Foto: My beautiful picture.
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Mientras el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, negocia con los partidarios del “no” encabezados por Álvaro Uribe, el pueblo se manifestó a favor de los acuerdos, dejando en claro que el resultado del plebiscito, en el que votó una mínima parte de la ciudadanía, no significa un aval a la guerra.

El resultado negativo del plebiscito para ratificar los acuerdos de paz entre el gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) cayó como un balde de agua fría, no sólo en ese país sino en todo el mundo.

Pasada la sorpresa inicial, el gobierno encabezado por el presidente Juan Manuel Santos se lanzó a la ardua tarea de negociar con los que impulsaron el “no”, que tienen como principal referente al ex presidente Álvaro Uribe, un señor de la guerra con relaciones con paramilitares. En forma paralela, además, ya tiene fecha el inicio de la mesa de diálogo con la segunda guerrilla más importante de Colombia, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), para el 27 de octubre.

En este marco, cuando todo está en discusión y la paz quedó en una suerte de limbo, lo único claro es lo que la mayoría del pueblo desea: la paz. Y el resultado del plebiscito no entra en contradicción con esto. En absoluto: una pequeña minoría del pueblo votó “no”.

La respuesta negativa se impuso con un 50  por ciento. El sí obtuvo un 49 por ciento. Pero el dato clave fue la abstención: apenas un 36  por ciento de los empadronados fue a votar.

Por eso tiene una gran importancia la presencia de cientos de miles de ciudadanas y ciudadanos en las calles de Colombia. Más allá del plebiscito, la voluntad popular se está expresando muy claramente en las movilizaciones que siguen clamando por la paz a través de la inmediata ratificación de los acuerdos.

“¡No más guerra!, ¡No más guerra!”, fue la principal consigna escrita y gritada durante las marchas que tuvieron lugar este miércoles en Colombia, protagonizadas por un amplio espectro de organizaciones de estudiantes, pueblos originarios y campesinos, entre otras, según informó el diario colombiano El tiempo.

“¡Acuerdo ya!”, “Los derechos de las víctimas no se negocian”, “El sí y el no unidos por la paz”, decían las pancartas de los manifestantes.

Se llamó “La marcha de las flores”, y si bien la de mayor convocatoria se produjo en Bogotá, también se replicó en otras ciudades de Colombia.  La manifestación repitió la convocatoria de la realizada hace una semana, pero esta vez no fue en silencio, sino que se gritaron las consignas con toda la fuerza.

Los manifestantes exigieron “que se apliquen de inmediato los acuerdos de paz” y, al mismo tiempo, homenajearon a las víctimas del conflicto, que duró más de medio siglo y produjo 200 mil muertos y seis millones de desplazados.

La marcha estuvo adornada con miles de flores blancas, y fue acompañada por comparsas y mensajes de reconciliación y paz.

“Queremos que nuestros niños no empuñen un arma, sino un azadón con el que puedan conquistar la tierra”, comentó Iván Antonio, un indígena embera chamí proveniente de un resguardo de Risaralda que viajó con varios miembros de su comunidad para marchar por la paz de su territorio, informó el diario El Tiempo.

Durante el recorrido de la marcha se vivieron escenas que, más allá de las palabras y las consignas, hicieron presente y convirtieron en acto el anhelo de paz: muchos manifestantes se abrazaron con desconocidos, otros agitaron flores blancas, o hicieron flamear banderas de Colombia con gesto emocionado.

“Estas manifestaciones tienen que repetirse: estudiantes, víctimas, campesinos, afros, indígenas, amas de casa, obreros, todos pidiendo que no se dilate el acuerdo de paz, que el tiempo es el peor enemigo y cualquier cosa puede afectar este proceso”, dijo en declaraciones al El Tiempo el hijo del diputado Jhon Jairo Hoyos, uno de los once asambleístas secuestrados por las Farc en 2002 y luego asesinados.

Las Farc siguen apostando por la paz

El jefe máximo de las Farc, Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko, dejó abierta la posibilidad de cambiar algunos puntos del acuerdo, pero rechazó de plano empezar de cero en ciertos puntos ya acordados, como propone Uribe, envalentonado con el triunfo del “no” y dispuesto a poner palos en la rueda.

“Sería un exabrupto volver a revivir una discusión que tuvimos que cambiar varias veces, se intercambiaron diálogos y opiniones. Ese acuerdo fue refrendado y luego se renegoció. Se sale de contexto y sería como volver a empezar y el país no está para eso”, señaló el líder de las Farc en declaraciones al diario colombiano El heraldo.

“Es necesaria la conciliación, llevamos un conflicto que nos ha dejado heridas. Necesitamos unir esfuerzos para cicatrizar las heridas. Hemos creado comisión para decir la verdad”, señaló Timochenko durante una entrevista a Caracol Radio que reproduce El heraldo.

El líder de la guerrilla destacó que, más allá de las dificultades, se mantuvo el compromiso del cese del fuego. “En los campamentos no tenemos ningún herido. Ningún civil ha sido afectado por causa del conflicto, hemos cumplido con los acuerdos, sobre todo con el cese al fuego”, señaló Timochenko, al tiempo que destacó como un hecho muy positivo el inicio de los diálogos del ELN y el gobierno de Colombia.

“Ese es otro elemento que va a darle un buen impulso a toda esta tarea que nos hemos propuesto de construir la paz en Colombia. Con ellos siempre habíamos hablado y tenemos ese acuerdo de que son dos mesas, un sólo proceso, en eso nos identificamos. Esta noticia le da un aire, le da bastante oxígeno a todo este proceso”, señaló.

Otro camino para que el acuerdo prospere

La gran preocupación de los que quieren la paz tiene que ver con encontrar otra manera de hacer efectivo el acuerdo, más allá del plebiscito.

En una entrevista brindada a Martín Granovsky y publicada el domingo 8 de octubre en Página|12, el ex presidente colombiano y actual secretario general de la Unasur, Ernesto Samper, señaló que hay un camino alternativo para lograr que el acuerdo no quede en la nada, y que ese camino es perfectamente legal. Tiene que ver, explicó, con el estatus del acuerdo, que forma parte del sistema de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para proteger a poblaciones civiles.

“Según disposiciones constitucionales, como el plebiscito es vinculante no puede ser el presidente quien envíe al Congreso los proyectos necesarios para implementar el acuerdo”, explicó Samper en la entrevista.

“Pero sí pueden tomar la iniciativa grupos de organizaciones sociales o de parlamentarios, y el Congreso podría aprobarlos sin reparos constitucionales. La decisión de las Farc, en la cual coincidió el gobierno, de pactar los acuerdos como el desarrollo de protocolos de la Convención de Ginebra en el marco del derecho internacional humanitario, les da a estos acuerdos la validez de un tratado internacional humanitario. El acuerdo es válido porque es humanitario”, explicó el ex presidente de Colombia.

“Es un tipo especial de tratado con especial protección. Para firmar esos acuerdos no fue necesario el permiso del Congreso. Los tratados humanitarios están por encima de cualquier consideración interna. La tesis que hemos sostenido algunos es que si se acepta que dos partes en conflicto puedan hacer cualquier acuerdo sobre humanización del conflicto –es decir sobre la protección de la sociedad civil– y esto tiene una especial protección internacional, con mucha más razón alcanza al acuerdo para terminar un conflicto”, señaló el secretario general de la Unasur, que apuntó a que el acuerdo “significa la humanización definitiva del conflicto”, y que fue depositado como tratado humanitario en Ginebra, dentro del sistema jurídico de la ONU.

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