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Yo no sé, no. El humito, cuando se acercaba mayo y venía el frío, empezaba a cambiar de olorcito. El olorcito al brasero, al carbón y a la leña, y a la grasita de las empanadas de la inmigración santiagueña. Sobre todo cuando se acercaba el mayo festivo con el Día de los Trabajadores. Pedro recuerda que enfrente de Simón estaba Don Luis, que laburaba de pintor y siempre tenía una changuita salvadora para hacerse un asadito. Se juntaba con Karadagian y cuando pasaba Pedro lo invitaban al mediodía. Si aceptaba el convite del asado, Pedro tenía que pagar cantando un chamamé: La guampada. No tenía gran voz pero lo suyo era muy gestual y causaba gracia cantando “Déjenlo así que retoce, con la alpargata me sobra, le echo tierra por los ojos y le voy a castigar…”.

Simón era un arquero que llegó de Guatimozín, tenía una espalda de aquellas y como arquero era salidor. Un pariente, cada vez que lo veía salir, le decía: “Lindo lomo para engañar patrones”. Pero Simón era un laburador con la tranquilidad de las sierras cordobesas, no como Primero de Mayo, el gordito que vendía escobas, el trabajo no era lo suyo, apenas lo hacía para pucherear. En esa época había laburo, tanto que al que no le gustaba, se lo llamaba así. El olor fue cambiando a medida que el barrio iba progresando, como el país. El humo de la gente, el humo de la cancha después del estruendo de las bombas de los primeros campeonatos, eran festivos. Después, cuando empezó a apretar el bolsillo, empezaron los humos del Cordobazo, de las gomas cortando calles, el humo de la resistencia. En el barrio de albañiles, el faldaje, por lo menos una vez por semana, se lo encaraba. Ahora estamos en vísperas de otro 1º de Mayo, y hay otro humo, el que nos quiere tapar la realidad. En el barrio se siente de nuevo un olorcito a cable, alguien estará quemando cables para hacerse unos mangos con el metal: “¡Y la verdad, dice Pedro, que le erre este gobierno, que le erre en beneficio del pueblo!”.

Si no cambia el olorcito a humo va a haber bronca. No es nostalgia por el asado y la niñez, si vuelve el humo del carbón es porque la gente está a pura leña con lo que tiene. Esperemos, ahora que las centrales del trabajo volvieron a las calles, vuelva también el humito de los asados, el humito de la alegria. Si no zapateamos todos juntos se va a ir todo al carajo, y el daño va a hacer mucho más grande que tragarnos el humo feo de la pobreza.

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Un comentario

  1. Marcelo

    05/05/2016 en 17:51

    Me gustó mucho. Felicitaciones.
    Creo que vienen humos de alegria para todos.
    Vamos Argentina todavia.

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