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La organización internacional Freedom House entregará este martes el Premio a la Libertad de Expresión al CEO del Grupo Clarín, Héctor Magnetto. Curiosamente, el galardón tienen en cuenta la labor «durante la última década”.

Según el propio diario Clarín en su edición digital, el premio «será entregado en el museo de las noticias Newseum, en Washington, en reconocimiento al rol que jugaron Magnetto y el grupo que dirige en el ejercicio y la defensa de la libertad de prensa en la Argentina durante la última década».

Freedom House, como muchas organizaciones que pretenden defender las libertades de grupos e individuos de la sociedad civil, considera que «el poder» sólo es identificable en los niveles gubernamentales o políticos. De tal modo, el carácter monopólico del grupo Clarín ni siquiera es rozado en el análisis que conlleva a elegir a Magnetto para premiar nada menos que la libertad de expresión.

En el artículo, Clarín menciona que «en el evento también serán reconocidos la escritora saudita Hala Aldosari, la diputada iraquí Vian Dakhil, el senador estadounidense Richard Durbin y la editorial alemana Axel Springer», al tiempo que señala: «La elección de Freedom House valora la decisión de Magnetto de resistir y mantener la independencia editorial, frente al intento oficial de avanzar contra las voces críticas. Y resalta su compromiso con el rol de la libertad de expresión y del periodismo profesional».

Freedom House va más allá y plantea, según el grupo que dirige el CEO galardonado, que “los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner apuntaron contra Clarín por sus críticas periodísticas. Convencido del rol central que tienen la libre expresión y el periodismo profesional en el fortalecimiento de la democracia, Magnetto mantuvo la independencia de Clarín y jugó un rol clave en la defensa de la libertad de prensa”.

Ya en boca del propio matutino, se puede leer la siguiente descripción del período que va desde 2003 a 2015: «En la gestión kirchnerista se registraron cerca de 1.200 acciones hostiles contra la prensa. La escalada de agresiones incluyó allanamientos a la sede de los medios, bloqueos a la circulación de los diarios, regulaciones arbitrarias, persecución administrativa, ataques y difamaciones a periodistas y directivos, discriminación informativa y boicots publicitarios».

No contentos con eso, desde el mayor monopolio informativo del país agregan: «El gobierno kirchnerista desplegó una enorme red de propaganda, a través de la cooptación de medios y el uso indiscriminado de la publicidad oficial. En este marco, Clarín y el propio Magnetto fueron blancos principales de los ataques, que también incluyeron a otros medios y periodistas independientes».

Ni una palabra, obviamente, respecto de los intentos continentales de poner en valor que la información es un derecho y no una mercancía, o lo que es lo mismo, el valor social de la información. Nada se plantea en el análisis de Freedom House sobre el contrapunto entre la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y el bozal mediático que impide que aplios sectores se expresen desde la llegada de Mauricio Macri al gobierno, ni sobre el dispositivo de blindaje mediático que Clarín encabeza para proteger la gestión de Cambiemos.

Por el contrario, Freedom House resaltó que «la posición de Clarín de no doblegarse ante los embates sirvió como referencia para el trabajo de otros periodistas y medios de comunicación. También destacó el acompañamiento de gran parte de la sociedad argentina, que se sintió representada por un periodismo que continuó denunciando hechos de corrupción y abusos del poder».

Pero tal vez la vuelta de tuerca más siniestra que Clarín le da al otorgamiento del premio de Freedom House es que, según el grupo, «el premio no sólo distingue la labor de Magnetto en los últimos años, sino que también reconoce su trayectoria de más de 40 años en la industria de los medios».

Omitiendo, como es esperable, la causa que investiga la apropiación mediante torturas –como se acusa desde la parte querellante a Magnetto– de la empresa Papel Prensa, se reseña en el artículo que «desde su ingreso al diario Clarín, en 1972, Magnetto buscó anticiparse a los cambios en el sector de la comunicación. Desde su rol de gerente general, primero, y CEO después, promovió los procesos de innovación y modernización, que llevaron a Clarín a convertirse en el grupo de medios de comunicación líder del país y uno de los más importantes de habla hispana».

Lidia Papaleo de Graiver, en sede judicial y en los medios que le permitieron expresarse, acusó en forma directa a Magnetto de haber participado de sesiones de tortura en las cuales se le exigió firmar la transferencia del paquete accionario de Papel Prensa, que pertenecía hasta entonces a David Graiver, muerto en un accidente aéreo que aún no ha sido debidamente aclarado.

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