El presidente Mauricio Macri hace un esfuerzo denodado por presentar buenas noticias relacionadas con la marcha de la economía, y para eso apela al manual del marketing político y a supuestos que nacen de grupos de asesores, pero que se alejan bastante de los datos duros que divulga el propio Indec y entidades privadas. Los malos resultados que va dejando el actual proceso económico que encarna Cambiemos son responsabilidad del gobierno anterior, confunde a diario el coro oficialista. También, el freno del nivel de actividad y los actuales problemas sociolaborales, con caídas en cadena en sectores claves de la economía, buscan ser camuflados con el latiguillo “ahora, después de la mentira kirchnerista (la herencia), se conoce la realidad”.
Mientras desde el gobierno prometen y prometen “mejorías”, el nivel de actividad económica se hundió casi 6 por ciento en julio, la mayor caída en los últimos 14 años. Según el Indec, la contracción obedeció en gran medida al desplome registrado en los niveles de consumo –que fue el motor de la economía de los últimos años– y de la producción industrial –principalmente en el sector automotriz y la construcción–, afectada por la crisis en Brasil y por la situación interna.
El acumulado de los siete primeros meses del año reflejó un retroceso industrial de 2,3 por ciento. El indicador alcanzó el cuarto mes consecutivo a la baja y el de julio fue el más fuerte de la serie, superando al de junio pasado cuando se desplomó 4,7 por ciento. En tanto, la actividad de la construcción durante julio bajó 23,1 por ciento con respecto a igual mes del año anterior y sumó una disminución de 14,1 por ciento respecto a enero-julio del 2015.
El gobierno dice que baja la inflación y que hay recuperación del poder adquisitivo del salario. En el caso del consumo, desde la Asociación Empresaria de Rosario (AER) mostraron preocupación frente a la caída de las ventas en comercios de diferentes rubros, que según sus cálculos fue del 7 por ciento promedio en lo que va del año si se compara con el mismo lapso de tiempo de 2015. Desde la entidad local estimaron que 2016 terminará con una profundización negativa en el volumen de ventas comerciales.
De acuerdo a la encuesta que realiza la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (Came) entre 250 industrias pymes del país, la producción del sector cayó 6,4 por ciento en agosto frente a igual mes del año pasado, para ratificar la fase recesiva. En tanto, el índice de obreros ocupados en la industria registró una baja de 1,7 por ciento durante el segundo trimestre de 2016 con relación a igual período de 2015, informó el Indec.
Macri y otros funcionarios nacionales no paran de decir que Cambiemos lleva adelante un “modelo de generación de empleo” en todo el país. Sin embargo, las propias estadísticas oficiales confirman que mes a mes aumentan los despidos. La Encuesta de Indicadores Laborales que confecciona el Ministerio de Trabajo nacional mostró en agosto una caída del empleo privado en blanco de 0,7 por ciento en términos interanuales y 0,2 por ciento con relación a julio de este año.
“Se observa en agosto de 2016 un importante aumento en las desvinculaciones en relación al mes pasado y un leve incremento de las incorporaciones. En el interior del país hubo un ascenso tanto de las incorporaciones como de las desvinculaciones”, reconoció la cartera que conduce Jorge Triaca en su último informe.
Fábrica de pobres
La caída del poder adquisitivo por la estampida inflacionaria después de la brusca devaluación, la suba del desempleo, los tarifazos, la caída del consumo, la apertura comercial, el recorte del gasto público, evidentemente, no conducen al “mandato moral” de pobreza cero en el país. Según el Indec, el 32,2 por ciento de la población argentina es pobre y el 6,3 por ciento indigente.
El organismo que comanda Jorge Todesca difundió días atrás los indicadores de pobreza e indigencia luego de tres años de ausencia de datos oficiales vinculados con esa cuestión. Las cifras oficiales ubicaban en 2013 a la pobreza en 4,7 por ciento y a la indigencia en 1,4 por ciento.
Para el gobierno de Macri, la elevación de esos índices sociales –de acuerdo a un informe de la UCA, la gestión Cambiemos fabricó un millón y medio de nuevos pobres en el país– es culpa de la anterior gestión y no de las políticas económicas de ajuste que generaron más inflación, recorte en el poder de compra de los salarios y una distribución regresiva del ingreso.
Está dura la calle
El Centro de Economía Política Argentina (Cepa) publicó su informe de conflictividad laboral y social. Pese a que el gobierno auspicia el “diálogo”, la cantidad de conflictos laborales se incrementó en agosto un 77 por ciento respecto a julio. Los trances del sector público tuvieron un aumento del 212 por ciento (la mitad explicados por conflictividad en el orden provincial), mientras que los conflictos del sector privado subieron un 10,6 por ciento.
Casi el 75 por ciento de las causas de la protesta en el sector público estuvo relacionada con reapertura de paritarias y cuestión salarial en general, seguidos en 10,7 por ciento por condiciones de trabajo y 9,7 por ciento por conflictos por despidos. Al interior de los reclamos salariales, aproximadamente el 80 por ciento es exigencia de reapertura de discusión paritaria, y sólo el 15 por ciento atraso en el pago de salarios. En la metodología de protesta fue predominante el paro, con y sin movilización, que representó el 65 por ciento de los conflictos. Luego, la movilización constituyó el 21 por ciento.
Respecto de los conflictos de los trabajadores con empresas del sector privado, el relevamiento del Cepa de agosto mostró que los conflictos se incrementaron un 10 por ciento respecto al mes anterior. La mayor proporción la explicaron los conflictos en la industria, con el 36 por ciento del total. Con situación similar a junio, las dos causas centrales de conflictividad laboral respondieron a despidos y suspensiones (cerca del 40 por ciento) y reclamos salariales (34 por ciento).
Al observar los conflictos por despidos, el informe del Cepa indicó que el 32 por ciento se produjo en el sector industrial, el 28 por ciento por despidos en el sector minero y energético y el 17 por ciento de los conflictos fueron por despidos en empresas comerciales.
Al analizar la metodología de la protesta en el sector privado se observa que el 36 por ciento tuvieron el corte de ruta o la imposibilidad de acceso a la planta como modalidad distintiva del reclamo, mientras que el 34 por ciento corresponde al paro (con o sin movilización). Finalmente, el 23,6 por ciento se explicó por movilizaciones y concentraciones.
Conflictividad social
Según el Cepa, sobre el total de conflictos en agosto (que ascendieron a 246), un 28,4 por ciento (70 conflictos) fueron específicamente sociales o no laborales. Con relación a las acciones de protesta resultaron en un 80 por ciento de forma organizada, demostrando un alto índice de organización política y elaboración de estrategias de acción. Las convocatorias son llevadas a cabo mayoritariamente por organizaciones sociales. El 20 por ciento restante que se manifiesta de manera espontánea son actores sociales autoconvocados, comerciantes, vecinos y familiares. Esta modalidad de acción se expresó más fuertemente en ciudad de Buenos Aires y en la provincia de Santa Fe. Un 28,6 por ciento de las protestas sociales se enmarcó en reclamos en contra del ajuste y los tarifazos, y un 20 por ciento por falta de trabajo, seguidas en un 14 por ciento por justicia y derechos humanos.
