Foto: Franco Trovato Fuoco.
Foto: Franco Trovato Fuoco.

Centenares de miles de personas escribieron la parte del guión que alguna dirigencia opositora había perdido luego de la derrota de 2015 a manos del neoliberalismo. El próximo negocio parlamentario. La Patria es el otrotskismo.

La semana que pasó deja como principal sedimento político un hecho que puede servir para que quienes piensan que el rol de la oposición es mimetizarse con algunas prácticas, discursos y políticas de vencedor pongan las barbas en remojo También para que quienes sostienen que es preciso buscar la unidad con los primeros para vencer a este último vuelvan al cauce que hizo feliz a las grandes mayorías en los 12 años en que gobernó el kirchnerismo.

El ruidazo, o como se lo llame, representó la primera gran bofetada al gobierno de Mauricio Macri, quien pensó que podría hacer lo que quisiera, incluso poner en marcha un ajuste criminal de tarifas de servicios esenciales sin costo alguno, ni político ni financiero.

Del político se hablará más adelante, pero el costo financiero que le deparará la marcha atrás del tarifazo sólo puede explicarse en la infame decisión de eliminar las retenciones a las transnacionales mineras, a los productores de maíz y trigo, y a reducir las de la soja, que en breve pueden disminuirse en otro 5 por ciento.

La desesperación del gabinete económico, que ve cómo se le escabulle entre los dedos la continuidad en el gobierno de Cambiemos a caballo de la autodesfinanciación autoinfligida ni bien asumió, se hizo evidente tras los amparos aceptados por jueces menos comprometidos con la suerte de Mau que la Corte Suprema de Justicia.

De todas maneras, el cuerpo que preside Ricardo Lorenzetti, luego de observar las reacciones populares que derivaron en el ruidazo que se llevó adelante el jueves en todo el país, tiró la pelota a la platea alta y le exigió al gobierno rendir cuentas que al diputado opoficialista Sergio Massa ni se le ocurrió pedir cuando criticó tibiamente el demencial tarifazo que firmó Juan José Arangurrien pero ordenó el Jefe Amarillo.

Quienes insisten en acercamientos al líder de Tigre, en lugar de seducir a su base de votantes, los gritos y el ensordecedor batuque nacional contra el estrangulamiento social que implican los cuadros tarifarios de luz, gas y agua debieran hacerlos reflexionar. La expresión «garantizar gobernabilidad» comienza a tener un fuerte tufo devaluatorio de toda chance electoral con miras a 2017.

Inminente negocio parlamentario

A propósito de la oposición, se aproxima, si la coyuntura se lo permite al macrismo, un nuevo desafío. El proyecto de ley de régimen de contratación público-privado es el próximo negocio parlamentario que propone Macri. Los diputados y senadores peronistas tienen la oportunidad de no dejar en el ridículo más tremendo a quienes insisten en alcanzar una unidad que permita derrotar a quien se le votan todas las leyes que lo tornan invencible.

Según describió con precisión el columnista de Página 12 Horacio Verbitsky en la edición del pasado domingo, «la meta central del proyecto es eludir la ley de Procedimiento Administrativo en todo lo que tenga que ver con obra pública, y confeccionar la licitación a medida de quien el funcionario desee, en lo que el texto llama «diálogo competitivo»».

Es tan delincuencial la desembozada maniobra que Macri y sus socios quieren llevar adelante con el visto bueno del Congreso, que la ciudadanía debería seguir con lupa los movimientos de los legisladores, porque las ventajas a las corporaciones son tantas que los premios para los levantamanos de siempre se puede anticipar que serán suntuosos.

Verbitsky desbroza aún más la iniciativa que el Ejecutivo quiere que el Congreso apruebe: «El Estado queda con todas las responsabilidades y fines públicos pero sin ninguna de las prerrogativas que le permitan cumplirlas. El breve artículo 14 establece un procedimiento de «consulta, debate e intercambio de opiniones» entre el Estado y los «interesados preclasificados». En cambio no se especifica quién «preclasificó» a esos contratistas ni con qué criterios, dado que se declara inaplicable la normativa pública y rige la libertad de contratación del Código Civil y Comercial. La amplitud de proyectos contemplados por la ley es enorme y la flexibilidad de los contratos absoluta. El artículo 7 permite la creación de sociedades de propósito específico a cargo de la ejecución del contrato, es decir sociedades vacías, armadas para un solo negocio o, peor aún, sólo para canalizar pagos». Así de corta. Una forma de escamotear todo proceso licitatorio a los organismos de control e, incluso, a la Justicia.

En otras palabras, dice el veterano periodista, «ya se trate de sociedades o fideicomisos, el propósito es facilitarle los cobros al contratista privado y limitar su responsabilidad. De este modo aún un contratista en cesación de pagos con la banca oficial podría recibir desembolsos desde el fideicomiso, ya que esta sociedad vehículo sería una persona jurídica distinta del contratista y de este modo eludir a sus acreedores conservando su activo. Esta limitación de responsabilidad es el fundamento de todas las sociedades off shore, que ahora llegarían al país».

