Foto: Andrés Macera.
Foto: Andrés Macera.

Si hay una verdadera grieta –gastada palabra, cacareada hasta el hartazgo este último tiempo–, es la que separa a la Justicia de las demandas populares. Un abismo, si nos detenemos sobre las últimas actuaciones del poder judicial de Santa Fe. Una falla de miles de kilómetros, si mantenemos la figura para describir la resolución que tomó el pasado lunes la Cámara de Apelaciones de Rosario en el marco del expediente por el triple crimen de Villa Moreno, con la que bajaron las penas a dos condenados por el asesinato de los integrantes del Movimiento 26 de Junio, Jeremías Trasante, Adrián Patóm Rodríguez y Claudio Mono Suárez y absolvieron a un tercero. “Estamos dolidos, desgarrados y verdaderamente golpeados”, describió Pedro Pitu Salinas, compañero de militancia de los jóvenes acribillados el 1 de enero de 2012.

El polémico fallo firmado esta semana, que revisó la sentencia dictada en primera instancia en diciembre del año pasado, rebajó los años de prisión para Daniel Teletubi Delgado –de 30 a 21– y a Mauricio Palavecino –de 24 a 19–. Además, los jueces Georgina Depetris y Daniel Acosta, con la disidencia de Luis María Caterina, absolvieron a Brian Pescadito Sprío. Sólo se mantuvo firme la condena a 32 años de cárcel para Sergio Quemado Rodríguez. “La verdad es que no preveíamos un escenario de absolución”, admitió Salinas en diálogo con el eslabón.

―¿Qué hipótesis tenían en el Movimiento 26 de Junio sobre lo que podía ocurrir en la Cámara de Apelaciones?
―Veíamos posible que se viniera alguna reducción de las penas, cosa que se dio, de hecho a Delgado se le bajó de 30 a 21 años, pero eso ya es una anécdota ante la absolución. Un tribunal de primera instancia, en un juicio oral que insumió más de diez audiencias, por el que desfilaron más de setenta testigos, en donde hubo entrecruzamiento de llamados telefónicas, se ventilaron pruebas por demás de significativas, hubo un testigo presencial del hecho: yo no sé qué necesitaban los jueces Depetri y Acosta. Porque tuve la oportunidad de estar en la lectura de la resolución y ellos mismos hicieron hincapié en algo que había dicho un abogado defensor, y es que la ametralladora que usó el Quemado disparaba 160 balas por minutos, ¿qué esperaban, que el testigo presencial le dé la exacta fisonomía de cada uno de los cuatro que estuvieron ahí disparando?

―¿Cómo impactó el fallo en las familias, en los compañeros de militancia y en el barrio?
―Lo tomamos con mucho dolor y muchas sorpresa, pero también con la fortaleza de que esto hay que seguirlo. Hay un primer paso subsiguiente en términos legales que es presentar un recurso ante la Corte Suprema de Justicia de la provincia, cosa que ya estamos trabajando con el equipo de abogados querellantes y con la fiscal de Cámara. Y vamos a estar reunidos para seguir planificando, para ver en términos de movilización cómo sigue de acá en más la lucha. Porque es evidente que esto no puede quedar así. Más allá de este fallo desfavorable, no nos van a doblegar con esto.
Estuvimos en la etapa instructoria haciendo lo que el Estado no hizo, como colectar pruebas –aunque suene paradójico–, conteniendo a los testigos, brindando algo de protección a esos testigos, porque el que tiene que ir a Villa Moreno a dar la cara mañana a esos vecinos soy yo. No es ni Depetri, ni Acosta: somos los compañeros del Movimiento. A esto lo vamos a seguir, y si tiene que ser ante la Corte suprema provincial, nacional o la Interamericana de Derechos Humanos, ahí nos van a encontrar.

―¿Qué es lo que más te sorprendió de la resolución de la Cámara?
―Hay algo que resalta, por lo grotesco: la camarista Depetri en su fundamentación de la absolución, en lo que además es la parte más pobre y escueta de un frondoso texto de resolución, no hace alusión a ninguno de los elementos probatorios que se produjeron en cada una de las audiencias orales. Esto es un dato del más elemental de los sentidos comunes. Que un muchacho que se lo ve en la cámara del Heca trasladar a su amigo Maximiliano Rodríguez casi muerto, que se lo ve esconder ese mismo auto, volver en moto, irse con Delgado un ratito antes de que suceda el crimen y no volver durante un mes al nosocomio a ver cómo estaba su amigo herido de muerte; te plantea dos caminos para interpretarlo: o es una indolencia repentina por parte de Sprío o, el camino más cierto, que se profugó de la Justicia. Que eso no haya merecido ninguna valoración por parte de Depetri y Acosta realmente nos llama poderosísimamente la atención.

―¿Cómo se explica que en su fallo la Cámara despegue completamente del hecho a una persona que en la sentencia del tribunal de primera instancia fue condenada a 28 años de prisión?
―Se degeneraron los hechos que se habían acreditado en la primera instancia. Depetri puso dos armas en manos de dos pibitos, vinculados presuntamente al Negro Ezequiel Villalba (a quien supuestamente buscaban para asesinar los condenados), que no habían sido ni rozados en el juicio oral y público. Ni siquiera fueron llamados a declarar por parte de la defensa. Realmente no resiste el menor análisis, por eso vamos a ser muy firmes y contundentes en el recurso extraordinario que vamos a presentar en los próximos días.

―En el plano jurídico ya están definidos los próximos pasos a dar, pero ¿cuáles serán en el terreno más político?
―Vamos a acompañar con movilización esta presentación ante la Corte santafesina, para la cual tenemos un plazo de diez días hábiles. Y vamos a generar varias instancias con el objetivo de interpelar a nivel mayoritario al conjunto de la sociedad acerca de lo que acaba de pasar, que no es más ni menos que una cámara de apelaciones de esta ciudad que sigue dando un mensaje que indica que los pibes jóvenes de los barrios pobres, pueden seguir matando y muriendo que al poder judicial de la provincia no le interesa los más mínimo. Y por una sencilla razón: que los muertos los vamos a seguir poniendo nosotros. Ni el pariente más lejano de los camaristas que firmaron este fallo va a vivir algo así alguna vez.

Lectura para el “letrado”

En el marco de la entrega de diplomas a las autoridades electas en las comicios generales pasados, Pedro Pitu Salinas, quien accedió a una banca del Concejo Municipal de Rosario por el Frente Ciudad Futura, vivió el pasado miércoles la curiosa casualidad de cruzarse en el escenario con el juez Daniel Acosta, uno de los magistrados que firmó el polémico fallo de la Cámara de Apelaciones de Rosario por el Triple crimen de Villa Moreno.
En el escenario y ante la estupefacción de alguno de los presentes, Salinas tuvo la oportunidad de decirle a Acosta “te equivocaste muy feo» y regalarle el libro Soldaditos de Nadie, que da cuenta de la investigación por el asesinato de los militantes del Movimiento 26 de junio. «Tuvimos la suerte que fuimos con una compañera que tiene familia en Santa Fe –contó Pitu–, e inmediatamente se comunicó con la madre para que venga volando a traer un libro, que de hecho llegó justo cuando el locutor anunció el departamento Rosario. Cuando subí al escenario, le di la mano a Falistocco, y cuando tocó el turno a Acosta le di la mano, le entregué el libro, decirle que se equivocó muy feo».

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