Foto: TV Popular.
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El historiador Norberto Galasso analizó lo que dejó el acto del 20 de junio en Rosario y el presente político y económico, en el contexto del próximo aniversario del bicentenario de la Independencia.

Norberto Galasso es el representante de la corriente de pensamiento nacional y popular –o de la izquierda nacional– más prolífico de nuestro país. Con medio centenar de obras publicadas desde Mariano Moreno y la revolución nacional (1963) hasta «Mauricio Macri: La vuelta al pasado» (2014), el investigador ha perseguido a lo largo de sus 80 años, con la misma pasión militante, los objetivos de desenmascarar la versión oficial mitrista de la historia, desenterrar a “los malditos”, que ésta intentó condenar al olvido, y vincular –para comprenderlas y pensar sus perspectivas– las luchas del presente con aquellas que las precedieron en el tiempo. En una entrevista con el eslabón, el autor reflexiona sobre la reciente represión en el marco del acto en Rosario por el 20 de junio, y la ubicó en un contexto de una “contrarrevolución” que se está viviendo en toda Latinoamérica. “Esto es todo lo contrario al 9 de julio de 1816. En lugar de ser el absolutismo español el que nos saquea, lo hacen los nuevos dueños del poder mundial”, remarca.

—¿Qué lectura le dejó lo que ocurrió en Rosario?
—Una de las primeras medidas que tomó el gobierno fue relativa a la seguridad, debido a la preocupación de la ministra del área, Patricia Bullrich, asidua concurrente a la embajada de Estados Unidos, que ha comprendido claramente que no se puede hacer una política económica antipopular, y hacer una transferencia brutal de ingresos de los sectores populares a los minoritarios y ricos de siempre, sin tener el machete a mano para aplicarlo cuando llegue el caso. Macri, además, comete la imprudencia de creer que puede salir a la calle y juntarse con la gente y ser aplaudido, cuando está haciendo una política totalmente reaccionaria.
La gente ha reaccionado como corresponde y vino la represión, que siempre aparece cuando el pueblo reclama por sus derechos que son golpeados o desconocidos por los gobiernos, y esto es lo que está ocurriendo.
La política económica se está acentuando, los precios están por las nubes, la transferencia de ingresos es cada vez mayor, y entonces la reacción popular tarde o temprano se produce como ocurrió en la movilización del 29 de abril, que no fue seguida, como esperábamos, de un paro general por cierta vacilación de algunos dirigentes.

—¿Cómo caracteriza esta etapa política que se inició desde diciembre?
—Es un proceso contrarrevolucionario, conservador y revanchista. Donde en muchos casos se manifiesta un odio de clase con respecto a la actitud de las mayorías, respecto al pueblo. Pero después de doce años están molestos porque el protagonismo fundamental era de los sectores populares. Más allá de los errores que se pudieron haber cometido, quizás en no profundizar debidamente (los cambios), que aportaron a la derrota electoral de diciembre, y cuyos motivos y causas todavía el campo popular no ha reflexionado hondamente. Esa es una autocrítica que hay que hacerse, porque se suponía que se podía triunfar fácilmente. Recién en los últimos diez días antes de las elecciones se difundió el temor de que se podía perder la elección, y ya era tarde.
Después de haber sacado al país del abismo en 2001 con tasa altas de crecimiento, mejoras en los distintos aspectos de la vida del ciudadano común, las minorías oligárquicas han vuelto al poder por elecciones, caso insólito, con muy poco margen pero el suficiente para poder llenar los ministerios con los ejecutivos de las grandes multinacionales. A todo esto yo no le veo mucho futuro, porque no se puede dejar que los precios se vayan a las nubes y al mismo tiempo trabar las paritarias y provocar despidos porque cuanto más despidos hay más debilitada está la clase trabajadora para negociar las paritarias.
La idea que tienen estas minorías que han tomado el poder es que los salarios en Argentina eran excesivos y entienden que la única forma de bajarlo es con la desocupación y lo ha dicho el ministro de Hacienda (Prat Gay), quien después de defender los intereses de JP Morgan y Amalita Fortabat, había llegado a la conclusión de que lo mejor es poner al pueblo ante la opción: o me quedo sin trabajo o acepto salarios bajos. Y es la política que están poniendo en práctica. Y es lo que provoca necesariamente los enfrentamientos entre las distintas clases sociales, entre las minorías y el pueblo en general.
El desencanto de algunos sectores de la clase media que, siempre confundida o colonizada mentalmente como decía Arturo Jauretche, que no quieren estar cerca de los trabajadores y que prefieren jugar la carta de los ricos y les dio los votos suficientes para que pudieran hacer este desastre que se está verificando en todos los órdenes, en la negociación de la deuda externa, la eliminación de la unidad de investigaciones financieras (UIF) en la poca atención a la salud, es decir, volver hacia atrás, hacia épocas de De la Rúa o antes todavía, con los argumentos de que si el país crece, la economía derramará riqueza a todos los sectores, cosa que ya Mariano Moreno en 1810 decía que «las fortunas agigantadas en pocas manos perjudican al país porque son como agua estancada que se pudre, la riqueza para que sea riqueza debe estar repartida».