Algo de eso confesó Macri la semana pasada en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires cuando, refiriéndose a las ventajas que el blanqueo de capitales en marcha le da a evasores y fugadores de capitales, subrayó: «Ya no será necesario escondernos».

La igualdad social trotskista: Macri=Scioli

Desde que el ex candidato presidencial Nicolás del Caño y la mayor parte del trotskismo aglutinado en la izquierda eleccionaria adelantó que votaría en blanco en el balotaje porque Daniel Scioli y Mauricio Macri representaban lo mismo, casi todos los militantes que cumplieron ese revolucionario mandato se empeñan en hacer lo mismo que Lázaro Báez: negar todo.

Pero en período preelectoral esos posicionamientos pueden llegar a tener un sentido. Luego de haber recibido la factura de gas, pierden algo de actualidad.

Algunos trotskistas argumentan que «si Scioli ejecuta la dependencia, ¿es diferente porque lo dice en nombre de la liberación? Que así piense un empleado de la CIA es coherente… pero un patriota y peronista verdaderamente no».

Lo cierto es que con el criterio de que era igual que Macri, a Sciolino lo dejaron ejecutar ni un tiro desde el punto del penal, que seguramente no hubiera sido un disparo revolucionario, pero nadie puede ser tan descarado como para no reconocer lo de Macri es un tiro de escopeta al arco, sin arquero y con el objetivo de destrozar la red social que parcialmente se había reconstruido durante los últimos doce años.

Ni Néstor ni Cristina Kirchner fueron revolucionarios, pero no lo son tampoco Evo Morales, Inacio Lula Da Silva, Rafael Correa o el mismo Raúl Castro en esta etapa de la política cubana.

Pareciera que en el mundo de lo que se trata es de sentar las bases mínimas para hacer la revolución cuando la relación de fuerzas no la lleva a un acta de defunción prematura, pero apurados hubo siempre, decía el general Juan Perón.

Otro trotskista que no escuchó a Del Caño en campaña sentencia: «Jamás dijimos que son lo mismo, pero sí que defienden los mismos intereses. Ahí tienen a todo el buitraje que lo demuestra. Escucharla a Cristina ofreciendo un «frente ciudadano» y callando frente al buitraje es su aval más claro. Pero para escuchar hay que tener «ganas»… No escucharon a Perón cuando los amenazaba y no la escuchan a ella cuando sólo dice que hay que esperar a las elecciones».

Como la «reflexión» fue expresada en una red social, alguien atajó el guante en el aire y le espetó:

—Y Ud., que no quiere esperar a las elecciones o a que el Pueblo esté preparado para otra cosa que no sean las elecciones, ¿qué propone, la lucha armada?

Si alguien piensa que el seguidor del creador del Ejército Rojo quedó mudo ante la pregunta, se equivoca:

—No quiero esperar a que nos destruyan, como hizo el Turco con los menemistas de los noventa remozados después del 2003. ¿Ud si?

Asusta observar algunas líneas de argumentación, que no se apoyan en el análisis de las políticas puestas en juego sino en la no observancia del dogma. Está claro que eso sirve para estar siempre mostrándose como la única alternativa revolucionaria, sin dudas, lo que habría que preguntarse es cómo le ha ido a la izquierda dogmática con el Pueblo en tal sentido. Pero eso no parece preocuparles.

Este fin de semana, las fuerzas de izquierda trostkistas que participaron del ruidazo coinciden en sus análisis: quienes más capitalizaron el descontento popular son ellos. No se animan, porque ya les fue mal demasiadas veces cuando dejaron de lado el materialismo dialéctico y se dedicaron a las artes de la adivinación, pero muchos llevan in pectore un vaticinio: la revolución está a la vuelta de la esquina de Litoral Gas.

Canal K

A propósito de la presencia de Sergio Massa en C5N y el visible malestar que se percibe por ello en las redes sociales entre quienes lo ven como más de lo mismo que Mauricio Macri, algunas reflexiones:

a) No hay Canal K.

b) A Massa hay que dejarlo hablar.

c) El que cobra no es el conductor de un programa, sino el dueño del canal.

d) El fenómeno de traslación de audiencias es mucho más complejo que una simple operación de línea editorial + negocio publicitario. La prueba se vio en Canal 9 el lunes pasado. En el programa Día 0 (D0), estuvieron Emilio Pérsico y Martín Sabbatella, y la línea de la producción era evidente: intentar captar algo de la torta de audiencia que se llevó casi en exclusividad C5N desde que asumió Macri.

e) Uno de los efectos de la visita de Massa primero a Navarro y luego a Víctor Hugo Morales fue la ofensiva contra la empresa de Cristóbal López de parte del gobierno. Al macrismo le duele más la presencia de Massa que la de Axel Kicillof, por poner un ejemplo, y es por una sencilla razón: creen que Massa es más peligroso electoralmente porque es como ellos.

f) Un programa de TV o cualquier espacio periodístico no es ni un local partidario ni una unidad básica. Los reyes son los padres.

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