“Este un libro que busca hacer un análisis un poco más amplio de los problemas económicos argentinos, saliendo de la mera impugnación o de la valoración positiva que se tiene de los últimos años”, sostiene el economista e investigador, quien acaba de presentar en Rosario Los tres kirchnerismos.

La combinación de experiencia en gestión, investigación y docencia potencia la capacidad de análisis de un profesional, lo que no lo exime de esa tensión entre lo técnico y lo político difícil de sobrellevar y de la cual no siempre se sale airoso. Por esas aguas ha navegado el economista Matías Kulfas, quien entre 2006 y 2013 fue funcionario de las administraciones kirchneristas. Sus últimos cargos fueron director del Banco Nación, entre 2008 y 2012, y al año siguiente se desempeñó como gerente general del Banco Central. Es docente de la UBA e investigador de Flacso (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales). Ahora, ha publicado Los tres kirchnerismos. Una historia de la economía argentina 2003-2015, obra en la cual se plantea analizar ese período e identifica tres momentos: el gobierno de Néstor, el de Cristina hasta el fallecimiento de Néstor y el último tramo a partir de octubre de 2010.

Kulfas se despega de polarizaciones –década ganada, década perdida– y piensa los doce años como parte de un proceso histórico más amplio, sin escindirlo del contexto regional y desde una perspectiva distante de esa ortodoxia que solo estudia los fenómenos económicos en atención al equilibrio fiscal y otras especies del credo neoliberal.

“Traté de hacer un libro de lectura lo más amena posible para no enloquecer al lector con tecnicismos y con categorías para hablar entre «colegas»”, dice sobre la obra, que llega apenas a siete meses del final del mandato de Cristina Fernández de Kirchner, en un contexto en el que los medios construyen una agenda en la que “la pesada herencia” y presuntos casos de corrupción procuran tapar inflación, despidos y tarifazos. Como dirá el autor –a quien le han “reprochado” no haberlo lanzado tres o cuatro años antes–, fue “escrito muy cerca del fin de un período, cerca de la discusión y con la desventaja de no tener la distancia”.

—¿Qué aporta tu libro para para tomar posición frente a la situación económica actual?

—Este un libro que busca hacer un análisis un poco más amplio de los problemas económicos argentinos, saliendo de la mera impugnación o de la valoración positiva que se tiene de los últimos años, y tratando de ver un contexto histórico. Busco discutir de qué manera abordó el kirchnerismo los problemas económicos de la Argentina, en qué aspectos hubo resultados positivos y en cuáles los logros se ven con menos claridad. También ver cómo esa exacerbación de enfatizar en los logros terminó generando descreimientos en mucha gente, lo que, por ahí, explica la derrota. Hubo logros indiscutibles; pero hubo un momento en que empezaron a haber falencias muy claras de gestión, que no fueron subsanadas adecuadamente.

—En el libro destacás que durante el kirchnerismo la gestión económica se dejó de “tercerizar en tecnócratas” y se subordinó a la conducción política. ¿Cómo se maneja un profesional cuando lo político se pone por encima de lo económico?

—Hay una tensión natural entre el saber técnico y la visión política y, en ese sentido, creo que tiene que primar una adecuada conjunción entre las dos cosas. La mirada neoliberal, que decía “tercericemos la gestión” en tecnocracias supuestamente objetivas que manejan saberes científicamente calificados, es una mera argucia ideológica para darle a ese núcleo de economistas un poder por encima de la política. El planteo kirchnerista estuvo bien en discutir ese enfoque, pero me parece que chocó con una realidad, que fue analizar todos los fenómenos económicos como meramente políticos, cuando en realidad hay cuestiones técnicas de las que uno se tiene que nutrir para no caer en mero voluntarismo. Creo que es lo que pasó en el tercer kirchnerismo.

—Al respecto, vos te referís a “la fantasía de una gestión sin restricciones económicas objetivas”.

—Exactamente. Eso creo que fue lo que un poco terminó generando la crisis del tercer kirchnerismo.

—De todos modos, ¿no pensás que eso ensanchaba las bases de adhesión a un gobierno que tendía a forzar esas condiciones objetivas para avanzar?

—Creo que sí en algunas medidas, pero también le generó restricciones de mediano plazo. De hecho, la realidad es que, por ahí, por no planificar adecuadamente esas políticas hubo un tercer gobierno flojo, malo, con resultados pobres en materia de crecimiento, donde no hubo nuevos logros a nivel productivo y social. Esto no significa que haya que evitar un mayor crecimiento económico ni mayor consumo. En todo caso, tiene que ver con la forma que se lo realiza.

—Lo veía en torno al debate sobre energía, cuando se cuestionaba el consumo y volvían frases como “nos hicieron creer que podíamos hacer tal cosa” y que se refuta mucho desde lo político.

—Ahí hubo un error muy claro del gobierno de Néstor y Cristina Kirchner respecto de lo energético: haber sostenido indiscriminadamente los subsidios a los sectores de ingresos medios y medios altos en la Ciudad de Buenos Aires generó una práctica redistributiva regresiva, que al no haberlo adecuado de manera gradual le dio la excusa al gobierno de Macri para hacer este brutal ajuste, indiscriminado, que afectó a toda la sociedad en su conjunto y no a los más ricos.

