La vocalista y violera rosarina armó un cuarteto y grabó un disco que compuso y produjo junto a Ramón Merlo. Canciones intensas e historias que toman diferentes formas escurridizas.

“Venite que ensayamos”, escribe Florencia Croci por Whatsapp, en otra lluviosa noche de abril. Son los momentos previos a la presentación de un proyecto que la moviliza: Los Jardines Líquidos. Así se llama el disco y también el cuarteto con el que subirá a los escenarios el próximo sábado 23 de abril, en el Berlín Café.

La actual guitarrista de Macaferri y Asociados, y ex integrante del grupo femenino Cambio de Hábito, grabó su segundo material discográfico, sucesor de Tierra (2011), bajo la producción de Ramón Merlo, y la participación de Juan José Flores en los bajos y Adrián Taka Carlesso en baterías.

“Hace como un año llevé canciones al estudio de Ramón”, cuenta Croci. “Después él empezó hacer más temas para el disco: Sopa Negra, El Clásico, Roja Abducción y La niña de las setas, y transformamos canciones mías, como Hablar en Inglés, del disco anterior y que ahora se llama Tengo que aprender, y logramos una versión más triunfal”, comenta la vocalista en un parate del ensayo en su casa, donde la banda le pone energía a otros de los nuevos temas como Fin de Mundo y Pesadilla, y a una versión propia de Quien fuera, una canción de Silvio Rodríguez, una gran cantidad de temas del nuevo disco que ya están disponibles en YouTube.

“Es algo parecido al primer disco, con canciones hechas a través de muchos géneros, pero es distinta la producción, el sonido, el audio. A mí me gusta más”, resalta Croci, y agrega: “Además, nunca había tocado con otro guitarrista, siempre tocaba yo las violas. Me costó un poco que Ramón toque la guitarra, hasta hoy me cuesta (se ríe y contagia al resto). Pero me gusta, es mucho más roquero a dos guitarras todo el tiempo, es un género que a mí siempre me gustó. Entonces compartimos y buscamos más el audio, eso es algo que fuimos haciendo todo el tiempo”.

Esculpir la roca
El cuarteto suena sólido y contundente, cada uno parece consciente de lo que puede aportar, y también lo que cede cada uno en favor de lo colectivo. En este sentido, Merlo apunta: “Tocar menos es más difícil que tocar más. Siempre es así. Sabemos que entre los músicos somos muy egocéntricos, nunca se toca a favor de la canción, y sí a favor de uno. Y nosotros entre todos lo entendemos un poco, como ese escultor que dijo, «yo veo la piedra y saco lo que sobra», nosotros somos más de sacar que de meter”.

En tanto, el bajista Juan Flores, integrante de innumerables agrupaciones de jazz, y rock, e integrante de la formación anterior de Croci, opinó: “A mí me encanta el disco, me gusta el sonido que Ramón buscó para acompañar a la Flor, me parece que es una mezcla que queda buena. Con respecto a lo de tocar menos, en esta banda, mi personaje del bajo, digamos, es diferente: toco con púa, entonces tiene otro audio, acompaña de una manera diferente”.

Por su parte, el Taka Carlesso, que hace muy poco grabó baterías para el último disco de Nahuel Antuña, se sumó a este proyecto hace un año, directamente a grabar en función de las maquetas que venía armando Merlo con el material de Croci. “Desde el primer momento pude hacer lo que quise, los chicos me dieron la libertad de meter lo que quiera, aparte somos re amigos. Son esas bandas que tenés que ensayar y vas sin problemas, no decís «uy, está lloviendo»”.

Foto: Andrés Macera
Fotos: Andrés Macera

La música es líquida
Al principio, el nuevo material se gestó en el estudio de Ramón Merlo, en la zona sur. Iba a ser el disco de “Flor Croci y su banda”, pero cuando se sumaron El Negro Juan y el Taka, la banda tomó el formato de cuarteto, dos guitarras, bajo y batería, y la fuerza grupal se fortaleció para dar lugar a Los Jardines Líquidos.

“Todo nace de la amistad”, subraya Ramón, y del hecho de “reunirse, intercambiar pensamientos, y sentimientos”.

