La filial Lobos de Rosario fue recibida por Fernando Monetti (hoy en Lanús) y Lucas Licht, dos referentes de aquel plantel.
La filial Lobos de Rosario fue recibida por Fernando Monetti (hoy en Lanús) y Lucas Licht, dos referentes de aquel plantel.

Hinchas de Gimnasia y Esgrima La Plata, que residen en la ciudad, cuentan cómo es la dura relación de amor con el club de la ciudad de las diagonales y repasan decepciones y alegrías.

En las siguientes líneas no habrá estadísticas de títulos –ni locales, ni internacionales–, no se mencionarán vueltas olímpicas, ni figuras que triunfaron en los mejores clubes del planeta. Aquí, el afecto y el frenesí por los colores pasa por otro lado. Dimas Chiantiri y Milton Mario Maurente recibieron a el eslabón en el bar deportivo denominado Buffet de Moe, donde habitualmente se concentra la filial Lobos de Rosario, para charlar sobre su mayor pasión: Gimnasia.

“Soy de La Plata y me vine a vivir a Rosario en 2009 con 250 pesos en el bolsillo. Con eso saqué un anuncio en La Capital, pidiendo que si había un hincha de Gimnasia en la ciudad que me llame, porque es lo que más extraño. No te digo más que a mi vieja, pero sí más que a muchos parientes”, arranca contando Chiantiri, quien masticando bronca recuerda que “el primer llamado fue de un Pincha para joderme”. Es que así comenzó a conformarse la agrupación que hoy cuenta con 25 integrantes, desparramados en Rosario y la región. “Hay de San Nicolás, Villa Constitución, Guatimozín (localidad de la provincia de Córdoba.), Casilda, Carcarañá, Cañada de Gómez”, aporta Maurente, actual presidente de la filial.

Dimas, dueño del bar ubicado en el club de la sociedad libanesa, aclara que “uno tiende a pensar que hay hinchas de Gimnasia solamente en La Plata”, y que “los dirigentes cometen el mismo error, por eso no le dan mucho bola a las filiales” (ver recuadro). Y ejemplifica: “Acá pasa lo mismo. Esta semana salí con una campera de Gimnasia y me miraban como si fuera un hincha de Newell’s que la usaba porque jugamos contra Central”.

Y diferencia al derby platense del rosarino opinando que el Central-Newell’s pone de manifiesto “un fanatismo mucho mayor” que el de La Plata. “Antes de venir a vivir acá, no tenía dudas de que el clásico que se vive con mayor intensidad del país era Gimnasia-Estudiantes, hasta que vine a Rosario y noté un grado de enfermedad muy importante”.

En las malas mucho más

En los 128 años de vida, el Lobo no cuenta en su historial con ningún título, y las decepciones futbolísticas superan a las alegrías. “¡Tenés que bancarte ser hincha de Gimnasia, por eso somos realmente distintos a todos!”, expresa el oriundo de la ciudad de las diagonales, y explica los motivos de su orgullo tripero: “En la película La Pasión de Alejandro Encinas, que es la primera que se hace sobre un club del fútbol argentino, hay una frase del Ruso Verea que dice pinta lo que es ser hincha de Gimnasia: «Es vivir al borde del abismo». Y no se puede vivir al borde del abismo, por eso este sentimiento va más allá de la razón”. En ese sentido, Dimas agrega: “Muchas veces el fracaso es simpático. Cuando a un equipo le va mal, a uno lo enternece. Una vez llevamos a unos pibes al hotel a conocer al plantel y lloraban. Y no estaban viendo a Messi o Van Nistelrooy, estaban viendo a Vegetti que bajó a saludar y no lo querían soltar”.

El presidente de la filial nació en Uruguay, donde su familia estaba dividida entre los dos clubes más grandes del país vecino. “Mi viejo era de Nacional y vendía café en el estadio Centenario, mientras que mi vieja era de Peñarol”, se ríe quien a los 7 años se fue a vivir a La Plata. “Como tenía más amigos de Gimnasia, me hice hincha del Lobo”, cuenta Maurente, que desde hace 10 años vive en Rosario y labura de comerciante.

“Empecé a seguir a Gimnasia el año que ascendimos (en 1984), después de que le ganamos a Racing el último partido. Eso fue la máxima emoción que tuve con este club”, repasa el Charrúa, y lamenta: “La única vez que fui a un clásico fue cuando perdimos 7 a 0”.

Primero hay que saber sufrir

Ambos simpatizantes triperos coincidieron que el Clausura del 95 que se les escapó en la última fecha fue el momento más duro que atravesó la institución platense en los últimos tiempos. El Ciclón, dirigido por el Bambino Veira, hizo lo suyo en el Gigante de Arroyito, venciendo a Central; mientras que el Lobo desperdició la oportunidad de su vida al caer frente a Independiente, nada menos que en el Bosque. “San Lorenzo ganó muy fácil, pero nosotros siempre le echamos la culpa a los otros. Si ganábamos estaríamos hablando de otra cosa. Fuimos todos a festejar, en el estadio no entraba nadie, y finalmente fue una gran decepción”, rememora el uruguayo.

Para el bufetero, ese golpe “marcó una bisagra” en la vida de la institución, y lo compara con “la novia que se te va de la iglesia”, porque “no te lo olvidás más, nos rompió el corazón”. Y añade, sin consuelo: “Después tuvimos dos subcampeonatos más, pero ninguno fue como ese, fue una gran tristeza. Tuvimos la mala suerte de pelear con el Boca de Bianchi o Basile, y el Vélez de Bielsa. Un torneo salimos segundos con 45 puntos”.

