Las autoras Alicia Salinas y Silvina Santos. Fotos: Javier García Alfaro.
Las autoras en las puertas del bar La Sede.  Fotos: Javier García Alfaro

Un día entero de shopping puede desentrañar dispositivos que operan en relaciones sociales e íntimas de las personas que transitan ese gran corredor. Explotación, violencia de género y deseo, fugan de la obra de Silvina Santos y Alicia Salinas.

La vida modelo es un gran supermercado
vos podés ser libre, vos podés ser dominado
es tu decisión, tal vez lo mejor llegó
(Juana La Loca – 1997)

En un mundo donde todo parece tener un precio, ¿qué hacemos con lo que no se puede comprar? Este es un primer interrogante que plantea Un regalo para Miriam, una comedia dramática que propone un recorrido –que encandila y aturde– por las pasarelas de un gran centro comercial, poniendo en evidencia las ansiosas y turbadas relaciones humanas que se generan durante un largo día de “shopping”.

La obra que tendrá su reestreno este sábado 6 de agosto a las 21 en el Cultural de Abajo, en la extensión del bar La Sede (Entre Ríos 599), y que realizará funciones durante agosto y septiembre; es una creación, y cuenta además con las actuaciones, de Silvina Santos y Alicia Salinas, que en función de este proyecto forjaron el grupo Grito en el cielo, acompañadas por Valeria Quaglia, Estefanía Salvucci, Camila Montenegro, Ezequiel García, y Lautaro Álvarez.

En la adolescencia, las autoras en cuestión fueron compañeras en un taller de teatro que se dictaba en la Escuela Superior de Comercio, lugar donde pasaban sus días. Años después se reencontraron en La Nave, a propósito de una convocatoria que lanzó ese espacio teatral coordinado por Walter Operto para nuevos dramaturgos que se llamó Cuatro historias mínimas.

“De esa convocatoria surgió una obra breve que yo escribí en 2012 después de la experiencia de pasar por un gran shopping y quedar inmersa en una situación y una atmósfera de hiper consumo, de consumo desmedido: el impulso que se genera por agarrar objetos y llevarte lo que no necesitás, una práctica que está presente en la cultura y lo cotidiano. Esa fue la imagen primitiva y la relacioné con cuestiones del lugar de la mujer en la economía, la cultura, la sociedad, como también así el tema de la maternidad”, describe sobre el origen de la obra Alicia Salinas, comunicadora social, escritora y poeta.

Como requisito, aquella versión de la obra que no excedía los 20 minutos, contaba principalmente con dos protagonistas: el vendedor y el eventual comprador; y dos personajes más que servían de disparadores. “Aparece esto de que los personajes quieren y no pueden, o tienen y no quieren”, acota Salinas.

Cuatro años después, esas primeras líneas argumentativas se profundizaron, y se sumaron nuevas temáticas y personajes que confluyen en 60 minutos de relato dramático. “Todo transcurre en un día muy especial, el 20 de julio, día del amigo, en el shopping Brown River”, comenta a modo de anticipo la actriz y docente Silvina Santos, autora, directora y encargada de la puesta en escena de Un regalo para Miriam, quien además logró convencer a su compañera para que actuara en la obra junto con ella.

“El consumismo, en estas fechas impuestas que tienen que ver con los mandatos, son cosas que los personajes van sufriendo en un espacio que aparenta ser perfecto”, advierte Santos, y se remonta a la hostilidad que sufren las mujeres particularmente: “Ellas son las que van hablando casi sin darse cuenta de la maternidad, la pareja, de sus cuerpos”. Y por otro, se aborda la cuestión laboral en general: “Es otra pata de la obra, los trabajadores, que parecen como invisibles pero se están moviendo siempre sin parar. Nos preguntamos entonces cómo son los sueños de esas personas”.

Acá y en la China
El shopping es un fenómeno global. La arquitectura y la dinámica que se despliega en estos grandes paseos comerciales es homogénea y se repite como un loop infinito. “Cuando estuve en un shopping vi mucha superficie espejada. Muchos espejitos de colores. Y veía esa gran estructura repitiéndose en todo el mundo, con pequeños módulos, cosas descartables y mucho cartón pintado”, destacó la directora, y se detuvo en los mencionados rasgos: “Se me ocurrió trabajar con cajas, me basé entonces en gente que está permanentemente armando y desarmando, trasladando cosas y generando lugares por donde se filtran los diálogos”.

“Es una novela dramática, vamos por el borde”, dice Alicia Salinas para remarcar trazos con respecto al vértigo y la intensidad de las escenas: “Es como un realismo que por momentos se exacerba”. A lo que su compañera agrega para ahondar aún más: “Manejamos cierta tensión dramática que nos permite alejarnos y ver las cosas más objetivamente, y después nos acercamos. Hay diálogos pesados que se alivian con comentarios que son aparentemente graciosos, pero conllevan clasismo, xenofobia, supresión de la identidad, violencia de género, y otras problemáticas”

Shopping disco zen
Estas locaciones condensan en un espacio privado un gran emporio de objetos y bienes de consumo y entretenimiento, una práctica que lleva décadas en Argentina. Así se erigieron, a costa de grandes fortunas, como espacios representativos de las prácticas sociales y populares que históricamente tenían otras pertenencias. “Desde la década de 1990 -dice Santos-que los shoppings se han instalado en relación a otros lugares clásicos de la modernidad, como las plazas, los parques y los clubes, por dar ejemplos”, y agrega: “Además se plantean como seudos lugares seguros, de supervigilancia, cerrados y restrictivos. Y surgen dispositivos para que circules constántemente, no te pares, y si lo hacés lo hagas para comprar, para comer o para entrar a los locales donde baja un poco todo el bullicio generalizado”.

“En esos espacios se aturden los sentidos, no se sabe bien si es de día o de noche. Son lugares, pero también podemos entenderlos como «no lugares»”, así los define Salinas, aludiendo a la teoría del antropólogo francés Marc Augé, quien se dedicó a estudiar lugares de paso en la época contemporánea, como las autopistas, los aeropuertos y los grandes conglomerados comerciales.

Un regalo para Miriam plantea certezas sólidas y profundas pero también dispara interrogantes al público intentando generar debate, algo que ya ocurrió el año pasado cuando se presentaron en el Club Huracán de Los Quirquinchos, en el cierre de la Semana de la Mujer organizado por la comuna. “Evidentemente la obra tiene una propuesta, pero está bueno que cada uno lo pueda reflexionar, creo que lograr eso ya sería un montón”.

Fuente: El Eslabón

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