El músico, hijo de Monchito Merlo, ya había definido a Los Jardines Líquidos, tiempo atrás, en una charla con este periódico. “Flor se mete dentro de muchas mujeres y vive sus vidas, es una mujer dentro de muchas, por eso lo de líquido, porque el líquido no tiene forma, como el sonido, sino que va en desarrollo y siempre va cambiando”.

Tal vez esa idea venga de la primera impresión. “Cuando yo conocí a Flor, vi un poco todas las miradas que yo había visto en la vida -confiesa Merlo-como si dentro de una mirada ves una tristeza, un dolor, una alegría, una potencia”.

“Entonces el protagonista del disco es una mujer que cuenta historias de mujeres, la historia de una asesina,(Pesadilla);una hippie,(Niña de las setas); o una histérica rockera,(Canción del no)”.

“Y si tendría que ponerle nombre a todos los géneros que hay, sería muy largo”, reflexiono Ramón. “La gente lo llama indie rock. Y en ese indie rock se encierra todo lo que es pop, rock, canción, electrónica, porque tiene un poco de todo, de electrónica, industrial, punk”, agregó.

Una chica como yo
Florencia comenzó de muy chiquita a tocar “la viola”. De adolescente se sumó a Cambio de Hábito, grupo en el que tocaba su hermana. Integró numerosas bandas de rock y blues locales, siempre empuñando guitarra con fuerte impronta. A principios de 2000 se fue a España, vivió cuatro años en Europa. De vuelta, acompañó a Leticia Brédice en un proyecto musical que duró unos años, y después se convirtió en la guitarrista de Macaferri y asociados, el grupo de Pablo Granados, como sesionista, al igual que su actual batero, Adrián Taka Carlesso, que también trabaja con Granados.

En el último tiempo, la cantante integró Los Adams, junto a Juan Flores, otra idea de Ramón Merlo que no salió del laboratorio, y Los Testadura, también con Merlo. El año pasado comenzó a grabar un nuevo disco donde se destacan composiciones como Fin de Mundo y Yo puedo hacer fuego con el viento. Así emergieron Los Jardines Líquidos.

Las aventuras con Charly
Florencia lleva entre sus vivencias encuentros mágicos con un crack como Charly García. El bigote bicolor y Croci tuvieron unos cruces intensos. Uno fue en Badía y Cía, en plena gira de Croci con Leticia Brédice. “Me acuerdo que él estaba con su banda en el programa, tocó y después nos fuimos a su casa, estuvimos grabando y tocando”, rememora a través de flashes. “Cuando Charly grabó Kill Gil, estábamos ahí, a veces lo pongo y escucho voces, estábamos en plena grabación en la casa de Charly”, cuenta Croci. Pero tal vez lo más alocado sea el primer encuentro. Transcurrían los años 90 y las Cambio de Hábito iban a tocar en Buenos Aires, en el marco de la presentación de un libro sobre Say no More. Esa chance se frustró a último momento. De todas maneras, el grupo de chicas viajó igual para presentarse en un boliche de Palermo llamado Júpiter, al que García había prometido asistir. “Caímos a ese sucucho en la traffic y las cosas no estaban muy bien, ya que las otras bandas no nos querían prestar los equipos. Tocamos con un equipo que era de Charly, un Roland, pero el flaco no venía, tocamos como hasta las dos de la mañana. Cargamos nuestras cosas en la chata y ya nos estábamos por ir cuando de repente cayó Charly con una saxofonista. Entonces una piba que había ido con nosotros me dijo: «Dale, dale, llegó Charly», y fue a buscar la viola a la traffic, me la conectó, y empecé a tocar con él. Tenía el bajo puesto y tocábamos temas de Los Beatles y de Hendrix, como Pequeña Ala”.
Juan Flores, su actual compañero de grupo, es parte de la anécdota. “Yo era amigo de las chicas. Conseguí una guita y me tomé el bondi a Buenos Aires y caí en el boliche. Estaba Charly con el bajista de su banda, que tocaba el teclado, y el batero. En un momento Charly se saca el bajo, yo pongo la pata en el escenario y el flaco piensa que le voy a acomodar el instrumento, y me subo, y le digo al batero, dale! y me pongo a tocar. Después sube Charly, ya con la guitarra y tocamos un tema. Yo me bajé, y la flaca (por Croci), tocó como una hora y media con García, que quedó fascinado con ella”.
“Fue un momento de magia -reflexiona Croci- en un momento intercambiamos guitarra y tocamos, fue buenísimo”.

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