Después amar

No significó un título ni muchos menos, pero para ellos fue similar. No dieron la vuelta olímpica, pero lo festejan hasta la actualidad. En la tabla, Gimnasia no figuraba en las primeras posiciones, sino en las últimas. Pero en aquel julio de 2009, el Lobo tuvo una de sus últimas alegrías: por la Promoción, ante Atlético Rafaela logró revertir el 0–3 sufrido en la localidad santafesina, en un épico partido que se resolvió en los últimos minutos, cuando la suerte ya parecía echada.

“Ese día sólo fuimos a la cancha a agradecerle al equipo, porque ya nos veíamos en la B. El último gol no lo pude ver porque me desmayé. Me bajó la presión. Me desperté con el equipo en la A”, cuenta, entre risas, Chiantiri. La situación de Maurente aquel día fue distinta, aunque también se perdió el final: “No pude ir a la cancha porque tenía fiebre. Me acosté porque me sentía mal y porque veía que no lo remontábamos. Y me llama mi mujer para que prenda la tele porque habíamos ganado. Y no le creí, pensé que se trataba de una cargada”.

Al héroe de esa victoriosa jornada de película, hoy lo tienen en Rosario. El 1 a 0 conseguido a los 28 del segundo tiempo todavía quedaba muy lejos para alcanzar la hazaña. Hasta que a los 43′ y a los 46′, apareció la cabeza del hoy delantero canaya Franco Niell para hacer estallar el Juan Carmelo Zerillo. “Al Enano le tendríamos que haber comprado el pase. A él, al hijo y al hijo del hijo. No se tendría que haber ido más de Gimnasia”, asegura Dimas, y reprocha: “No puede ser que Russo un día a la una de la mañana vaya a buscarlo a la concentración y al día siguiente lo presente en Central. Eso no se te puede escapar. A ese tipo tenés que agradecerle toda la vida, y lo dejamos ir”.

Una mala Gimnasia

Según protestan los entrevistados, las políticas de todas las dirigencias del Lobo con respecto a las filiales deja mucho que desear. “Los dirigentes cometen el error de creer que los hinchas de Gimnasia están sólo en La Plata y no piensan en el socio del interior, que no tenemos ningún tipo de favor”, se molesta Dimas Chiantiri, y lamenta que “ningún beneficio esté contemplado en el estatuto”.

“Nosotros somos socios del interior, pagamos la cuota al mismo precio que el socio activo y no tenemos derecho a voto, así dice el estatuto. Sin importar la antigüedad”, aporta Mario Maurente, y señala que sus pares “de Mar del Plata son 600 tipos, es la más grande de Gimnasia, y no tienen representatividad, no pueden votar”.

En este sentido, el dueño del buffet tripero analiza que “los 128 años sin títulos también se explican por esto: un equipo no sale campeón por once tipos, además tiene que haber seriedad dirigencial, buenas inferiores”.

Y como si faltara algo, la única vez que accedieron a un estadio gracias a los dirigentes, no tuvieron la mejor experiencia. Así lo relata Dimas: “Estábamos en la B y jugábamos con Central acá. Las entradas eran plateas y nos teníamos que mezclar con hinchas canayas. Después vinieron a comer al bar unos dirigentes de Central y me dieron otra ubicación, a un sector en el que no me mezclaba con los hinchas. Cuando llego al estadio me hacen ingresar por la puerta 5 a una ochava, con quinientas butacas. Faltaban 20 minutos para el partido y estaba solo. Y cuando un hincha quiso ingresar, el milico le aclaró que ese era el sector visitante. ¡Me identificaron enseguida! Por suerte ganó Central (risas). Faltando un minuto pegamos una pelota en el palo y me agarró un principio de ACV, porque si lo empatábamos no me iba más de ahí”.

Además, el presidente de Lobos de Rosario, aclara que “hasta cuando hemos ido a saludar al plantel, lo hemos hecho por contactos personales”.

Rosario siempre estuvo cerca

Si bien la ‘sede’ de la agrupación –“que se creó en 2009, pero que comenzó a tomar forma un año más tarde para luego conformarse la filial”– se encuentra en la ciudad, la mayoría de los integrantes vive en localidades aledañas y cada quince días se reúnen en el buffet de Moe para programar los viajes al Bosque. “Nos juntamos para ponernos de acuerdo para ir a la cancha. Para saber cuántos somos, así decidimos si vamos en combi o en autos particulares”, detalla el titular de la filial, y concluye: “A mirar los partidos por tele nos juntamos poco, por el inconveniente de la distancia”.

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2 Lectores

  1. daniel romero

    29/09/2015 en 8:55

    es importante mirar para el interior, porque muchos hinchas sufren en silencio y el soledad, lo malo de las dirigencias es justamente, que todos viven en La Plata, cuando el el interior hay muchos socios desparramados, dirigentes, el interior existe. saludos y felicitaciones por la nota

    Responder

  2. daniel romero

    29/09/2015 en 8:57

    es importante mirar para el interior, porque muchos hinchas sufren en silencio y en soledad, lo malo de las dirigencias es justamente, que todos viven en La Plata, cuando el el interior hay muchos socios desparramados, dirigentes, el interior existe. saludos y felicitaciones por la nota

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