Voto electrónico color

“Ningún especialista en seguridad informática te va a decir que estos sistemas son una buena idea”. La frase pertenece a Joaquín Sorianello, el desarrollador de software que en las pasadas elecciones porteñas, las primeras con voto electrónico en el país, ingresó a los servidores de la empresa MSA –proveedora de la tecnología utilizada en aquellos comicios–, para luego reportar sus falencias y que, como respuesta, recibió una allanamiento de la Policía Metropolitana. Ahora, con un fallo judicial a su favor, que demostró que por un lado no cometió delito y, por otro, que “el sistema de seguridad era vago y podía ser vulnerado con facilidad”, la palabra del especialista cobra aún más valor: “Esta decisión judicial sienta un importante precedente, más en este contexto donde el macrismo quiere implementar lo mismo pero a nivel nacional”, advierte.

La misma semana en que la Justicia comprobó las vulnerabilidades del sistema de voto electrónico con el que se eligió al jefe de gobierno de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, el oficialismo nacional inició en la legislatura nacional el debate por la reforma electoral. Ni las denuncias de los especialistas, ni la mencionada resolución judicial, evitaron que los funcionarios y diputados de Cambiemos continúen con la cantinela del “salto de calidad y transparencia” que aportaría la “incorporación de la tecnología”.

Pero todos los estudiosos del tema que concurrieron a la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados de la Nación señalan las mismas preocupaciones. Con el sistema electrónico, entre otras cosas, se pone en riesgo el secreto del voto (toda máquina puede ser intrusada, aún sin conexión a internet) y la auditablilidad del comicio (impide que un ciudadano sin conocimientos muy específicos de seguridad informática entienda y controle todo el proceso).

Sorianello se encuentra entre los que vienen dando la batalla simbólica para desmitificar “las ventajas” del voto digital, y estuvo presente en alguna de las audiencias de debate en la legislatura. “Hay mucho desconocimiento e ignorancia entre los defensores de este sistema (electoral electrónico)”, contó a El Eslabón.

—¿Qué es lo más trascendente del fallo judicial que te sobreseyó del delito de “daño informático”?
—Lo importante es que a partir de esto se crea un precedente fuerte. Primero de que hubo problemas en el sistema de voto electrónico utilizado en la ciudad de Buenos Aires, que es lo que dice la Justicia. Y después, que hubo ataques desde el exterior, dos desde Estados Unidos y eso también está señalado en términos jurídicos. También es un gran precedente que la Justicia diga que el reporte de una falla (que es lo que Sorianello realizó) no es un delito.

Además, es importante esta resolución judicial, porque hubo muchas presiones sobre la causa, porque esto era una mala noticia para el PRO.

En la ciudad de Buenos Aires montaron un escudo enorme para que las vulnerabilidades que se encontraron en el sistema y que explotaron en el día de la votación no salgan a la luz. En este contexto es imposible discutir este proyecto con argumentos de marketing. Yo siempre repito la idea de que si a un chico al que le querés enseñar a usar internet no sólo le contás las cosas buenas, sino que también le contás las cosas malas, los riesgos. Pero esta gente no, lo que hace es realizar una campaña de marketing.

Al servidor de la empresa MSA lo atacó un montón de gente y la causa sigue pero por otro imputado. Pero lo mío ya se terminó, se archivó. No es un ataque teórico, es una realidad que el sistema de MSA fue vulnerado. Pero también es interesante plantear que esto no se trata sólo de una maquinita que está en la escuela, sino que hay otros componentes, como la transmisión de datos, cosas que no se auditaron en absoluto. Este positivismo tecnológico que ronda en nuestra sociedad ha penetrado en la clase política, hay vendedores que se han aprovechado para hacer negocios con las elecciones y en el camino poner en riesgo la integridad y el secreto del voto en todo el país.

