El Eslabon 28-04-16 color

Sin el gaucherío litoraleño que peleaba por el feredalismo, en Tucumán hace 200 años se intentaba renovar la estructura burocrática a favor de los poderosos locales.

Cuando en 2010 la gran fiesta popular iluminó al Cabildo frente a una muchedumbre que bailaba un candombe negro y revolucionario, se retomaba la historia de un proyecto que en 1810 parecía crecer igualitario e inclusivo. Pero así como en 2016 cambió la situación política, también de 1810 a 1816 aquel sueño de Mayo se postergó. Con advertir que de los diputados reunidos en Tucumán, 18 eran abogados, 11 religiosos, 4 militares y uno médico, se puede presumir la exclusiva representatividad de la clase alta en el histórico encuentro.

También hay un dato crucial que pone a Santa Fe en un compromiso al tomar el tema este año, ya que la provincia, junto a Entre Ríos, Corrientes, la Banda Oriental y la actual Misiones no enviaron delegados a Tucumán.

La situación política en 1816, la disputa de dos proyectos de país para todos o para pocos, el panorama internacional, la tensión con Portugal y el enfrentamiento con el litoral rebelde, serán temas a recorrer desde estas columnas, mediante la colaboración de historiadores que rescatan el pasado para reformular el presente, como una herramienta para comprender ese origen ninguneado, borrado y falsificado por la historia oficial.

Sucede que desde aquel 1810 un proyecto impulsado por Belgrano, Moreno, Castelli, Moreno, Castelli y Monteagudo apostaba, entre otros ideales, a la igualdad de criollos e indígenas. Pero el cambio de gobierno no alteró las bases del proceso de dominación.

La supuesta independencia renovó la estructura burocrática a favor de los poderosos locales sin alterar el sistema de explotación y enriquecimiento de terratenientes y comerciantes.

El historiador Milcíades Peña (1933-1965) sostiene que la “burocracia importada fue el único grupo social dominante que la independencia vino a liquidar”.

Dos proyectos

En 1810, los defensores de las viejas políticas autoritarias y monopolistas, esgrimidas por familias de abolengo con títulos de nobleza, comienzan a ser molestados por quienes pensaban en eso de los derechos del hombre, la libertad e igualdad, con sus más distintas características. Los conceptos de la Revolución Francesa también pasan a ser base de lo que luego serían los privilegios de la burguesía, aún con apariencia de progresismo ante la anquilosada oligarquía reaccionaria.

El historiador Norberto Galasso, señala que “estas ideas revolucionarias se habían extendido en Europa, puntualmente en la Revolución Española que estalla el 2 de mayo de 1808, y los liberales españoles de aquel tiempo –que lo eran en serio, a diferencia de nuestros Alsogaray–- plantean que ellos como liberales, no podían tener colonias.

“Es así que en la declaración de la Junta Central de Sevilla afirman que las colonias tienen que pasar a ser provincias. Esas ideas que tuvieron en Flores Estrada su mayor exponente alcanzan a Hispanoamérica y sostienen toda una corriente democrática y popular que tiene su base en la ciudad de Buenos Aires, particularmente en un grupo de abogados cuyo hombre más claro, a mi juicio, era Mariano Moreno”, explica Galasso.

Y agrega: “Este sector, que también lideraban Belgrano y Castelli, encuentra una vinculación con los sectores populares acaudillados por French, Beruti y Donado, hombres del pueblo que trabajaban como cartero, el primero; empleado del Estado, el segundo; y tipógrafo, el tercero. Este sector, que en ese momento enarbola las banderas democráticas, cabe destacar que al principio no tiene una intención separatista sino que la idea era desplazar al Virrey por una junta popular. Incluso esto era pedido por algunas juntas de España, que en América se terminaran los Virreinatos y las autoridades fueran elegidas por el pueblo”.

“Hubo un triunfo inicial–remarca el historiador– de los democráticos pero no dura mucho: al año algunos están muertos, como Moreno y Alberti; otros desterrados, como Rodríguez Peña, Vieytes, French y Beruti; y porque surge un enfrentamiento con un sector que no es exactamente el de los monopolistas pero es muy conservador, el saavedrismo”.

En tanto, resalta que “el morenismo empieza a decaer luego de la muerte de su líder”.

“La Asamblea del Año XIII–relata Galasso– es el programa de la Revolución de Mayo, participaron los morenistas, pero la cuestión es que a esa altura querían hacer la revolución desde arriba, para el pueblo y no con el pueblo. En ese momento hay una especie de desplazamiento iluminista de parte de estos hombres que estaban expresados por Carlos María de Alvear. Cabe aclarar que Alvear no era la oligarquía sino parte de una burguesía pretendidamente ilustrada”.

Pero, también se debe advertir que a esa misma Asamblea de 1813, los enviados por la Liga Federal que conformaban los Pueblos Libres, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe, las misiones, sur de Córdoba y la Banda Oriental, llevaba la moción de formular ya la declaración de la independencia y la conformación de un nación federal.

Pero era una época en el que el poder centralizado de la metrópoli porteña temía el crecimiento de ese gaucherío que impulsaba la reforma en la propiedad de la tierra, la igualdad y libertad religiosa. Todo muy aterrador para los señores de la propiedad privada.

Luego, cuando en 1814, España retoma el absolutismo y viene por estos territorios. El independentismo toma fuerza pero las diferentes visiones enfrentan a los intereses.

Un Congreso refinado

Hace más de doscientos años desde la rebelión de mayo, en nuestra región del Guaray (como se nombra en guaraní al Río de la Plata), se expresó la unidad de los sujetos históricos, originarios y las nuevas multitudes (mestizas y criollas) en un proyecto revolucionario federal que conocemos en la historia como la Liga de los Pueblos Libres”, afirma el dirigente sindical de la CTA e historiador correntino Juan González.

“En nuestra región, como en todo el continente, entre esos sujetos históricos originarios, sobresale una identidad cultural trascendente: los guaraníes», subraya González, y sostiene que Andrés Guacurarí y Artigas son “sin ninguna duda la mayor encarnadura de ese sujeto revolucionario en nuestra región”.

En su libro Andrés Guacurarí y Artigas Comandante Guaraní de los Pueblos Libres, presentado en 2011, afirma que el tape “expresa el proceso de construcción de ese sujeto histórico revolucionario de origen guaraní, misionero de los pueblos guaraníes de las misiones jesuíticas y de los artigueños de los Pueblos Libres».

“En este contexto –agrega–, se negó la participación de nuestros pueblos originarios en el proceso de liberación continental, donde los ejércitos estaban no sólo compuestos por mayoría de naturales”, sino dirigidos por “mestizos”e indígenas como Túpac Amaru, José de San Maríin, José Artigas y especialmente Andrés Guacurari, quienes tuvieron que combatir al poder extranjero y sobre todo al poder oligárquico interno dependiente del imperialismo”.

Producido con el aporte del Consejo de Caciques de la Nación Mbya Guaraní, el libro de González dice que busca aportar al conocimiento una historia “ocultada, distorsionada por la historiografía oficial racista y machacada tenazmente por la educación monocultural y neoliberal, cuyo ideólogo más pertinaz fue Domingo Faustino Sarmiento, con su «Sangre de gaucho y de indio sólo sirve para abonar la tierra»”.

Fuente: El Eslabón.

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