—Estamos camino a la celebración del denominado bicentenario de la Independencia, ¿qué claves debemos tener en cuenta de las batallas por la emancipación, para pensar este presente?
—Lo primero que hay que recordar es que el acta de declaración de la independencia dice «la independencia de las provincias unidas en Sudamérica», con lo cual tiene una visión hispanoamericana del momento, latinoamericana le llamaríamos hoy. Convocan al congreso de Tucumán a los delegados altoperuanos, lo que es hoy Bolivia, como indicio de la misma política que va a realizar San Martín con la liberación de Chile y Perú, y que está realizando Bolívar avanzando desde el norte hacia el sur. Esto está vinculado a estos doce años en los que se avanzó mucho en Unasur y Celac, se intentó avanzar con el Banco del Sur y se intentó profundizar las relaciones comerciales con otros países de la región. El comandante Hugo Chávez planteaba hacer una comunicación en casi todas las naciones latinoamericana respecto al combustible y rutas de la región. Lamentablemente es el reverso de lo que se piensa hoy, que es la Alianza del Pacífico, es decir integrarse a la política de Estados Unidos quiere desarrollar en Chile, Colombia, Perú y México, con el propósito de reprimarizar esas economías.
México está ahora importando alimentos. La política de la Alianza del Pacífico no tiene nada que ver con nosotros. Un ejemplo de eso es la canciller (Susana Malcorra), que a su vez fue ejecutiva de IBM entre otras empresas. Las grandes multinacionales dirigen los ministerios. Como Aranguren, directivo en Shell, que ha provocado este tarifazo del 700 por ciento y ha llevado a la ruina a pequeñas y medianas empresas. Todo esto es contrario al 9 de julio de 1816, es la contrarrevolución. En lugar de ser el absolutismo español el que nos saquea, nos saquean los nuevos dueños del poder mundial.

—¿Qué debates le parecen centrales para este momento político-histórico?
—Yo tengo la convicción de que es cierto de que el pueblo siempre vuelve, pero estoy bastante preocupado por la fragmentación del campo popular y por la crisis de la dirigencia. Evidentemente al campo popular le faltan líderes. Cristina es una gran convocante pero entre Cristina y los dirigentes políticos de su partido y de otros partidos hay una gran diferencia. Y hay una falta y debilidad de cuadros medios, hay mucho piberío con ganas de cambiar el país y de resolver los problemas, pero que entran a la política sin la experiencia que le podrían dar los hombres de edad mediana, muchos de ellos que desaparecieron en la dictadura, y otros que se desalentaron. Por ejemplo, se va a hacer un congreso del PJ en Formosa y uno se fija en los nombres y por lo menos a mi, no me dan certeza ni seguridad. Ya hemos visto cómo se han pasado hombres del FpV a otros partidos.
En el ámbito gremial también hay crisis, que están tratando de resolver unificando la CGT, se dice que para agosto puede estar unificada.
Hay dirigentes importantes sí, pero los que están a la cabeza de las distintas CGT, nos dan cuenta de la fragmentación, sino que se notan diferencias apreciables entre los planteos que hace la CTA de Yasky por ejemplo, que había planteado el paro general, con los de la CGT de Moyano, que primero había anunciado el paro general si el gobierno vetaba la ley antidespidos y después se fue diluyendo el planteo. La clase trabajadora cuando hay desempleo queda debilitada y si los dirigentes gremios también flaquean, esa idea de que el pueblo siempre vuelve puede tardar más de lo que uno quisiera.

Fuente: El Eslabón

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2 Lectores

  1. Yaqui del Bajo

    26/06/2016 en 15:10

    Excelente análisis. Corto, claro, conciso. No podíamos esperar menos de Galasso. ¡Compártanlo!

    Responder

  2. adhemar principiano

    27/06/2016 en 17:23

    Extraño analista politico e historiador, que no menciona bajo ningun aspecto al » protector de la liga de los pueblos libres» Don Artigas y menciona una fecha «nueve de julio», apócrifa de la historia y tambien hace mencion en un partido burgues populista, comandado por la burguesia dogmatica.

    Responder

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