Foto: Andrés Macera
Foto: Andrés Macera

El periodista de larga trayectoria en el deporte de los guantes, que preside el flamante Círculo Amigos del Boxeo, recordó años dorados de los púgiles argentinos en el día en que se los homenajea.

Con el Día Nacional del Boxeador como excusa, los amantes de este deporte se encontraron en el gimnasio de la Asociación Empleados de Comercio, donde se proyectó el combate entre Luis Ángel Firpo y Jack Dempsey, conocido como “La pelea del Siglo” y que dio origen a dicha celebración. El 14 de septiembre, pero de 1923, el Toro Salvaje de las Pampas sacó del ring al estadounidense con un certero golpe, aunque luego perdió por nocaut. Tras esa disputa por el título mundial de los pesados, el juninense pasó a ser una leyenda, y el boxeo en Argentina, que por aquel entonces estaba proscripto, ganó popularidad.

Entre las distintas personalidades que se cruzaron en la sede sindical, estuvo –además de las dos campeonas mundiales, Daniela La Bonita Bermúdez y Victoria La Leona Bustos– Néstor Giuria, un verdadero emblema del periodismo, y que ahora preside el Círculo Amigos del Boxeo, un espacio que recuperaron recientemente.

“En realidad hemos recogido una iniciativa que ya tiene muchos años. Allá por 1960 había gente a la que le gustaba mucho el boxeo y trabajaba para acompañar a los boxeadores de la época, para difundir el deporte, y formaron este espacio. Ellos fueron, además, los creadores del monumento al boxeador que está en el Parque Urquiza y que es único en el mundo, porque si bien hay otros monumentos, todos tienen destinatario, nombre y apellido: el de Monzón, el de Jean-Claude Bouttier, el de Primo Carnera. Este, en cambio, es un homenaje al boxeador anónimo, que refleja a los pugilistas de 4 rounds, de 6, a los campeones del mundo, a todos”, cuenta el corresponsal de la revista porteña Ring Side, y de otras varias publicaciones del palo de centroamérica, y agrega: “Muchos de aquellos que iniciaron esta movida fueron «partiendo» y hace poco decidimos con unos cuantos amigos reflotar esta movida con el objetivo de llevar el mensaje deportivo que tiene el boxeo que es muy interesante”.

Ring raje

Giuria, en su juventud jugaba “muy bien” al básquet y también se le animó al rugby, según comenta. Pero, curiosamente, nunca boxeó. “Una sola vez quise ver cómo era, tenía 14 años y fui a una práctica, subí al ring, y a los dos o tres sopapos, el entrenador me dijo: «Mirá, pibe, vos tenés que dedicarte a otra cosa». Y por suerte me dediqué a otra cosa y no me fue mal”. A esa otra cosa a la que se refiere Néstor, y que ya roza el medio siglo, es a observar, analizar y narrar lo que ocurre en los cuadriláteros, pero desde afuera –o desde abajo, mejor dicho–. “En mi carrera profesional siempre me dediqué al box. Incluso, a diferencia de la inmensa mayoría de los colegas, nunca relaté ni comenté fútbol, cosa que sí hicieron, por citar ejemplos, el gran Bernardino Veiga, Osvaldo Cafarelli, Eugenio Ortega Moreno, e incluso los de acá: Oscar Marino, Héctor Vidaña y Roberto Reyna. Todos relataron fútbol”, dice quien es también parte del staff del programa Pasajeros de la música (lunes a viernes a las 11 por AM Libertad), y admite: “A mí me gusta mucho verlo, soy hincha de River y de Excursionistas, pero no relatarlo”.

Aunque no recuerda con precisión cuál fue la primera pelea que vio en vivo, cuando aún ni soñaba con dedicarse al periodismo especializado en el deporte de los guantes, la que primero se le viene a la mente es “la de Emilio Alé Alí –un tucumano que no era campeón de nada pero al que yo le tenía aprecio y seguía mucho su campaña a través de las revistas de la época– con Luis Federico Thompson –un cubano que después se radicó en Argentina y que es uno de los peleadores más excepcionales que vi en mi vida–, en el mítico Luna Park”.

Los inicios como trabajador de prensa, de este hombre que nació en el porteñísimo barrio de Palermo, fueron en el diario Crónica, donde se dio el gusto de cubrir veladas que tenían como protagonistas a monstruos de la talla de Monzón y Galíndez, que eran los fondistas del momento. “Yo vengo del riñón gráfico –aclara orgulloso–, y más allá de que incursioné en radio y televisión me siento periodista gráfico, o cronista volante, como se decía en aquella época, porque íbamos a todos lados a cubrir lo que necesitara el diario: fútbol, rugby, básquet, lo que fuera”.

