Janie Jones es una marca autogestiva de ropa interior “de pibas para pibas”. La propuesta no invita sólo a consumir el diseño independiente, sino que también abarca una nueva perspectiva sobre la estética y la sexualidad de las mujeres.

Prendas necesarias, cómodas, sexies, under; rockeras y empoderadas; artísticas, tímidas, mandadas. Las rosarinas –aunque bien podría hablarse de las argentinas– se encuentran deseando su corpiño, bombacha y/o tanga de Janie Jones, una marca de ropa interior local, un proyecto autogestivo tan individual como colectivo, tan comercial como artístico y popular. “De pibas para pibas”, define Ayelén, la encargada, dueña y trabajadora de la marca. Janie Jones no se destaca sólo por ser un emprendimiento local y autogestivo que funciona. La marca, además, apuesta a trabajar, desde la imagen, una perspectiva distinta de la intimidad, la sexualidad y empoderamiento de las mujeres.

La página de facebook (/janiejones.2014) es el punto de difusión fuerte de la marca. La red social sirve, como a gran parte de los pequeños productores locales, para que la gente sepa que hay alguien que hace y oferta, para que vea qué se hace y oferta, para interpelar al que hace y oferta. Janie Jones se difunde a través de las imágenes: es, ante todo, estética, moda. Janie Jones es algodón, encaje y tul. Una chica tatuada, una chica con el pelo teñido, una extremadamente flaca, una más gordita. Janie Jones también es la foto de un stencil: “Mi cuerpo es mío”, “Aborto legal, seguro y gratuito”. La estética de esta marca es de pibas para pibas, para empoderarse sintiéndose divinas y cómodas. “Se piensa que la belleza, la moda, es algo superficial. Lucho contra eso cada día. A veces miro y me pienso así. Me pasa, pero trato de llevarlo, de no ser parte de ese sistema y mantenerme en el under. Por suerte, las chicas que me compran entienden lo que quiero decir y no me ven como una marca más. Estamos cada vez más empoderadas”, dice Ayelén.

Foto: Andrés Macera.
Foto: Andrés Macera.

La producción de Janie Jones está a cargo de mujeres. La línea de la marca busca eso: de la confección de la prenda, el modelaje y fotos, a la clienta final, todas chicas. “Desde que me lancé –a fines de 2011– veo que todas están más seguras. El público de Janie me encanta, son re-copadas. Algunas no se animaban a probarse algo de lo que propongo, pero les gusta tanto que se animan. Muchas chicas me decían: cuando tenga un novio te voy a comprar. Y yo no sólo le preguntaba qué iban a tener puesto cuando se levanten al novio, sino en por qué no lo pensaban para ellas. De hecho nunca hice algo tan hot para que no se piense eso: que el destinatario es el chabón”.

La clave de la marca es apostar a una imagen que identifique a todas. “Muchas chicas crecen pensando que la ropa interior linda, sexy, no le va a quedar, que las únicas que quedan re-diosas son el talle cero. Pero no. Muchas se acercan gracias a esa imagen, la de la variedad de cuerpos. Me lo dicen. Y también a la inversa: me bardean si hay chicas muy flacas e incluso si hay fotos con dos chicas. Yo a esa gente le contesto, no me quedo callada. Janie Jones apunta a todos los cuerpos”. La búsqueda se da en todos los frentes: el de incluir a todas las mujeres (cabe destacar: las clientas van de 17 a 60 años) en un conjunto de ropa interior lindo, sexy, cómodo y distinto. Sobre todo eso. “Yo invito a que cambien algunas cosas. Hay chicas que vienen de años de usar corpiños armados. Yo las invito a que se prueben algo distinto y por lo general les gusta. Ya me han dicho: gracias a Janie dejé de usar taza-soft. Siento que le voy ganando un poquito al sistema”.

The Clash y la playa

Foto: Andrés Macera.
Foto: Andrés Macera.

Janie Jones nació en octubre de 2012. Ayelén ya venía practicando, pero el salto cualitativo y cuantitativo se dio con la creación de una página en facebook. Todo fue por arenga de sus amigos y amigas y resultó ser muy impulsivo, incluso el nombre, que responde a una canción de la banda británica The Clash. “No lo pensé porque tampoco pensé que lo iba a registrar, que iba a vivir de esto, que iba a ser para siempre. Me encanta todo, hasta el nombre. Aunque a veces pienso que tendría que haber sido algo más en castellano”.

Ayelén es experta en lo que hace. Salta a la vista cuando se deja a llevar en la entrevista y empieza a hablar de telas, packaging, hilos, máquinas de coser. Mientras, ceba mate con cedrón y de fondo suena Buena Vista Social Club. “Había trabajado durante cuatro años para otra marca, antes de Janie Jones. Ahí desarrollaba diseños, veía el stock de telas, viajaba a talleres a Buenos Aires, llamaba a proveedores. Llevaba fichas. ¡Tantas cosas que ahora no hago para mí! Gracias a Dios tuve ese trabajo, fui aprendiendo un montón”, cuenta entre mates.

Janie Jones crece con los años. Empezó vendiéndose a domicilio, ella repartía los conjuntos en bicicleta. Alguna vez llegó a los locales, a las ferias, a locales de otras ciudades del país; alguna vez llegó a poder soportar un alquiler y habilitar un showroom en el centro de la ciudad. “El proyecto no evolucionó tanto como debería, tendría que meterle más horas de producción. Soy, además, una pésima vendedora. Me cuesta mucho cobrar, me costó horrores aumentar y no llevo ningún registro. Y entonces entiendo que la marca evoluciona sola, se vende porque subo una foto a facebook, la gente se identifica, le encanta y viene. Tengo esa suerte: hago algo que gusta”.

Ayelén dice que ama su trabajo, aunque no asegura que esta sea su vocación. Dice que le encanta, aunque no sea tan dedicada como debería. “Será que todavía no puedo decidirme entre vivir en Rosario o en la playa”, dice. Pero dice también que no hay alternativa: o Janie Jones o el mar. Y mientras tanto, el proyecto le da la plenitud de trabajar de lo que le gusta, de manera autogestiva y con la posibilidad de que sea su ingreso salarial más fuerte. Como muchos productores y productoras de la ciudad, Ayelén entiende que para que su marca sea posible es necesario que haya alguien del otro lado, que la clientela, los consumidores, la elijan. Ella remarca que no sólo hay una elección de su producto, entiende, ve y celebra que la gente busque lo artesanal, lo distinto y lo producido bajo otras lógicas de trabajo.

Fuente: El Eslabón.

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