—Desde la gestión, en tu caso, ¿costaba plantear cuestiones de orden técnico?

—Algunas cosas, sí. Hay cosas que costaron plantear en todos los kirchnerismos. En el tema energético, por algún motivo particular, siempre se priorizó ese esquema de una caja de subsidios muy fuerte y la falta de una política de incremento de la oferta energética; y saliendo de ese tema me parece que los planteos técnicos internos fueron cada vez más complicados de hacer. Sobre el final se hizo cada vez más difícil.

—En una crítica, el periodista Roberto Bercovich te plantea que tuviste que haber escrito este libro “tres o cuatro años antes”.

—Sí, la leí y lo hablé con él. La crítica me pareció muy buena. Me gustó mucho y me pareció muy interesante. Por un lado, creo que él está sobreestimando el poder de un libro. Yo no creo que escrito en 2011 hubiese cambiado la política en la Argentina. Por otra parte, en lo personal, yo estaba en la responsabilidad de gestión. Imaginemos el impacto que podía haber tenido que el gerente del Banco Central sale a criticar la política cambiaria. Hubiese sido una irresponsabilidad.

Dicho esto, yo sentía que era mucho más importante plantear estas cosas internamente en el lugar que me tocaba. Cuando sentí que ya no había más posibilidades de discutirlo, opté por retirarme del gobierno. Fue en 2013. No me hice anti K. Sigo valorando los logros y, realmente, creo que hay que construir sobre esa base, sobre esas críticas.

—Durante la presentación, hablabas de cierto “velo” neoliberal del actual gobierno. Días atrás, el sindicalista Juan Carlos Schmid, al evaluar la posibilidad de un paro, aclaraba que este no es un modelo neoliberal a ultranza”. ¿Creés que cuando se corra el velo lo vamos a ver?

—Ese es un gobierno que llegó con votos prestados. Los votos propios son la mitad de los que sacó, con lo cual tiene que construir poder y la manera de hacerlo es ir de a poco, porque si decidieran hacer todas las reformas que ellos quieren, el impacto sería tan violento y la reacción tan fuerte que no tendría posibilidad alguna de seguir construyendo ese poder. Ellos van de a poco, van enfatizando las críticas al gobierno anterior, soslayando los logros que hubo y, bueno, mientras no haya una reacción de construcción alternativa me parece que van a avanzar; y, creo que sí, que, efectivamente, llegado cierto nivel de construcción se va a ir corriendo el velo. Pasa que uno ve algunas acciones y declamaciones que muestran que esto es un neoliberalismo posible y no a ultranza, porque sería inviable.

Entonces, también tienen que dialogar con mesura la fuerzas políticas que se oponen a este gobierno, porque tampoco les pueden decir rápidamente a los votantes de Cambiemos que se equivocaron. Tienen que ver resultados de manera más paulatina y gradual. Creo que la clave va a ser construir otro eje discursivo y de política económica, de propuesta a la sociedad, que realmente se muestre superadora tanto de esta pobreza que está ofreciendo Cambiemos como también de los pobres resultados del último kirchnerismo.

Una historia de la economía argentina

Foto: Andrés Macera.
Foto: Andrés Macera.

La convocatoria que tienen ciertas exposiciones y debate públicos se pueden celebrar como parte de los escasos signos gratificantes y esperanzadores de los tiempos que corren. Tal es el caso de la presentación del libro Los tres kirchnerismos. Una historia de la economía argentina 2003-2015, de Matías Kulfas, que en la tarde-noche del lunes 18 de julio en el Distrito Siete se sobrepuso a una temperatura que invitaba a quedarse en “musculosa y en patas” junto a la estufa. Lógicamente, para aquellos que se pueden permitir tamaña osadía.

El encuentro se prolongó por dos horas en las que no bajó el nivel de atención y buen mérito tuvo –además del expositor– el modo en que la “Universidad del Hacer”, de Ciudad Futura, organizó –en conjunto con la federación de cooperativas Actra– la presentación, a través de una entrevista pública, con preguntas que denotaban la lectura minuciosa del libro y que permitieron a Kulfas detallar los puntos principales del texto: el análisis del contexto en el cual se desarrolló la gestión kirchnerista, y la identificación y caracterización de tres etapas. Lo hizo afirmando que se corría miradas polarizadas, que –a su entender–“no son productivas para el debate intelectual y político”.

De sus dichos, se observa que para Kulfas “eludir la polarización” no es un intento de desligarse del kirchnerismo tras largos años como funcionario ni tampoco de encontrar un inconsistente punto medio, sino un esfuerzo por reconocer los logros, en especial en los procesos de inclusión social, y observar las falencias y debilidades.

Despojado de un lenguaje hermético, Kulfas –actual director del centro de estudios y consultoría Idear Desarrollo–­ habló de economía sin que la gente tuviera mucho margen para pestañar y se puede dar fe que no hubo un solo bostezo.

Fuente: El Eslabón.

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