Foto: Andrés Macera.
Foto: Andrés Macera.

Los reporteros gráficos oficiales de Central y Newell’s expresaron su satisfacción por poder codearse con sus ídolos y ver los partidos de los equipos de sus amores desde el mismísimo campo de juego.

Parece que Louis Daguerre, artista plástico francés que continuó con los experimentos que había realizado su compatriota Joseph Nicéphore Niépce, fue el creador del primer proceso capaz de obtener una imagen de la naturaleza sin necesidad de apelar al dibujo o la pintura: el daguerrotipo. Este precursor de la cámara fotográfica fue presentado, ante la Academia de Ciencias de París, un 19 de agosto (de 1839), por lo que en esa fecha se conmemora el Día Internacional del Fotógrafo. Sin embargo, en América del Sur se celebra el 21 de septiembre, ya que fue en un comienzo de primavera de 1843 que esa novedad, que generó una verdadera revolución, llegó a nuestro continente. Con esa excusa, el eslabón convocó a los encargados de retratar a los planteles de Central y Newell’s, hinchas privilegiados que comparten el día a día con sus ídolos y que ven los partidos del equipo de sus amores desde el mismísimo campo de juego.

Imágenes paganas

“La cámara de fotos está presente en mi vida desde que tengo conciencia. Fue uno de los primeros regalos que me trajo mi abuelo de uno de sus viajes. Era con rollo, y como vivía en un 9º piso me gustaba sacarle a los techos de los colectivos”, dice de entrada Julián Valiente, quien coordina el Departamento de Fotografía del club del Parque Independencia, aunque luego admitirá: “Esto empezó porque no me gusta salir en las fotos, y es como una forma de resguardarme detrás de la cámara”.

“Yo también lo traigo desde chico”, se engancha su colega de la institución de Arroyito. “Mi viejo era fotógrafo amateur, tenía muchas cámaras reflex analógicas y siempre estaba enseñándome y mostrándome cosas que por ahí de chico no cazaba una”, recuerda Leandro Mena, y agrega: “Después se fue modernizando y compró digitales, yo las agarraba y probaba. Y cuando terminé la secundaria estudié cine, que tiene mucha fotografía, y me recibí”.

El haber llegado a combinar esa pasión con la futbolística, a ambos les cambió la vida. “En 2013 entré al club a colaborar en prensa haciendo videos, todo lo que es nota y demás cuestiones audiovisuales, y después de unos ocho meses ad honorem el club me terminó contratando”, repasa Mena, y añade: “En ese momento había otro fotógrafo, un día faltó y me pidieron que haga fotos, así que puse la cámara en manual y me mandé. Si bien tenía algunos conceptos que traía de Cine, siempre digo que aprendí a sacar fotos adentro de la cancha”.

Julián, por su parte, aclara que es abogado y que ejerció esa profesión durante 16 años antes de animarse a largar todo para dedicarse a la fotografía. “Siempre fue mi hobby, hasta que un día dije: «No va más, quiero hacer lo que me gusta», renuncié a la matrícula, cedí la parte de mi estudio a mi socio y arranqué con la fotografía”, cuenta el oriundo de San Nicolás, y acota: “En 2010 me hice socio de la pileta de Newell’s y como llevaba la cámara para hacer fotos ahí, un día el flaco que administraba la pileta me dijo que estaban buscando fotógrafo en el club, me presenté y al tiempo arranqué a laburar. Primero fue ad honorem y hoy soy un empleado más”.

Flasheados

Estos dos hombres de las cámaras son conscientes de la posición de privilegio que ocupan, dentro y fuera de una cancha. Son fanáticos de su equipo y se codean con sus ídolos. Siguen los partidos, tanto de local como de visitante, a centímetros de la línea de cal y se cruzan casi todos los días con los propios futbolistas. “Nosotros viajamos con los jugadores, y vamos al mismo hotel, somos como parte de la delegación”, celebra Julián Valiente, que reconoce que la llegada al club de los más experimentados los favoreció “contrariamente a lo que pensábamos”. Es que “cuando vinieron Maxi Rodríguez, Gabriel Heinze, que ya tenían un recorrido importante en el fútbol, bajaron una línea en su momento al resto del equipo que luego quedó establecida, en la que nosotros somos (casi) integrantes del plantel, aunque siempre es fundamental mantener esa distancia”.

