El rugby volverá a ser olímpico, 92 años después, en los Juegos que se desarrollarán en Brasil en agosto próximo. El presidente de la Unión Argentina de ese deporte, el rosarino Carlos Araujo, celebró el ansiado regreso en diálogo con el eslabón.

Debió pasar casi un siglo para que el deporte de la ovalada volviera a integrar la grilla de disciplinas de unos Juegos Olímpicos; en este caso, de los que se llevarán a cabo en Río de Janeiro entre el 5 y el 21 de agosto próximos.

Despueś de 1924, año en que la madre de todas las competencias deportivas tuvo como sede a la luminosa París, el Comité Olímpico Internacional (COI) resolvió excluir al rugby y aunque desde entonces hubo numerosas gestiones para revertir esa decisión, todas habían sido en vano. Hasta 2008.

“La Rugby World (el equivalente a la FIFA en el fútbol) promovió fuertemente el ingreso del rugby como deporte olímpico, y en 2009 fue aceptado para ser incluido en la edición 2016 pero en una figura que no es definitiva, sino provisoria, para ver cómo se acomoda y definir si después queda como disciplina definitiva”, explicó Carlos Araujo, titular de la Unión Argentina de Rugby (UAR) desde 2014, y agregó: “Todo lo que fue olímpico pasó al profesionalismo, y el rugby en muchas cosas siempre fue muy conservador. Y quizás, en su momento no hubo mucho interés de ser incluido en ese lugar”.

Este rosarino, que después de haber sido jugador, entrenador y dirigente del club Duendes pasó a ocupar el sillón de la casa madre del rugby nacional, se convirtió en el segundo presidente de la UAR que nació puertas afuera de la General Paz, después del tucumano Luis Castillo, a quien justamente acompañó como vice en la gestión anterior.

“Como argentinos estamos muy contentos –continuó Araujo–. Y tuvimos en la figura de (el ex Puma y actual vicepresidente de la World Rugby) Agustín Pichot, a uno de los grandes promotores. Él fue el principal impulsor para el armado de la difusión de lo que podía ser el ingreso del rugby nuevamente a los JJOO”.

Seven up

Foto: Prensa UAR.
Foto: Prensa UAR.

Para conseguir el pasaporte a Río, el seleccionado argentino de seven disputó un torneo clasificatorio en 2014, en Santa Fe, que conquistó cómodamente venciendo en la final a Uruguay por 45 a 0. “Por cada uno de los continentes iban dos equipos”, explicó Araujo, y acotó: “Por Sudamérica entraron Brasil, por ser el combinado anfitrión; y Argentina, que ganó la clasificación el año pasado para estar ahí”. Ahora, bajo la dirección técnica de Santiago Gómez, el elenco nacional se prepara con vistas a la soñada cita olímpica. “Estamos armando el equipo, todos los jugadores están pensando en ser parte de ese seleccionado”, indicó el titular de la UAR. “En estos momentos estamos jugando el último circuito de seven en Londres, previo a lo que serán los Juegos que para nosotros arrancan el 8 de agosto”, añadió.

“Es un equipo especial, aunque se incorporan algunos jugadores del rugby de 15, ya sea de los Jaguares o de Los Pumas. Pero se maneja con jugadores y entrenadores diferentes”, aclaró quien supo jugar de octavo o segunda línea en su juventud, y añadió: “En el juego hay mucha diferencia, es como si jugaras un partido de fútbol con el arquero y sólo cinco jugadores de campo pero con las medidas tradicionales, lo que le daría una dinámica de goles mucho mayor y lo haría mucho más vistoso. En el rugby pasa lo mismo, y se privilegian los jugadores que se destacan por su técnica. Es una modalidad totalmente diferente pero con el mismo reglamento del rugby”.

Que el Comité Olímpico Internacional se haya inclinado por esta variante del rugby, a la hora de hacer efectivo su reingreso, no fue para nada casual. “El rugby tradicional requiere de un período más largo de recuperación que la mayoría de los deportes –fundamentó Araujo–, unos seis días aproximadamente, y como la dinámica de los Juegos es de corrido, se juega cada dos o tres días, por eso se consensuó que el seven se prestaba más para este tipo de competencia. Hay menos roce, menos choques y los jugadores se recuperan más rápido, además la delegación del rugby 15 es muy numerosa, porque hay que llevar como mínimo 30 jugadores”.

En cuanto a expectativas y objetivos trazados de cara al certamen en Río, este Contador Público Nacional y padre de cinco hijos –cuatro de los cuales juegan en su querido Duendes–, manifestó: “El seven es una modalidad muy difícil. Argentina en este momento, después de haber jugado todo el año en competencia, está quinto en el ránking mundial. Por lo tanto, ser uno de los tres equipos que consigan medallas en Río está dentro de las posibilidades. Igual hay que jugarlo”.

Un, dos, try

Este hombre que fue elegido por unanimidad entre sus pares para conducir los destinos del rugby nacional en 2014, y que ya había ocupado la vicepresidencia durante los períodos 2001/05 y 2012/14, destacó la importancia que tuvo para el deporte el equipo que integraban, entre otras grandes figuras, Felipe Contepomi, Juan Martín Fernández Lobbe y el propio Agustín Pichot. “Tuvimos la generación del 2007 que logró la hazaña de conseguir el bronce en el Mundial de Francia, tras vencer en el juego por el tercer y cuarto puesto a los dueños de casa en aquella Copa que quedó en manos de Sudáfrica. Después hubo un período de transición que fue para rearmar, porque muchos de ellos se fueron jubilando, y luego llegamos a 2015 con un equipo joven que obtuvo un valioso cuarto puesto en el Mundial de Inglaterra. Así que estamos muy contentos con el presente”.

Rugby para todos

Este deporte carga la pesada mochila de ser considerado de elite. Pero la popularidad que han tenido las actuaciones de Los Pumas en la última década ha colaborado para que la ovalada pueda rodar en cada rincón del país. Para Carlos Araujo esa teoría de que el rugby es sólo para privilegiados “ya quedó en el tiempo, porque existen clubes de todos los niveles y de distinta inserción social”. Y argumentó: “Se hace mucho rugby inclusivo, hay provincias que lo han adoptado como deporte en los colegios, en lugar del voley, del handball o el básquet, que han entrado en una modalidad de deportes sin contacto para evitar que nadie se golpee, y después se juega al rugby”.

A pesar del reconocimiento logrado en este aspecto, el rosarino admitió como máximo dirigente de la UAR, que aún resta mucho camino por recorrer para que el rugby alcance el nivel de otros deportes populares de nuestro país.

“La Argentina tiene un proceso que se ha estabilizado después de muchos años”, celebró, y a la vez confesó, que “se complica mantener un deporte amateur”.

En este sentido, el ex Duendes contó que “el único que puede pagar a jugadores profesionales es la Unión Argentina”, y detalla: “Tenemos más de 120 mil jugadores amateur que a su vez tienen más de 120 mil padres y dirigentes que trabajan con ellos. Y por otra parte tenemos un equipo rentado, profesional, que entre jugadores y staff no pasa de las 60 personas”.

Entre los compromisos del equipo profesional, se destacan “el Américas Rugby, el Súper Rugby que están disputando los Jaguares; la Champions, que se juega en el hemisferio sur y es donde están los campeones del mundo, como Nueva Zelanda y Sudáfrica, lo que contabiliza un total de 35 fechas al año”, concluye Araujo.

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