Foto: Ana Thompson
Foto: Ana Thompson

El dúo rosarino de tecno pop lanzó de manera independiente su quinto disco, un regreso a un sonido más cancionero, donde circulan guitarras, teclados y percusión acústica.

“Nosotros hacemos esto porque nos gusta y lo hacemos concienzudamente y de una manera responsable. No es un hobbie, por lo que podría entenderse como hobbie, pero no lo hacemos pensando a la manera de la queremos pegar a como dé lugar. Hacemos otro camino, un camino de tierra, por el cual se va más lento, pero no por eso es menos efectivo. Tenemos un proyecto que perdura en el tiempo y no creo que eso sea casualidad. Me parece que una cosa va de la mano de la otra, porque al no tener presiones eso hace que la relación entre los miembros de la banda sea más relajada”, esta suerte de manifiesto son las palabras que eligió Juan Manuel Godoy, vocalista y compositor de Matilda, para explicar la vitalidad que ha acompañado al grupo desde sus inicios en 2001 y que desde entonces los ha llevado a cosechar seguidores a lo largo y ancho del país, tanto como elogios de referentes de la escena musical en la actualidad como Javiera Mena y Adrián Dárgelos.

La banda que completa Ignacio Molinos en bajo tiene cinco discos en su haber: Tres corazones rotos y un ordenador (2002), Formas de inventar nuestro destino (2005), Para ser movimiento (2008), Las acciones cotidianas (2012) y el flamante El río y su continuidad. En relación a la última producción, Godoy remarcó que “este es un disco más pop, tiene que ver más con nuestro primer disco, hay más guitarras. Nuestro segundo, tercer y cuarto disco son como una trilogía tecno pop. Esos son discos más de género, en los cuales nos manejábamos de una manera más talibana en la cual sólo había bajo, programaciones, sintetizadores y voz. Mientras que para este disco teníamos ganas de que no fuese un concepto cerrado, sino que cada canción tenga una producción propia, que a medida que vayan apareciendo las canciones aparezcan también las diferencias. Es más heterogéneo, más orgánico, hay mucha guitarra y, a su vez, está mucho mejor producido. En cada lanzamiento vamos incorporando lo que aprendemos en la materia, es más rico sonoramente”.

Otra de las características de la agrupación, que dio sus primeros pasos bajo la tutela del sello discográfico y colectivo artístico Planeta X, es la temática de sus letras, cargadas de referencias políticas, las cuales podrían englobarse dentro del subgénero llamado agit-pop, juego de palabras con el término agitprop, empleado por el Partido Comunista Soviético para condensar la frase, propaganda de agitación política. Sin embargo, en El río y su continuidad la lírica tiene otra impronta más personal. En referencia a esta cuestión, el músico dijo que “fue un poco buscado, en algunas letras hay un poco de bajada de línea. Pero a veces uno se cansa de lo que genera; yo no quiero ser alguien que le diga a la gente lo que tiene que hacer. Me gusta que las letras sean pensadas, elaboradas, pero no densas. Son letras en las que de alguna manera traté de hablar en primera persona, pero sobre cosas que involucran a lo colectivo. Algunas hasta abordan cuestiones más metafísicas, por ejemplo Nada se va, surgió de la idea de cómo alguna vez tendré que explicarle a mi hija lo que es la muerte. La paternidad es algo recurrente también en la temática de las canciones de este disco, pero no desde un lugar naif o soso, sino la paternidad como un enlace, como parte de la historia de la humanidad.”

Finalmente, Godoy destacó que “el disco lo grabamos nosotros en nuestro propio estudio, a excepción de algunos bajos que fueron registrados en el estudio de Martín Greco, bajista de Mi Nave y contó con la participación de Sofía Pasquinell y Rodrigo Jávega en guitarra eléctrica, Leandro Giandomenico en percusión, Pol Nada en Coros y Natalio Rangone en teclados.

La pesada herencia
El Río y su continuidad ganó un subsidio del Instituto Nacional de la Música (Inamu) para la replicación de mil copias. “El instituto es una entidad autárquica que desde el 2009 hasta la asunción del nuevo gobierno cobraba parte de un impuesto que recaudaba la desaparecida Afsca, y si bien el Inamu se consolidó en 2015, durante todo ese tiempo el Afsca acumuló un capital para el instituto, con esos fondos funciona en la actualidad y de hecho posiblemente siga hasta que Macri ya no esté más. Hubo mucha gente de Rosario que ganó ese subsidio para replicación de los discos, ellos te dan los cds y vos tenés que encargarte de las tapas”, se explayó Godoy.

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