Foto: Juane Basso.
Foto: Juane Basso.

Las negociaciones paritarias cerradas en la primera mitad del año perdieron por afano frente al incesante aumento del costo de vida, que proyecta un índice de precios anualizado por encima del 40%.

Mientras esperan el supuesto despegue que promete el gobierno nacional para el segundo semestre, los trabajadores ven como día a día sus salarios se deterioran. Las negociaciones salariales en paritarias cerradas en la primera mitad del año perdieron por goleada frente al incremento del costo de vida, que proyecta una inflación para todo 2016 superior al 40 por ciento.

Empleados en relación de dependencia y jubilados vienen sufriendo un notable recorte en el poder de compra de sus bolsillos que se inició con la megadevaluación que hizo Cambiemos ni bien puso un pie en la Casa Rosada. Esto se refleja en una merma del consumo popular y una estrepitosa caída de la actividad económica en general, que llevó a que miles de comercios bajaran sus persianas.

“Los salarios son un costo más”, aseguró durante una entrevista televisiva a fines del siglo pasado el empresario multimillonario Mauricio Macri. Con la banda presidencial, el líder del PRO comenzó a poner en hechos su pensamiento neoliberal. El plan económico de Cambiemos se propuso despidos masivos en el Estado –que enseguida se replicaron en el ámbito privado–, devaluación, apertura de importaciones, baja del consumo, tarifazos, transferencia de ingresos hacia los más ricos, aumentar el nivel de desempleo y así rebajar salarios.

Siguiendo el giro a la derecha que se marcó desde el 10 de diciembre de 2015, el establishment empresarial empezó a correr el eje de la discusión en la mesa paritaria, donde el resguardo de los puestos de trabajo y la resistencia a los cierres de empresas se pusieron por delante de las recomposiciones salariales.

No obstante, desde el gobierno se insistió en poner un límite a las paritarias en un rango de 20 a 25 por ciento en supuesta sintonía con la inflación.

Los gremios más fuertes fueron rompiendo ese techo y otros negociaron paritarias semestrales. De todos modos, la estampida de precios le ganó a los aumentos en paritarias y el salario real cayó en lo que va del año un promedio de diez puntos porcentuales.

Cancha inclinada

La Federación Aceitera les arrancó a las cámaras patronales que agrupan a grandes cerealeras, la mayoría asentadas en la zona portuaria del Gran Rosario, un aumento del 38 por ciento. Hasta el momento es la paritaria que más se aproxima a los niveles de inflación. Busca aunque sea llevarse un empate, pero terminará perdiendo contra un nivel de precios que superará el 40 por ciento, según diferentes informes privados, el denominado IPC Congreso (43%), como también las variaciones interanuales que arrojan los índices de ciudad de Buenos Aires (44%) o la provincia de San Luis (39%), sugeridos por el Indec como referencia nacional.

Si bien el mercado interno se comprime, la inflación no saca el pie del acelerador. Las tasas mensuales de este año duplican a las de 2015.

Después del mutis estadístico, el Indec de Jorge Todesca publicó que en mayo pasado el índice de precios al consumidor tuvo una suba del 4,2 por ciento (anualizado da 38%), mientras que para el IPC porteño la inflación de mayo fue del 5.

Camioneros acordó un aumento del 37 por ciento en cuatro cuotas hasta marzo de 2017 y levantó la amenaza de paro. Reclamaba un incremento salarial del 42 y una inmediata modificación del impuesto a las Ganancias para que la mejora en paritarias no se deprima por ese tributo. La cámara empresaria del sector, Faadeac, había ofertado el 30 por ciento. El sindicato de los Moyano, con un poder de fuego fenomenal, consiguió un porcentaje que también queda detrás de la inflación proyectada para todo el año.

Trabajadores químicos y petroquímicos pactaron con el sector patronal un aumento salarial superior al 37 por ciento, si se incluyen sumas fijas, en el marco de la paritaria del sector que finalizó días atrás. “Queríamos más, pero por lo menos conseguimos un aumento que van a hacer más llevaderas las fuertes subas de tarifas de los servicios públicos y la gran inflación existente. Y como siempre, esta negociación nos encontró unidos para afrontar la crisis, los despidos y las suspensiones”, indicaron desde La Federación de Sindicatos de Trabajadores Químicos y Petroquímicos.

En un acuerdo anual, la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y las cámaras empresarias acordaron una mejora salarial superior al 35 por ciento en tres cuotas, más una suma fija de 4 mil pesos. En tanto, la rama siderúrgica del gremio anunció un paro el próximo martes 28 en reclamo de que las multinacionales Acindar y Techint –donde hubo despidos y suspensiones– cumplan el aumento del 35 por ciento ya convenido con el resto de las cámaras de la actividad.

Después de paros y marchas, la Asociación Bancaria cantó 33 por ciento, más un bono extra de 18 mil pesos. Junto al sector agroexportador, los bancos fueron grandes ganadores de la devaluación amarilla.

Docentes universitarios sellaron un 31 por ciento de aumento salarial; los estatales de Santa Fe acordaron una suba de entre el 30 y el 32 por ciento; los colectiveros de la UTA consiguieron un 29.

En paritarias cortas, con la idea de volver a sentarse a negociar en primavera, Empleados de Comercio obtuvo un 20 por ciento de incremento salarial, los mecánicos de Smata un 19 y los albañiles de la Uocra, sector que desde diciembre perdió más de 50 mil empleos en blanco, un 22 por ciento.

A la evidente rebaja de los ingresos frente a una elevada inflación, en un contexto de ajuste y recesión económica, se suma la pérdida de puestos de trabajo.

Diferentes relevamientos privados calculan en más de 150.000 el número de empleados despedidos en el sector público y privado.

En ese contexto encaja el “sinceramiento” del jefe de Gabinete Marcos Peña al señalar que la promesa de campaña de “pobreza cero es una meta inalcanzable”. Mientras tanto, los trabajadores pierden por goleada el partido paritario por la distribución de la riqueza.

Fuente: El Eslabón.

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