panqueque color

Yo no sé, no. Cuando caía la tarde y la Vieja nos decía: “Andá a comprar harina”, si estaba lluvioso seguro que era para hacer unas tortas fritas; o buñuelos, si también nos encargaba huevos. En algún momento apareció la torta asada, a lo mejor por la inmigración interna de correntinos o santiagueños pero apareció en el barrio y se coló no sólo en el asado de los domingos. “Harina, agua y aceite”, eran para pizza seguro. Y la más popular de todas: la Popu, que hasta el día de hoy se sigue comiendo –chorreando aceite– en las dos canchas de Rosario. Después, ya siendo adolescentes, le pusimos manos a la masa y –para no andar hinchando tanto a los viejos– nos animamos a las tortas fritas, a los buñuelos, y hasta alguno que tenía buena mano, a los panqueques.

Eran tiempos políticos en los que también nos animábamos a meter mano donde teníamos que meter. Pero lo que nunca entendí fue eso de “te agarramos con las manos en la masa”. A nosotros seguro no nos iban a agarrar porque el compromiso era muy grande. Había un cumpa que –no sé, porque nunca pregunté–, tenía de sobrenombre Panqueque. Vivía en un edificio medio endiablado, porque si le errabas a la primera puerta, te la pasabas dando vueltas. A lo mejor por eso le decían Panqueque al vago. Eran tiempos que todavía uno se acordaba de la hazaña de Racing, que tenía como jugador al Panadero Díaz. Me dicen los pibes de la cuadra, porque no me pude meter en internet y nunca lo vi jugar, que era el 3 de la Academia de Avellaneda. Años más tarde conocí a Carlitos, en Villa Gesell, un tipo de mucha coherencia y que era, ese sí, el Rey de los Panqueques. Un homenaje para ese hombre que hacía los mejores panqueques de la Costa y que se fue hace poco.

Pedro me dice: “La verdad que yo entiendo la metáfora esa del panqueque, de la vuelta que da. Pero para mí, y voy a hacer una reivindicación del panqueque –tanto salado como dulce, que te sirven para hacer canelones o el postrecito con dulce de leche–, no es así. Porque el panqueque arranca panqueque y no cambia en el aire, sigue siendo panqueque”. “Por eso –dice Pedro– en estos momentos en los que hay tortazos de todos lados y parece que algunos están, o quieren parecerse confundidos, la cuestión del panqueque no va. Porque una cosa es tener disidencia interna y plantearla, porque cualquiera pueda tenerla, y otra cosa es pasarte a la vereda de enfrente. Porque los que te votaron, que están en esta vereda, ahora no saben si te votaron como torta, como buñuelo o como un exquisito panqueque. Cuando te cruzás de vereda le hacés el jueguito a los de enfrente, donde están los tipos más jodidos, los que van a pudrir todo lo que se ha amasado hasta hora”.

“Y, ojo. –concluye Pedro– Una cosa es amasar y poner ingredientes nuevos en lo que vos ya estás haciendo. Y otra cosa es pasarte a la vereda de enfrente, que está muy cerca… pero cerca de la traición”.

Fuente: El Eslabón

Más notas relacionadas
Más por Hilo Negro
Más en Columnistas

Dejá un comentario

Sugerencia

Un viaje en el tiempo al viejo Abasto de Rosario

Este sábado a las 10, se realizará un recorrido guiado desde la plaza Libertad (Mitre e It