporte para las personas con movilidad reducida. “Van a hacer una prórroga por un servicio de mierda ¿qué prorrogan?, ¿las deficiencias? No puedo llegar a trabajar o estudiar y acá debaten tres años más. En los escritorios está bárbaro, pero en la vida real de una persona, en ese tiempo me postergan la vida. Acompáñenme a ver en la calle cómo funciona lo que están prorrogando”, dijo con voz firme. Su intervención fue considerada una excepción, ya que nadie puede intervenir en una sesión. Pero no hubo reproches a su postura.

Con rapidez de reflejos, la resolución que había enviado el Ente de la Movilidad, pidiendo la prórroga, incorporó el siguiente apartado: “Establécese que las empresas Rosario Bus SA y Mixta de Transporte Rosario SA, durante el período de prórroga, presentarán un plan de cumplimiento de los objetivos planteados en el pliego vigente acerca de las pautas de accesibilidad para personas con discapacidad”.

Lo que siguió fue la votación que detrás de la aprobación a la prórroga encolumnó al Socialismo, los Radicales Progresistas, la Coalición Cívica-ARI, el Partido Demócrata Progresista (PDP), Unión PRO Federal y Compromiso con Rosario, totalizando 12 votos. Se abstuvo Giuliano, y en contra votaron: Sukerman, López, Gigliani, Cavallero, Lorena Giménez Belegni, Cossia y Boasso. En ese momento, la tarde terminaba y los dolores de cabeza del TUP para la Municipalidad, también.

Fuente: El Eslabón.

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