—¿No te llamó la atención que la noticia del fallo que demuestra las falencias del voto electrónico utilizado en Buenos Aires, y más en este contexto de impulso a la reforma electoral del macrismo, no haya cobrado mayor dimensión como noticia?
—Está costando. Pero igual noto que la tendencia, al menos entre muchos periodistas, es que esto no es una solución mágica, sino que como toda cuestión tecnológica tiene sus ventajas y sus enormes desventajas. En algunos medios está empezando a entenderse eso. Este es un negocio enorme. Se sabe que se está avanzando en una posible compra de máquinas todavía sin una ley aprobada. Todo el tema tiene muchas inconsistencias, tal cual ocurrió en Ciudad de Buenos Aires.

—¿Estás siguiendo de cerca el proceso de debate que se está dando en la legislatura para instrumentar el voto electrónico?
—Estuve asesorando a diputados de diferentes espacios políticos. A algunos me acerqué ayer (por el miércoles pasado) para decirle: «mire está diciendo cualquier cosa que no tiene ningún goyete, que es una barbaridad, y que denota su desconocimiento en el tema que está queriendo discutir».

Ahora venimos viendo quiénes están a favor y quiénes en contra, hablo en plural porque hay más gente, que si bien no somos un grupo orgánico, sí somos un conjunto de personas que estamos reunidas y que estamos todos empujando para el mismo lado. Y en ese contexto tratamos que el debate se dé, aunque me parece que al proyecto lo van a aprobar igual, lo cual sería un cheque en blanco para el ejecutivo, que ni siquiera dice que la máquina que se va a usar es la que se utilizó en Buenos Aires. Los tiempos de implementación son ridículos.

Por suerte algunos espacios políticos, del Socialismo, de la izquierda y del FPV nos están escuchando y siendo críticos

El oficialismo viene dando los mismos argumentos de siempre, que es una máquina boba, que es una impresora, que es seguro porque no está conectada a internet. Todos argumentos que son barbaridades. Si usaste alguna computadora antes de que internet tenga penetración los virus llegaban igual, y los ataques informáticos de los que hay conocimiento, y de los que por ejemplo fueron noticia esta semana, hacen espionaje en máquinas que no están conectadas a internet y van moviendo la data por otros canales, atacando las herramientas que usan los desarrolladores de software.

—¿Hay muchas maneras de vulnerar la seguridad de una máquina?
—Sí. Claro que tiene sus costos hacerlo, pero una vez que lograste encontrar una vulnerabilidad, un vector de ataque a una de estas máquinas, podés escalar un ataque a todo el país. Cosa que en papel, me refiero a un robo de boletas a escala de todo el país, es impracticable. Electrónicamente lo escalás. Y después hay vectores que no se tienen en cuenta: como que tenés que prepararte para que la empresa que provee el sistema sea tu enemigo, es decir, que quieran alterar las máquinas.

—¿Cómo entendés que estos cambios tecnológicos para los sistemas electorales se impulsen a pesar de las advertencias de los especialistas?
—Se comieron los argumentos de marketing. Lo que están haciendo es como si quisieran evitar la transmisión del HIV usando píldoras anticonceptivas. No te protege de eso. En este caso no te protege de las posibilidades de sabotaje y fraude. Todo lo contrario, lo abarata, intensifica la potencia que puede tener un ataque. Sobre todo teniendo en cuenta el panorama mundial en materia de ciberseguridad. No es que no suceden cosas, que no hay incidentes. La verdad es que las agencias de seguridad de Estados Unidos, China, Rusia, están muy activas, realizan ataques ofensivos. Y Argentina es un objetivo más que interesante.

—¿Del universo de los desarrolladores de software, de quienes piensan, crean y trabajan con estas tecnologías, quiénes impulsan sistemas como el voto electrónico, además de las empresas interesadas?
—Hay algunos desarrolladores que, me parece, por una cuestión de ignorancia principalmente, que escriben software pero desconocen el contexto geopolítico yi el impacto social que puede tener sus desarrollos. Pero creo que ningún especialista en seguridad informática te va a decir que estos sistemas de voto electrónico son una buena idea.

Fuente: El Eslabón

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