Foto: Andrés Macera.
Foto: Andrés Macera.

Leonel Martínez, de 15 años, fue visto por última vez el 6 de noviembre en una obra en la que trabaja su padre y en la que se escondía de un policía de la comisaría 25 que lo tenía amenazado a él y a su familia.

Roberto Martínez cuestionó a la justicia provincial. El defensor general, Gabriel Ganón, pidió que en la investigación «intervengan otras instituciones».

Leonel Martínez es un pibe más. Tiene 15 años, le gusta salir a pescar y, después de la escuela, suele acompañar a su papá al trabajo, a cebar mate y aprender el oficio de la construcción. Leonel es un pibe más, y esa característica, que ya es un riesgo, lo vuelve un ciudadano vulnerable. Leonel está desaparecido desde el 6 de noviembre. La última vez que lo vieron fue en la obra en construcción donde trabaja Roberto, su papá. Leonel se ocultaba ahí ya que, según denunció su familia, la policía de la Comisaria 25 – de Pueblo Nuevo, en Villa Gobernador Gálvez – los venía amenazando desde mayo de este año, cuando Leonel, sus hermanos, su papá y una beba de dos años fueron detenidos de manera irregular. Gabriel Ganón, Defensor General de la provincia, presentó una medida cautelar para que intervengan organismos internacionales en la causa y comience a actuar la justicia federal.

Robusto y cachetón. Mide 1,74 aproximadamente y pesa unos 90 kilos. Tiene el pelo corto y oscuro, la piel trigueña. Así describe Roberto a su hijo. Le dice “el nene” y cuenta que desde que tiene un año van juntos a la isla; que le gusta la pesca y el río, y que cuando pueden se cruzan a un banco de arena que se forma frente al Swift y ahí acampan. Roberto cuenta que desde que tiene once años, Leonel lo acompaña a la obra a cebar mate y aprender el oficio. Ahora, el papá, de 50 años, termina de trabajar y antes de volver a su casa, en la localidad vecina, recorre las plazas y espacios públicos de Rosario buscando a su hijo, “el nene”, que está desaparecido.

Roberto enumera fechas y nombres con una claridad envidiables. Todo lo que siente que sirve para encontrar a su hijo lo cuenta con lujo y detalles. “Hace varios meses que le pedimos justicia a la Justicia y siempre hicieron oídos sordos”, reclama. Y empieza: el 30 de mayo, a eso de las cinco y media de la mañana, unos cinco miembros de la policía irrumpieron, sin orden judicial, en casa de Roberto. El hombre, tres hijos suyos (de ocho, diez y catorce años) y su nieta de dos años fueron llevados a la Seccional 25 de Pueblo Nuevo, uno de los grandes barrios de Villa Gobernador Gálvez. La detención fue, aparentemente, por una denuncia que involucraba a Roberto por un supuesto incendio esa misma madrugada. El hombre fue liberado el día siguiente. Los menores, el mismo día de la detención pero ya en horas de la noche.

Del 30 de mayo en adelante, Roberto enumera casos de amenazas y presentaciones a distintos organismos de la Justicia donde no hubo respuesta y mucho menos respaldo de seguridad a la familia. El 3 de noviembre, rememora, dos personas de civil se presentaron en la casa de la familia de Leonel para pedirle algunos documentos supuestamente de parte de un juzgado de Menores. Ante la negativa de su madre, respondieron que “al gordito lo iban a ir a buscar” y que le iban a allanar la casa. Ya para ese momento, el joven no se movía solo: iba a todos lados con su papá, e incluso ya no iba a la escuela, se quedaba con él en el horario laboral. El miércoles 4, en la parada de colectivos camino a Rosario, un móvil con policías de la seccional en cuestión pasó frente a ellos y, relata Roberto, un policía –“el Pelado”– le hizo un gesto de amenaza de muerte al chico. Desde ese día, Leonel durmió en la obra donde trabaja su papá, ubicada en la esquina de Ituzaingó y San Martín, de Rosario.

La última vez que vieron a Leonel fue el viernes a la mañana. Ese día, su papá fue a trabajar a otro lugar. Las indicaciones para su hijo fueron claras: ni salir, ni abrir la puerta a nadie. Incluso ensayaron un código, un silbido, para que el nene sepa que era su papá el que tocaba la puerta. Roberto llegó a la tarde y chifló. Una, dos, varias veces. Después probó con el timbre. Y ahí descubrió que la puerta de la obra estaba abierta. Lo mismo vio adentro: las puertas abiertas y unas llaves en el piso. “Y de ahí, no sé nada de Leonel”, concluye el padre, casi sin saber cómo –o sin querer– poner un punto final.

Para comenzar a ver un poco de luz

El defensor General de la provincia, Gabriel Ganón, presentó el último miércoles una medida cautelar para la aplicación del artículo 14 de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas y la intervención del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas de la Organización de las Naciones Unidas. La razón fue clara: “ante la resistencia y obstaculización de la justicia de Santa Fe, es necesario que intervengan otras instituciones”.

El artículo antes mencionado señala que, cuando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos reciba una petición o comunicación sobre una supuesta desaparición forzada, se dirigirá al gobierno correspondiente solicitándole que proporcione a la mayor brevedad posible la información sobre el paradero de la persona presuntamente desaparecida y demás información que estime pertinente, sin que esta solicitud prejuzgue la admisibilidad de la petición. Por su parte, el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones de la ONU tiene como objetivo colaborar con la aparición de las personas a través de la recepción y estudio de los informes sobre el caso y el correspondiente pedido a los gobiernos para que intervengan.

Leonel es el tercer chico desaparecido en poco más de un año. Ganón consideró que la permanente obstaculización que ejerce la justicia provincial ante estos casos implica una intervención de la justicia federal. Además, hizo hincapié en la falta de control político sobre las fuerzas de seguridad. “La policía actúa como dueño de la vida y muerte de cualquiera. Además de las desapariciones forzadas, están las causas de tortura sistemática de jóvenes, y más de jóvenes vulnerables”.

Fuente: El Eslabón.

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