Símbolo del horror

La Cámara de Senadores de Santa Fe aprobó este jueves 21 de abril la ley la expropiación de la Quinta de Funes, la propiedad donde funcionó durante la última dictadura cívico militar, el centro clandestino de detención que operó bajo el mando del entonces comandante del Segundo Cuerpo de Ejército, Leopoldo Fortunato Galtieri. La decisión legislativa fue celebrada por la Comisión de la Memoria de la vecina localidad.

La propuesta, que fue presentada originalmente por la diputada provincial del Partido Solidaridad e Igualdad (SI), Alicia Gutiérrez, declara de “utilidad pública y sujeto a expropiación el inmueble ubicado en la Ruta Nacional 9 y la diagonal San José, de Funes”.

Entre los fundamentos del proyecto de Gutiérrez, la legisladora destacó que “además de juzgar y condenar a los responsables de cometer estos delitos que son imprescriptibles, es preciso continuar trabajando en la reconstrucción de la memoria histórica en la Argentina como una forma de reforzar día a día nuestro compromiso con la vida y el respeto de los Derechos Humanos».

«Al igual que la Esma, la Quinta de Funes es todo un símbolo en la provincia del horror que significó el plan sistemático ideado y llevado adelante por los genocidas, pero también es una muestra de la resistencia y la lucha de los militantes detenidos-desaparecidos y sus familias», remarca el texto del proyecto.

De acuerdo a la ley sancionada, el Estado se comprometerá a conservar la edificación “como una forma de resguardar todos aquellos elementos y estructuras que sirvan como testimonios del pasado reciente”. Además, estipula que el Poder Ejecutivo, con participación de los organismos de derechos humanos, sea el encargado de definir los usos del lugar.

El proyecto original presentado por Gutiérrez, fue firmado además por Inés Bertero (PS-FPCS) y Verónica Benas (PARES-FPCS) y los diputados Eduardo Di Pollina (PS-FPCS) y el ahora concejal rosarino, Eduardo Toniolli.

El proyecto de Galtieri

La Quinta de Funes fue alquilada en 1977 por Leopoldo Fortunato Galtieri, en esa época jefe del Segundo Cuerpo de Ejército, para mantener cautivos a militantes montoneros que previamente habían sido secuestrados y torturados, con el objetivo de armar un operativo para asesinar a la cúpula de la organización radicada en México.

Entre los secuestrados en la Quinta estaba Tulio “Tucho” Valenzuela, quien simuló colaborar con sus captores y fue enviado junto a varios represores a México para que señalara el lugar donde se encontraba la cúpula de la organización, exiliada en ese país.

Sin embargo, ya en el país azteca, Valenzuela escapó y contó su historia primero a los responsables de la organización y luego en una conferencia de prensa con medios internacionales, lo que provocó la captura del comando argentino que había ingresado subrepticiamente a México y que se desmantelara la Quinta de Funes. El resto de los 15 secuestrados allí, entre ellos la compañera de Valenzuela, Raquel Negro –quien estaba embarazada de mellizos– fueron trasladados.

El destino de los prisioneros fue primero la Escuela Magnasco (que estaba desocupada por las vacaciones de verano) y luego trasladados a la quinta la Intermedia –propiedad de uno de los represores Juan Amelong–, donde, según se acreditó en el expediente judicial, un pelotón los fusiló. De acuerdo al relato de uno de los condenados por el juicio, Eduardo Costanzo, los cuerpos de los militantes fueron arrojados al mar desde un avión.