Foto: Javier García Alfaro
Foto: Javier García Alfaro

Al oeste de Jericó fue escrita entre 2014 y 2015, en plena eclosión de la guerra narco disputándose las barriadas de la zona sur de la ciudad. La novela acaba de ser publicada por su autor, el escritor y docente Marcelo Britos (Rosario, 1970), e integra la colección Ciudad y orilla de la editorial rosarina Homo Sapiens.

La obra plantea una ciudad futura, pero brutal, temida. La grieta de la exclusión social se profundiza en una zanja hedionda, un foso gigante, y tras los muros, los antiguos edificios del Fondo Nacional de Viviendas (Fonavis) de Donado y Mendoza resisten convertidos en una fortaleza: el Fuerte Toba, una nueva ciudad dentro de otra, amurallada y disputada en la nueva guerra que el capitalismo salvaje nos hereda: la de pobres contra pobres. Mientras tanto, el Estado y sus instituciones, la prensa, las autoridades y las fuerzas del orden, observan la contienda como un espectáculo hollywoodense tras la pantalla de sus home theater mientras comen con fruición frutos y manjares.

La metáfora del título se puede hallar en los relatos bíblicos que dan cuenta de la existencia de una comunidad organizada intra muros en Jericó, una ciudad de Cisjordania que existió 8 mil años antes de Cristo, en lo que hoy sería Palestina, si la bestia de occidente no la hubiese volado de todos los mapas.

Una situación de cacheo en un aeropuerto de Budapest da inicio a la historia y enseguida el lector se sumerge en un clima de tensión del que no saldrá hasta el final del relato, que avanza a medida que la violencia recrudece. La precisión en los gestos, las descripciones climáticas, los paisajes y los hechos narrados, están signados por la visceralidad del autor, y nada se suaviza con cada digresión poética, sino que se intensifica. Lo que en un principio y a todas luces parece una novela de espionaje situada en la Europa de la post guerra, se trasladará a una contienda librada en una ciudad de la América del Sur, la nuestra, aunque no se la mencione ni una sola vez sino a través de su Circunvalación, el río, y sus avenidas que delimitan la periferia. Allí se dirigen los protagonistas, Renato y Carlos, los antihéroes de Britos, que se pondrán al hombro “la conducción” que pretende resistir con fusiles soviéticos la destrucción de la comunidad organizada intramuros, integrada por “mujeres y niños, paraguayos, peruanos, bolivianos y chilenos, gente de los litorales y de las selvas húmedas, mestizos y originarios, y los tobas que habían dado nombre a ese bastión”. La amenaza son los clanes, herederos futuros de las bandas del crimen organizado que hoy se disputan los territorios de Rosario con balas y sangre joven. También deambulan sobre los márgenes de la fortaleza los lúmpenes, salvajes que se confunden con la presencia de perros que recorren toda la trama, hambrientos y al acecho, como lobos del hombre.

Al oeste de Jericó transcurre algunos años en el futuro. Después comprobaremos que “algunos” años, en verdad son muy pocos y que la fecha estimada por el autor para situar los hechos ponen a la distopía a pisarnos los talones. ¿Qué tan lejos está Rosario la linda de convertirse en una ciudad fragmentada por el odio de clase y las miserias confrontadas?

Como si el linchamiento de un adolescente pobre en Azcuénaga (barrio de la zona oeste) fuera el prolegómeno o el síntoma premonitorio de la descomposición social a la que nos dirigimos a caballo de todas las miserias que nos violentan. Esta obra es una hipótesis de lo que aguarda en un mundo signado por el egoísmo inconfesable, y materializa el anhelo o la fantasía de las elites de esconder la mugre y la pobreza detrás de una pared, porque el exterminio es indecoroso.

Como dice Ferroggiaro en la contratapa del libro, al igual que en A dónde van los caballos cuando mueren, Britos vuelve a conjugar su fuerza y calidad narrativas con su compromiso político. Pero a diferencia de aquella novela, que fue celebrada en varias partes del mundo, ésta conmueve de un modo diferente: perturba. Y deja latiendo la pregunta que sin pensar nos hacemos todos los días: ¿qué es el otro?

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Un comentario

  1. Homo Sapiens

    25/10/2016 en 10:32

    […] La grieta del futuro […]

    Responder

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