“A Rosario llegué el 4 de noviembre de 1971, vine por 15 días y acá todavía estoy. Arranqué como corresponsal de Crónica en Rosario, y después ya empecé a trabajar en los medios de acá y nunca más paré”. Esa condición de rosarino, aunque sea por adopción, le valió una disputa con Monzón, aunque fuera del ring, por suerte para él. “Tuve una mala relación, hasta que se retiró. Él no quería a los rosarinos, e incluso una vez me corrió para pegarme”, cuenta –hoy entre risas– el periodista.

Golpes de la vida

La carrera de Néstor Giuria es por demás de extensa y por sus retinas pasaron los mejores púgiles nacionales, un privilegio que le otorga esa condición de su larga trayectoria. “En los últimos 40 años tuve la suerte de ver en vivo a todos los grandes del boxeo argentino, de algunos tengo más recuerdos que otros pero si tuviera que elegir algunos, me quedo con Néstor Ubaldo Uby Sacco, Nicolino Locche, Carlitos Monzón, obviamente, y algunos no tan conocidos pero que brindaban espectáculos inolvidables como Horacio Agustín Saldaño, la Pantera Tucumana, o Eduardo Tito Yanni, tipos que hoy serían figuras internacionales”.

“Y en el orden mundial tuve el privilegio de ver uno de los combates entre Roberto Mano de Piedra Durán y Ray Sugar Leonard, a Tommy Hearns, y la última que hice fue hace unos meses en el Madison Square Garden, donde cubrimos la pelea del rosarino por adopción Matías Vidondo con el cubano Luis Ortiz, la misma noche que combatieron Gennady Golovkin y Román Chocolatito González”.

Pero el repertorio de veladas sigue: “Otra inolvidable, porque además fui el único que la relató para toda la República Argentina, por todos los canales de cable, fue la del primer campeón mundial que tuvo nuestro país en la OMB (Organización Mundial de Boxeo): el rafaelino Néstor Tito Giovannini, quien venció como visitante, en Hamburgo, al alemán Marcus Bott, en junio de 1993”.

En la lona

Ni las fugaces apariciones de Sergio Maravilla Martínez y Marcos El Chino Maidana en los últimos tiempos lograron remontar la decadencia que viene padeciendo el boxeo argentino. Y en esta época de crisis, la ciudad no queda exenta. “El boxeo rosarino siempre tuvo buen nivel y hubo peleadores destacados en todas las épocas, pero hoy ha entrado en el declive que entró el nacional”, lamenta Néstor Giuria. “No es casual que hoy tengamos un sólo campeón del mundo, que es Jesús Cuellar”, asegura, y añade: “La esperanza hoy está puesta en el rosarino Brian Zarza, que tiene apenas 23 años y que en Panamá le ganó al local Vicente Mosquera y le arrebató el título latino”.

Esta voz experimentada del pugilista nacional reconoce que “ahora están las chicas, que están creciendo mucho”, y en este aspecto resalta la labor de los créditos locales: “En Santa Fe, por ejemplo, tenemos dos campeonas mundiales: La Bonita Bermudez (Villa Gobernador Gálvez) y la rosarina La Leona Bustos. Pero el boxeo en general no está atravesando un momento feliz, de eso no hay duda. Hoy todo se rige por la televisión, ese es el parámetro actual: lo que se paga para ver. Hoy no interesan tanto los títulos como los nombres o quién recauda más”.

Entre sus preferidos de la actualidad, destaca al Chocolatito González: “Me gusta mucho, es un supermosca excepcional y el sábado pasado le ganó al mexicano Carlos Cuadras; y por la potencia, el kazajo Gennady Golovkin. Pero no hay una grilla como antes que había pesos pesados que te atrapaban, como en la época de Mike Tyson, o más atrás Cassius Clay; o el mismo Monzón, que cuando peleaba, las calles quedaban vacías porque todo el mundo estaba viendo el combate”.

Antes de despedirse, esta verdadera eminencia del boxeo, cuenta una anécdota imperdible que tiene como protagonista a uno de los máximos personajes que parió el boxeo criollo: Oscar Bonavena. “Una vez, Ringo estaba en medio de una pelea bravísima, suena la campana y cuando va su rincón a recibir indicaciones de sus segundos, que eran los hermanos Rago (Juan y Bautista), uno de ellos le pregunta lo que se le pregunta siempre a un peleador cuando se sienta en el banquillo: «¿Cómo estás?». Y Ringo, que era un personaje de aquellos, le respondió: «Pedime un taxi»”.

Fuente: El Eslabón.

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