Leandro Mena, por su parte, cuenta como imborrable “la experiencia en la Copa Libertadores, porque viajábamos todos juntos, concentrábamos con ellos, fue de lo más lindo que me pasó desde que estoy en el club, porque además conocí muchos lugares”, y también aclara: “De todas maneras, uno no se mete en la privacidad del plantel y sólo tenemos una relación laboral y nada más”.

Las nuevas tecnologías también juegan un papel preponderante en el fútbol. “A los jugadores les encanta que le saques fotos. Muchos ni llegan a la casa y ya te la están pidiendo por WhatsApp”, confiesa Mena. “Eso es lindo, que un jugador que es mi ídolo o representa a los colores que yo amo me pida una foto, o que en su instagram ponga fotos tuyas, son cosas impagables”, completa.

“Estar tomando mates con Maxi (Rodríguez) y mirando fotos que le sacaste para armar un álbum, es algo que 10 años atrás ni lo soñabas. La relación hermosa que me quedó con el Patón (Guzmán), es otra de las cosas lindas que me dio esta experiencia”, aporta Valiente, y se descuelga con una anécdota imperdible: “El primer partido en el que entré a la cancha fue ante Argentinos Juniors y apenas salió el equipo me largué a llorar, se me caían las lágrimas, se te mueve todo. Pero lo peor fue que en el primer gol que metió Newell’s, saqué la foto, dejé la cámara y me puse a festejar con los jugadores. Un compañero de prensa me cagó a pedos y empecé a rogar que hagamos el segundo para tener una foto del festejo, y por suerte pasó. De ahí en más todos los goles los grito pero para adentro, con el corazón, sin meterme al campo”.

A Leandro le pasa algo parecido: “Eso es todo un tema. Yo soy muy enfermo de Central y sufro mucho. Siempre seguí a Central, me gustaba subirme a un colectivo e ir a todos lados. Y estando dentro de la cancha es difícil contenerse”, dice el joven reportero gráfico, y cierra la idea: “Pero a eso lo fui aprendiendo, y sobre todo de visitante porque ahí sí o sí te tenés que contener. En el Gigante por ahí no gritás el gol pero no tenés que ocultar que estás contento, pero me ha pasado de ir a la cancha de Newell’s, en el clásico que ganamos, y se te caen las lágrimas de la impotencia de no poder gritar el gol”.

A modo de cierre, Mena y Valiente coinciden en que la vida les dio uno de los mejores regalos. “Esto es hermoso. Todos los fotógrafos hinchas quieren estar en este lugar, y más allá de que no pueda gritar los goles, no lo cambio por nada”, dice el leproso. “Mis amigos siempre me dicen que tengo el trabajo más lindo del mundo, y para mí también lo es”, concluye el canaya.

Díptico

El hecho de vivir en una ciudad futbolísticamente partida al medio, y de trabajar en uno de los dos clubes grandes de Rosario, les trajo alegrías pero también inconvenientes a estos dos reporteros gráficos. “El estar encasillado como fotógrafo de Newell’s hace muy difícil que por ejemplo te convoquen para laburar en un medio de comunicación de la ciudad. Sí hemos hecho corresponsalías, sobre todo el año del campeonato 2013, que nos pedían fotos de medios de España”, admite Julián Valiente, y certifica su colega Leandro Mena: “Podés agarrar trabajos en cuestiones de publicidad, pero al estar encasillado en un club se complica”.

Sin embargo, ambos resaltan que juntos pudieron terminar con una nefasta tradición rosarina. “Nosotros rompimos con la pelotudez de que el fotógrafo de Newell’s no podía ir a la cancha de Central, y viceversa”, destaca Leandro. “Supuestamente era por una decisión del Comité de Seguridad, para evitar problemas”, agrega Valiente, y le devuelve la pelota a Mena. “La semana antes del primer clásico del Chacho (Coudet) en el Parque, los jefes de prensa se comunicaron y llegaron a un acuerdo para poner cabinas a disposición de los trabajadores auriazules y permitir el ingreso al campo de un fotógrafo. Ahí nos conocimos con Julián, y nos llevamos muy bien, porque en definitiva –más allá de los colores– somos colegas”.

Antes de despedirse, cada uno pide mencionar a sus compañeros de laburo: Eric Bovetti y Ramiro Ortega, por el lado de los del Parque Independencia; Rocío Méndez, Emanuel López y Sebastián Bertorini, los del barrio de Arroyito.

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