Foto: Javier García Alfaro.
Foto: Javier García Alfaro.

Los docentes marcarán el pulso de la pelea por el ingreso de haberes deteriorado ante la escalada inflacionaria, y son los primeros en rechazar el tope del 25% que intenta imponer el gobierno de Macri.

La paritaria nacional docente es un caso testigo de la pulseada sindical que se viene en torno a la puja distributiva. Los cinco sindicatos que representan a los trabajadores de la educación protagonizan el primer rechazo formal al intento del gobierno de Mauricio Macri de aplastar la negociación salarial con el techo del 25 por ciento, a tono con las “metas de inflación” trazadas por el ministro de Hacienda Alfonso Prat-Gay. En el ámbito privado, se puede sumar a la lista de las primeras objeciones al límite salarial, a los trabajadores de la aerolínea LAN, que realizaron medidas de fuerza para evitar el cepo paritario.

Con estadísticas propias y atentos a la disparada inflacionaria desde fines del año pasado, los maestros calificaron de “insuficiente” la propuesta que hizo pública el ministro de Educación nacional Esteban Bullrich y aseguraron que para recuperar poder de compra el aumento de los haberes debe estar entre el 35 y 40 por ciento. “Ni los salarios docentes ni los programas educativos pueden ser variable de ajuste”, escriben en el pizarrón de bolsillo.

Los docentes siempre dan el puntapié inicial y marcan el pulso de las paritarias. Durante el kirchnerismo el número que conseguían en la mesa de negociaciones servía de referencia para el resto. El año pasado, en varias provincias los maestros cerraron arriba del 30 por ciento. Esta vez, en el primer round paritario, los docentes buscan paliar la pérdida de poder adquisitivo que tuvo el salario en los últimos meses a partir de los descomunales aumentos en productos de la canasta básica de alimentos por las expectativas de devaluación macrista y la seguidilla de medidas económicas impopulares posteriores al balotaje, incluida la megadevaluación y los recientes anuncios de incrementos tarifarios en servicios públicos, que incluso tendrán impacto en el nivel general de precios.

Los maestros venían reclamando un extra de fin de año para compensar las subas de precios, como consiguieron algunos sectores del sector privado. Ante la negativa del gobierno nacional y de las provincias, pidieron anticipar la negociación salarial en paritarias y fijaron una cifra acorde a lo que mediciones de los propios sindicatos e instituciones privadas reflejaron como una fenomenal aceleración de precios de grandes productores de bienes y supermercados, que abusan de posición dominante. Mientras el Indec del consultor Jorge Todesca intenta ocultar la estampida de precios bajo un decreto de “emergencia” en las estadísticas públicas.

Con el mutis del Indec, Todesca recomendó como seria y espejo de la situación nacional la estadística de la provincia de San Luis, que en diciembre midió una inflación del ¡6 por ciento!, donde determinados precios, como el de la carne o la harina, se dispararon por encima del 30 por ciento. La Asociación de Defensa de Usuarios y Consumidores que preside Osvaldo Bassano detectó que en algunos supermercados remarcan los precios más de una vez al día en medio de baja en el consumo.

“Por primera vez, después de muchos años, a la mañana en algunos supermercados pusieron un precio y a la tarde otro”, alertó Bassano en declaraciones radiales y consideró: “Si en febrero se remarcan las tarifas con los montos anunciados, en marzo, con la escolaridad, se va a dar un tema bastante agudo para el trabajador. La situación se va a poner cada vez peor”.

Además de la rebaja salarial que emprendió el gobierno de Cambiemos a pedir del establishment empresarial, el actual contexto agrega otros condimentos agrios: pérdida de empleo público y privado, y freno del consumo interno, motor de la economía el último tiempo, sobre todo frente a la profundización de la crisis internacional.
Las políticas del PRO y sus aliados agarraron por el camino del ajuste neoliberal, que llevará derechito a una recesión, como anticipó el “amigo” Fondo Monetario Internacional en sus recientes proyecciones 2016 con caída del 1 por ciento para la economía doméstica.

Salvo en 2014, durante los gobiernos kirchneristas los aumentos de salarios siempre estuvieron por encima de las pautas de inflación. Un borrador de un próximo informe que divulgará el centro Cifra, dependiente de la CTA de los Trabajadores que conduce el docente Hugo Yasky, adelantado por el diario Página 12, detalló que el poder adquisitivo de los trabajadores del sector privado retrocedió entre 7,6 y 10,1 por ciento, entre noviembre y enero, gracias a las medidas del macrismo. Es la caída del salario real más pronunciada desde la megadevaluación de 2002.

Con el objetivo de perforar el techo del 25 por ciento que Macri quiere establecer para todas las paritarias, los gremios docentes se paran en el piso de 8.500 pesos para un maestro de grado de jornada simple, esto es un 40 por ciento de incremento salarial, además de la duplicación del incentivo docente. La puja por recomponer salarios de los maestros hace escuela y anticipa las futuras reñidas paritarias entre sindicalistas y empresarios, con un árbitro vestido de amarillo que busca disciplinar e inclinar la cancha para uno de los lados. ¿Hace falta decir cuál?

Fuente: El Eslabón

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